Francisco Febres Cordero
Preocupadísimo estoy. No pues por la Tri que, pierda o gane,
por lo menos no demanda. Por el excelentísimo señor presidente de la República
estoy angustiado después de que despotricó porque los periódicos no habían
informado con suficiente despliegue su merecidísimo decimoprimer título honoris
causa en Chile, tanto que el señor Carlos Vera Quintana demandó a cuatro medios
ante la Inquisición.
¡Qué brutos los periódicos! ¡Cómo no se dieron cuenta de que
ese era un acontecimiento de primerísima importancia mundial, tanto como la
abdicación del rey Juan Carlos o la separación de Antonio Banderas con Melany
Griffith! Al fin y al cabo, once títulos honoris causa para una sola persona no
son pelo de cochino. Imagínense si saliera con toditos esos a la calle, cómo le
asaltaran. Con razón tiene que andar con su caravana de guardaespaldas.
Pero la prensa no dio suficiente importancia a ese hecho que,
francamente, sí merecía un gran despliegue en la sección de avisos
clasificados, por lo menos.
¿Y ahora? Bueno, ahora mi preocupación va porque como ha
comenzado el Mundial, el excelentísimo señor presidente de la República puede
volver a quejarse con el argumento de que no le han dado suficiente despliegue.
No pues al Mundial, sino a él que, por esa razón, puede quedar relegado a
segundo plano, sin partidos que jugar ni goles que anotar.
¡Atenti prensa, atenti!, como diría el poeta de la revolución
ciudadana cuando transmite. En este Mundial hay que marcar a presión al
excelentísimo señor presidente de la República, anotar todas sus demarcaciones
y sus embarcaciones en su avión particular, sus fuera de juego, sus metidas de
manos al balón y sus putiadas a todos los árbitros que no le hacen caso cuando
él dice que una falta no merece tiro libre sino cárcel, por ser una jugada
subversiva y terrorista.
Verán, periódicos, que les advierto: ¡Cubran a presión al
excelentísimo señor presidente de la República! Por favor, no le dejen solo,
que se resiente. Saquen en primera página su foto desayunando antes del
partido, almorzando durante el partido y cenando después del partido, que por
algo es él quien ha ganado todas las elecciones y no como el Antonio Valencia,
que no ha ganado nunca ninguna. Y aprovechen que ya no está lesionado de la
rodilla y puede saltar altísimo cuando la Tri mete gol. El gol pueden, prensas,
omitir, pero el festejo presidencial ¡por favor!, no.
Chuta, es que el excelentísimo señor presidente de la
República es realmente la figura del Mundial: el mejor número 11 honoris causa,
considerando que antes que él solo habían llegado al número 10 los limitaditos
como Pelé, Maradona o Messi.
Ojalá la televisión también se haga eco de este estado de
sensibilidad presidencial y realice unos paneos bien chéveres de cómo el número
11 honoris causa sigue, partido a partido, todo el campionato, acompañado por
todos sus ministros que, calladitos, se abstienen de opinar; los asambleístas
que miran con la mano ya alzada, por siaca, y los jueces que pitan y sacan
tarjeta roja por orden del número 11 honoris causa, que siempre tiene la razón.
O sea horrible va a estar este Mundial, francamente. Ojalá se
acabe rápido.
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