TIERRA DE NADIE
René Cardoso Segarra
Es la imbecilidad en cascada. Una estupidez que contagia en masa. Después del COVID es la peor pandemia. Mata diariamente, deja heridas y despedaza los nervios de muchos ciudadanos. Es muy traicionera, sorprende en el momento menos pensado. Es casi inevitable. Es como el macabro juego de la ruleta rusa: no se sabe cuándo el gatillo activa la bala. Se presenta como una tenebrosa guadaña negra motorizada. No respeta a niños, jóvenes o adultos. Puede aparecer violentamente en cualquier esquina. No reconoce semáforos. Es adicta al irrespeto de los límites de velocidad. Esos caballos del apocalpsis son conducidos por hombres y mujeres, jóvenes y viejos, pobres y ricos. Es altamente agresiva. Los gritos, malas señas, pitazos, luces incandescentes, insultos, e incluso hasta agresiones físicas, constituyen sus códigos. Tiene mil caretas: buses, camiones, motos, camionetas, autos grandes, medianos y pequeños; vehiculos de pituquines y pituquinas y otros destartalados. Muchos circulan sin placas, con vidrios polarizados, sin escapes, sin luces en la noche. Nadie los controla, y lo peor, para esta pandemia no existe vacuna. Cuenca se ha convertido en tierra de nadie. Los guardias de la EMOV, desaparecidos. Los radares sancionadores inutilizados y reemplazados por unos “educadores”. Vaya invento, éste sí digno de hacerle conocer a la NASA. Al parecer las autoridades no viven en esta ciudad, están ausentes -como un niñito viajero- o llegan a sus despachos en autos con vidrios negros, patineta, triciclo o carro blindado. Son expertos en pirotecnia, pachangas, baile, tarimas bulliciosas y figurete. Y eso sí, muy sumisos a quien más amenaza y grita. ¡En estas fiestas todos los santos nos protejan!
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