miércoles, 10 de diciembre de 2025

 

La cuidaron desde el aire
Según el WSJ, la historia ya dejó de ser rumor para convertirse en una fuga de alto voltaje. Y ahora, con las piezas sobre la mesa, el cuadro se ve nítido: esto no fue improvisación, fue una exfiltración encubierta en toda regla.
La narración ajustada quedaría así, sin maquillaje:
María Corina Machado salió de Venezuela como salen los objetivos de alto valor en regímenes que se derrumban: por mar, en silencio, sin señales electrónicas y bajo la nariz de un aparato represivo paranoico.
El cruce hasta Curazao —según fuentes de seguridad estadounidenses citadas por The Wall Street Journal— exigió navegar un corredor vigilado por el SEBIN, la FANB y radares militares que, en teoría, deberían haber detectado cualquier embarcación sospechosa. No detectaron nada. Mala señal para ellos, excelente para la historia.
Y aquí es donde lo “extraño” de estos días cobra sentido:
– Patrullas de F-18 estadounidenses en el Caribe.
– Helicópteros neerlandeses operando desde Aruba y Curazao.
– Tráfico aéreo “limpio” en el FIR de Maiquetía.
– Actividad naval que no corresponde a un simple operativo antidroga.
Demasiada coincidencia para ser coincidencia.
Fuentes en Washington y La Haya ya dejan entrever que aquello no fue una operación militar rutinaria, sino un paraguas de protección discreto para la salida de la mujer que el régimen consideraba su objetivo político Nº1.
Llegó a Curazao. Cambió el mar por un avión. Voló a Oslo.
Y el chavismo quedó mirando al vacío, sin entender cómo se les evaporó la figura más vigilada del país.
Esto es lo que significa en términos geopolíticos:
• Cuando un régimen persigue, las democracias se coordinan.
• Cuando el mar Caribe parece mover fichas militares “sin explicación”, casi siempre hay una explicación.
• Cuando un país se apaga, una sola persona puede generar más energía política que todas las refinerías colapsadas de PDVSA.
Operación de película.
Fuga quirúrgica.
Golpe psicológico para un régimen que ya no controla ni su sombra.

Y un mensaje planetario: a veces, el camino a la libertad empieza en un bote y termina en un Nobel.

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