Es preocupante ver cómo el proceso electoral en la Universidad se ha ido desvirtuando hasta el punto de poner en duda la imparcialidad de sus propios órganos de control. El Tribunal Electoral, que debería ser garante de transparencia y equidad, hoy parece no cumplir un rol efectivo. Su silencio y falta de acción resultan especialmente graves en un momento en que las elecciones están detenidas por decisión de la justicia ordinaria.
Más inquietante aún es la actitud del rector subrogante, quien ha permitido —e incluso facilitado— que la candidata rectora participe de manera visible y constante en eventos institucionales. Esta exposición pública, en un contexto electoral suspendido, genera una clara desigualdad frente a los demás candidatos, quienes no cuentan con las mismas oportunidades para presentarse en actos oficiales.
No se trata de cuestionar personas, sino de recordar que la academia debe regirse por principios éticos sólidos. Si la equidad no se respeta en los propios procesos internos, difícilmente podremos exigirla hacia afuera. Hoy, más que nunca, luego de que las elecciones estén en tela de juicio hace falta que prevalezca la ética y la responsabilidad institucional, para que la comunidad universitaria pueda confiar en que sus autoridades se eligen bajo condiciones justas y transparentes.
PD. Se puede constatar las publicaciones en las páginas de la Universidad, no me ataquen por favor comunicadores de la U.
No hay comentarios:
Publicar un comentario