LA NASA BUSCA LA TINTA MÁGICA, QUE VA DE UN LUGAR A OTRO
"al final la vida siempre le quita la máscara a las personas falsas".
Están enloquecidos, más que antes, desde que perdieron la segunda vuelta electoral. Apenas conocidos los resultados electorales, el mismo día, cuando los datos del Consejo Nacional Electoral, anunciaban la tendencia irreversible del triunfo de Daniel Noboa (de ADN) sobre Luisa González (del correísmo), con más de un millón de votos; apareció la perdedora para anunciar a los cuatro vientos que no aceptaba la derrota en las urnas, que le hicieron fraude, porque sus calculadores, o sea el “Loco del ático”, “Valija” Patiño, el “Guangudo” Hernández, el “Chueco” Glas, hasta los hermanos Alvarado, desde sus cloacas, le decían que ganaba y de largo, que la estrategia era perfecta, que el debate la catapultó, que estaba inalcanzable, que no pare, que siga, que el baile, que la tarima, que el movimiento de caderas, que entre copa y copa, que rompía corazones y multiplicaba los simpatizantes a lo largo y ancho de la patria.
El derroche de millones de dólares invertido en la campaña se hicieron humo, desaparecieron, los empresarios-políticos perdieron por goleada, se acabaron los sueños revolucionarios de tomarse nuevamente el poder, para recuperar con creces, con los mismos de siempre, para que regrese del autoexilio el inventor de la tinta mágica, que se transporta de un lugar a otro, apenas se marca la raya. El juramento de que la venganza será contundente, se tuvo que tragar.
Cuando los correístas se acercaron a las urnas para dar su voto por la “Mojigata”, automáticamente, la tinta pasaba al casillero de Noboa, y así perdieron las elecciones, según, las predicciones del “Nostradamus” moderno, sí, el mismo que dice que el Papa Francisco (que en paz descanse, aunque con semejante mentira, qué va a poder estar en santa paz), lo llamó dos veces telefónicamente para expresarle su solidaridad, su apoyo, su preocupación, por haber sido condenado injustamente a prisión, qué malos que son esos jueces vendidos, qué desalmada esa Fiscal por la infame persecución, qué perversos los que tenían que cubrirle las espaldas y no lo hicieron, esos judas que le vendieron, empezando por el que denunció que no le había dejado la tal mesa tendida. Qué mesa tendida, si se llevaron desde los manteles, decía el otrora “revolucionario”.
Observaron el panorama con nubes tormentosas, que el futuro no era prometedor, que los cálculos fallaron, que sus contactos no cumplieron, que se les viene el mundo encima, la bancada de la RC dieron un golpe de timón, hicieron una jugada maestra, para despistar a los despistados, para confundir, para pescar a río revuelto; se reunieron en uno de los hoteles de lujo de la capital, ingresaban como estrelladas estrellas de cine mudo, cabizbajas, derrotadas.
Y, luego de los intensos debates, que más que debates ideológicos, eran acusaciones, se señalaban con el índice, se enrostraron en las caras pálidas. Hasta que salió humo negro y anunciaron: “Habemus nuevo nombre, ahora somos Bancada Ciudadana”.
Y, el Manifiesto se dio lectura, a voz en cuello, que se oiga bien en Carondelet, en la Fiscalía, que escuchen bien los observadores internacionales: “Creyeron destruirnos, no pensaron que somos semillas (claro, pero semillas podridas). Somos las becas (claro, se pasaron más de una década becados de burócratas dorados).
Somos el progreso (claro, allí están las escuelas del milenio, abandonadas, destruidas, los aeropuertos millonarios que sirvieron para que aterricen las narcoavionetas). Somos educación (claro, esa educación que repartía libros para lavar el cerebro de los estudiantes, con consignas políticas). Somos salud (claro, para repartirse los hospitales, y armar contratos direccionados con sobreprecios). Somos el jaguar latinoamericano (se equivocaron, no son el jaguar, sino los buitres que después de dejarnos el hueso, levantaron vuelo, hasta la victoria siempre. Somos la resistencia (claro, se resisten a dejar la teta, las prebendas, las recargas, las coimas, el reparto, los amarres, las mordidas, los diezmos, los sobornos.
Que son de manos limpias (claro, por eso se esconden para no pagar a los que confiaron en sus falsas promesas. Se mandaron a cambiar, no contestan las llamadas, les bloquearon, a los jóvenes que salieron a las calles para ondear las banderas “revolucionarias”, en largas y agotadoras jornadas diarias; a los pequeños comerciantes, que con gran sacrificio confeccionaron camisetas, telas, y todo lo que pedían. Así son y han sido siempre, de manos sucias, corazones perversos y mentes maquiavélicas.
“La avaricia es de naturaleza tan ruin y perversa que nunca consigue calmar su afán: después de comer tiene más hambre”.
El Observador
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