sábado, 25 de enero de 2025

 

El Cpccs debe desaparecer


 

El Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs) es una institución que ya no da más. Este invento, nacido con la Constitución de Montecristi de 2008, con el que, supuestamente, el pueblo elegiría a sus más altas autoridades de control y ya no la partidocracia, nació contaminado por los grupos de poder.

Los inmaculados consejeros, sin afiliación partidista y electos por votación popular, prometían dar legitimidad a las nuevas autoridades. Esto nunca sucedió. El Cpccs es una institución hecha para el arranche, donde el correísmo ha dominado con soltura durante 15 años.

Si en algún momento relajaron las riendas, las ajustaron enseguida. Como hoy en día. La nueva mayoría en el Cpccs es correísta e impone su ritmo, pero en un futuro no muy lejano caerá en manos de otros. Luego de 15 años, es evidente que nació viciado, está mal diseñado y tiene fines totalitarios. El problema -y razón de ser- del Cpccs es la resignación con la que la clase política y la sociedad civil lo tratan; ambos se niegan a considerar que un experimento es válido aunque no funcione, pero se debe enmendar y aprender la lección.

Quizá el afán por mantenerlo en ‘cuidados intensivos’ viene de que, para nombrar a una autoridad siempre es más fácil presionar a siete consejeros que a 72 asambleístas.

Mientras, hasta que el Tribunal Contencioso Electoral ratifique la salida de tres consejeros y se conforme una nueva mayoría, el correísmo quedará a cargo del concurso para Fiscal General, del Consejo de la Judicatura y del CNE. Tremendo botín.

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