lunes, 20 de enero de 2025

 

"Bajo el yugo de la pobreza: la deuda pendiente con la niñez indígena en Ecuador", por el Dr. Efstathios Stefos

 



La pobreza en Ecuador sigue siendo un lastre para el desarrollo, pero su impacto no es uniforme. Mientras la tasa nacional de pobreza se sitúa en el 25,5%, entre los niños y niñas indígenas de 5 a 14 años, edad correspondiente a la educación básica en el país, la realidad es dramática: el 76,8% vive en condiciones de pobreza. Aún más grave es que, dentro de este grupo, el 69% vive en situación de indigencia y el 41,3% realiza actividades laborales, atrapado en el círculo vicioso del trabajo infantil.


Estos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) evidencian que la mayoría de estos niños vive en pobreza extrema y, además, debe trabajar para ayudar a su familia. Este panorama refleja la grave exclusión estructural que enfrentan los pueblos indígenas y evidencia cómo la desigualdad económica se traduce en desigualdad educativa. Un niño que crece en pobreza extrema enfrenta obstáculos casi insalvables para acceder a una educación de calidad. La falta de alimentación adecuada, la necesidad de trabajar para contribuir a la subsistencia familiar y la carencia de condiciones básicas en sus hogares ponen en jaque su rendimiento escolar. La educación básica, que debería ser el pilar del desarrollo infantil, en estas condiciones se convierte en una carrera cuesta arriba, donde muchos terminan desertando antes de completar su formación. 


Lejos de representar una solución a la pobreza, el trabajo infantil refuerza la desigualdad educativa y social en Ecuador. En lugar de estar en el aula estudiando, muchos niños y niñas indígenas se ven obligados a trabajar lo que les impide ejercer su derecho a la educación y los expone a un futuro lleno de limitaciones. En este contexto, la educación deja de ser un derecho y se convierte en un privilegio reservado para unos pocos. 


Ante esta realidad, resulta urgente que el Estado ecuatoriano implemente estrategias para reducir los niveles de pobreza y garantizar oportunidades educativas equitativas para los niños indígenas. Dentro de las medidas prioritarias, se pueden establecer programas de apoyo financiero condicionado a la asistencia a clases, con el fin de incentivar la permanencia en la educación y aliviar las dificultades económicas que enfrentan las familias indígenas. Además, es importante asegurar que las escuelas rurales ofrezcan una alimentación adecuada para los niños ya que una nutrición balanceada influye directamente en la capacidad de aprendizaje y el rendimiento escolar de los alumnos. 


Mejorar las condiciones en las escuelas rurales es otro desafío clave del Ecuador. Para ello, es indispensable dotarlos de materiales didácticos de calidad, acceso a internet y formación especializada para los docentes en la educación intercultural. Asimismo, se deben diseñar políticas que prevengan la explotación infantil, al mismo tiempo que se generan alternativas económicas sostenibles para las familias indígenas. También es fundamental fortalecer la enseñanza de lenguas indígenas y adaptar los programas educativos a las particularidades culturales de cada comunidad, fomentando así la identidad indígena y la permanencia en la educación.


Si no se toman medidas inmediatas, la brecha de desigualdad seguirá creciendo y las futuras generaciones de los pueblos indígenas ecuatorianos se verán atrapadas en un ciclo de pobreza y exclusión difícil de romper. Sin embargo, la deuda histórica con la niñez indígena aún puede saldarse. Con políticas sostenibles es posible transformar la realidad y garantizar que todos los niños y niñas indígenas en Ecuador accedan a la educación como un derecho innegociable.

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