sábado, 14 de junio de 2014

‘Con Correa asistimos a la muerte lenta de la democracia’



Entrevista: Carlos de La Torre participó esta semana en el coloquio organizado por la Universidad Andina para recordar los 70 años de La Gloriosa, la revuelta popular que llevó al poder a Velasco Ibarra el 28 de mayo de 1944. Habló con HOY sobre el caudillo y su parecido con Rafael Correa.

¿Cómo caracteriza a La Gloriosa? ¿Por qué es importante?
La Gloriosa fue vivida, por quienes participaron, como un momento extraordinario. Para los actores de la época estaba en juego el futuro de la Nación, la posibilidad de democratizar el país y defender el territorio. La misma existencia de la Nación estaba en juego. En La Gloriosa hubo tres visiones de la democracia. Primero, la populista de Velasco Ibarra, con actos plebiscitarios de masas que se reconocían en él, un líder que está más allá de las instituciones, de las constituciones y de los mecanismos de rendición de cuentas. Después, la izquierda que luchó por establecer la democracia formal, burguesa e hizo una Constitución con mecanismos de rendición de cuentas, división de poderes, una Constitución interesante. Lo sarcástico es que ellos iban a luchar contra esas mismas libertades burguesas cuando se implementara la verdadera democracia, la democracia real o sustantiva que eliminaría a la democracia burguesa. En tercer lugar está la crítica de los liberales, que vieron en esto un golpe de Estado, una insurrección contra un gobierno electo en las urnas. Son interesantes estas visiones alternativas de lo democrático y cómo sectores amplios de la población se unieron bajo un programa mínimo de democratización basado en la idea de elecciones libres en contra del Partido Liberal.


Para gobernar con una Constitución de izquierda, Velasco Ibarra se alió con la derecha. ¿Cómo ocurrió?
Velasco Ibarra se cree la encarnación de los deseos populares. Cree que el pueblo tiene una sola identidad, un solo interés, encarnado en el líder que conoce sus deseos. Grandes masas lo aclamaron y le pidieron que se encargara del destino de la Patria. Pero en el poder se encontró con una derecha relativamente fuerte, con un Partido Conservador que tiene su poder; una izquierda que manejó la Constituyente y que no es solo partidista (Partido Socialista, Comunista, Vanguardia Socialista Revolucionaria) , sino de movimientos sociales: es una izquierda que hace el primer congreso de la CTE, funda el FEI, dos años antes había fundado la FEUE. Velasco tiene que enfrentarse a rivales fuertes, con peso no solo político, en la Asamblea, sino de movilización popular. Y gobierna en un contexto no de crisis económica, pero sí de incremento del precio de los alimentos básicos, un proceso inflacionario que la gente percibe como muy grave para los sectores populares. Para Velasco Ibarra es difícil ser la voz del pueblo cuando hay otros que tienen el poder para interpelar al pueblo. No tiene más remedio que pactar con la derecha. Después se pelea con la derecha y termina en un golpe de Estado.

¿Diría que la izquierda no sabe aprender de sus errores?
Llama la atención esta fe de la izquierda en caudillos carismáticos. Debían haber aprendido a no confiar en Velasco Ibarra: les reprimió en su primera administración y siempre que pudo persiguió a la izquierda. Pero la izquierda no solo apostó por Velasco Ibarra. También apostó por Lucio Gutiérrez. Napoleón Saltos, profesor universitario de la Coordinadora de Movimientos Sociales, escribió un texto sobre la Comuna de Quito, como si fuera la de París el golpe del 21 de enero. Gutiérrez también los traiciona y después apoyan a Correa, que dice ser de izquierda pero nunca militó y no tenía ninguna credencial izquierdista aparte de sus declaraciones. Y la mayor víctima del Gobierno ha sido la izquierda: Pachakutik, el MPD, los garroteros, como dice el señor Presidente, y los movimientos sociales tachados como corporativistas y criminalizados. Una de las cosas que la izquierda debía aprender es no apoyar a caudillos que son un tiro al aire. Sobre todo en una condición como la que rodeó a la elección de Correa: movimientos sociales en crisis, partidos políticos en crisis. En esa situación Correa pudo hacer lo que Velasco no.

¿En qué son equiparables Correa y Velasco Ibarra?
En el populismo se ve la política como una lucha maniquea y frontal entre el pueblo y la oligarquía. Un líder dice encarnar los deseos del pueblo. Y la idea de pueblo de los populistas –y en esto Correa es igual que Velasco Ibarra–, es un conglomerado con una sola identidad, que se expresa en su lucha contra la dominación oligárquica y se encarna en la voluntad del líder. Ambos comparten esa visión de la política como una lucha maniquea. Se sienten los salvadores, tienen una misión, no son un político más. No son un Obama que está por dos períodos y se va a su casa. Estos tienen una misión histórica: la redención de la Patria. Son imprescindibles y su acción política es un sacrificio. Es chistoso, en eso se parecen mucho: Velasco siempre decía que se sacrificaba, que no quería ir al poder, que estaba feliz dando clases. Lo mismo dice el señor Correa.

Pero el país de Velasco Ibarra ¿se parece al país de Correa?
Con Velasco Ibarra estamos hablando de la primera incorporación de gente a la política, gente que estaba excluida por el fraude electoral y por las restricciones del voto a los analfabetos. En Velasco Ibarra hay un primer intento de incorporación. Correa llega cuando ya la población está incorporada . Por eso su populismo es mucho más dañino para la democracia. Con él asistimos a la muerte lenta de la democracia. Guillermo O’Donell dice que la democracia no muere súbitamente, con un golpe de Estado, sino que es un proceso largo, una muerte lenta. En Ecuador se han dado varios actos de esta muerte: cuando la Asamblea Constituyente se atribuyó potestades legislativas y cerró el Congreso; cuando el gobierno interviene en la justicia; cuando se usan recursos del poder para ganar elecciones; cuando se utiliza al CNE para burlar la opinión de los ciudadanos que quieren una consulta; y ahora, una reelección indefinida… La democracia ecuatoriana ha muerto, Velasco Ibarra no la logró matar.

¿Cómo caracterizaría el izquierdismo de Correa?
Correa tiene una visión populista de la democracia, cree que el pueblo confía en él, que los plebiscitos le autorizan a ser intérprete de los deseos populares. Pero además tiene una visión de democracia sustantiva, como reparto del excedente. No creo que tenga una visión izquierdista revolucionaria. Cuando habla de marxismo a mí me da pena ajena. Muchos estuvimos desentrañándonos el coco leyendo a Marx y operando en grupúsculos, él jamás pasó por ahí. Pero sí mantiene con la izquierda la idea de que la verdadera democracia es la democracia sustantiva, en su caso entendida como justicia social. Su visión es tecnocrática y poco participativa. No hay instituciones de participación popular, solo participamos en las elecciones.

Él diría que a su Gobierno le importa tanto la participación ciudadana que hasta ha construido un poder del Estado para ella.
Claro, ha construido un andamiaje estatal de la participación, que es un absurdo. Pero ni aun en los mecanismos de participación hay verdadera participación. Va un funcionario con un Power Point, te explica unas ideas y te da un sánduche y una cola. Chao, se acabó la participación. Y cuando la sociedad trata de participar no la dejan, como a los Yasunidos, en la forma más vergonzosa. Es muy cómico leer a “Los Comunes” diciendo que debe haber un correísmo de base. A eso apostaron desde un principio y crearon un Frankenstein que se los comió. Estoy hablando de la izquierda que, en la casa de Alberto Acosta, decidió candidatizar a este señor Correa. Acosta hablaba del compañero presidente. Nunca lo fue. El compañero se libró de todos los que podían hacerle sombra.

¿Ve usted a Correa convertido, después de la próxima elección, en un gran ausente a la manera de Velasco Ibarra?
Todo dependerá de cómo termine su período. Si hay un colapso, una crisis económica, no creo que eso se dé. Espero que no ocurra. Pero si él logra retirarse con altos índices de popularidad, él va a ser el referente. Porque hay una cosa interesante: ¿por qué en este país no han logrado ponerse de acuerdo las fuerzas opositoras, excepto los grupos chiquitos de izquierda? Yo creo que es porque Correa no afecta los intereses de las élites ni de las clases medias. Los primeros hacen grandes negocios, los otros están de burócratas, con muy buenos sueldos. No hay necesidad real ni se percibe un peligro con el correísmo. El correísmo no da miedo, por el contrario, da muchas cosas con tal de que estés callado, levantes la mano, votes y digas que todo es bonito. (RA)
Un líder dice encarnar los deseos del pueblo. Y la idea de pueblo de los populistas –y en esto Correa es igual que Velasco Ibarra-(...)’.
Correa tiene una visión populista de la democracia, cree que el pueblo confía en él, que los plebiscitos le autorizan a ser intérprete de los deseos populares’.

El Persoanje: Tiene un Ph.D en Sociología por la New School for Social Research. En su ensayo La Seducción Velasquista profundiza las características del liderazgo político de Velasco Ibarra.

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