Cumbres Borrascosas
"La lealtad se paga con lealtad, la traición con distancia"
Lo que ha vivido la señora "vicepresidente" de la República, Verónica Abad, desde que el presidente Daniel Noboa, le retiró la confianza, ha sido la crónica de una tragedia anunciada.
El distanciamiento empezó al inicio de la campaña electoral, pero muy pronto las cosas se alborotaron, las relaciones de volvieron tormentosas, el "matrimonio" político llegó a su fin, y cada uno hizo su cruzada, lejos, mientras más lejos mejor. Los vecinos se volvieron distantes.
Pero qué es lo que pasó, por qué la ruptura, pues, hay versiones y versiones: que Abad desvió dinero de la empresa electoral, para su propio beneficio, que habló mal del padre de su binomio, que aquí puse y no aparece. Se ha dicho, también, que Abad gestionó recursos económicos, ante empresarios a nombre de Daniel Noboa.
Noboa gana las elecciones de manera inesperada, sorpresiva, porque las encuestadoras daban otras cifras, que los cálculos no cuadraban, que las posibilidades eran pocas, que los correístas se quedaban con las cajas destempladas, mientras que para la Vero, empezaba el verdadero calvario, no deseado ni al peor de los enemigos.
Mientras Noboa y sus amigos festejaban la investidura en Palacio de Carondelet, la pobre Vero, almorzaba en uno de los mercados de la capital de los ecuatorianos; ella muy elegante, pero con una carita de incertidumbre eterna, porque ya se imaginada lo que le venía por andar de traicionera, planificando con el prófugo, cómo deshacerse del novato político, que tampoco alcanzaba a entender lo que le estaba sucediendo, su vida privada, de empresario, dio un giro de 180 grados.
Daniel ordenó que su compañera en papeleta fuera "desterrada" primero como empleada sin responsabilidades a la Tierra Prometida, en medio de una cruenta y desigual guerra entre israelitas y Hamas, por la Franja de Gaza.
En eso, salta el caso del tráfico de influencias, y su hijo es acusado y llevado preso por exigir cargos a cambio de dinero, el proceso penal está por terminar, y según la fiscalía las pruebas presentadas son contundentes, y seguramente será sentenciado de tres a cinco años de cárcel, conforme los determina el Código Orgánico Integral Penal, en su artículo 285.
Pero las cosas no quedan allí, cada día se van enredando más, y la vida de la Vero se vuelve un verdadero infierno. Empieza una campaña de desprestigio en contra de la primera autoridad del país, en vez de tratar de apaciguar los ánimos, hecha más leña al fuego, y sueña con asumir la presidencia, ya sea a las buenas o a las malas, para lo que cuenta con la ayuda de los correístas, ya sea desde la Asamblea, ya sea desde el ático, ya sea desde los refugios donde se esconden los sentenciados y muy sabidos, que hicieron de la justicia un negocio millonario.
Acusaciones van y acusaciones vienen entre la Vero, el Daniel y sus colaboradores. Denuncias, acciones de protección, tarima en la desprestigiada Asamblea para que despotrique en contra del compañero que la hizo vice, porque algún trasnochado le aconsejó mal, pésimamente mal. Los resultados están a la vista de un pueblo que no alcanza a comprender hasta dónde llegó las ambiciones de poder de la Vero.
El resto de la crónica es más triste. La Vero es desterrada, esta vez, a Turquía como embajadora de nada, como representante de nada, de nada mismo, Estando en esas lejanas tierras turcas, le llega la infausta noticia de que el Tribunal Contencioso Electoral, le quita sus derechos políticos por dos años, una multa de 14 mil dólares, y pedir disculpas públicas a quien ofendió de palabra, o sea la Canciller de la República. Fin de la historia.
El Observador
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