domingo, 16 de enero de 2022

 

POR: Gabriela Astudillo Patiño

Publicado en la Revista El Observador (edición 126, diciembre de 2021) 

 


Re-conocer el Patrimonio
Amor a la orilla del río, amor que le ganas al frío…
amor de flores en la plaza, que compro y llevo a tu casa, amor del adoquín, del balcón y la ventana.
Amor que bajas al Barranco, recuerdo de tiempos pasados…
amor aunque el puente esté roto, te miro y recupero todo,
amor entre el maíz, las tejas y la Cruz del Vado...
(D. Sojo, cantautor costarricense)

Cuenca, a veintidós años de haber sido declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, a un año de conmemorar el Bicentenario de su Independencia y a dos años de convivir con una pandemia, cabe recalcar lo mencionado en el libro conmemorativo “La ciudad de todas las orillas”: “…Al iniciar la pandemia, la ciudad se detuvo durante varios y largos días. Recorrer la urbe amada, en ese contexto, resultó un ejercicio para ver lo que en verdad la hace única. Más allá de su belleza arquitectónica o paisajística e histórica, es la expulsión de la gente que la habita, el sonido de la gente compartiendo, construyendo el presente y el futuro...”

En virtud de ello, es importante analizar el recorrido que ha tenido la gestión del patrimonio durante estos últimos años, partiendo de que el 4 de diciembre de 1999, el Centro Histórico de Cuenca -CHC-, fue incluido en la lista del Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO, por lo que uno de los instrumentos clave como mecanismo de dicha gestión es por ejemplo, el Plan Especial del CHC, cuyos objetivos, de acuerdo al documento borrador elaborado en el año 2010, serían entre otros:  Preservar su patrimonio edificado y natural, adaptando sus usos y funciones a las nuevas condiciones…, Reequilibrar lo residencial, con la de actividad económica…, Poner en valor el espacio público y el espacio edificado…., Ordenar y desincentivar el uso del vehículo automotor…, Aportar a la construcción de un sistema de movilidad compatible con la conservación, aprovechamiento y disfrute de su estructura urbana y arquitectónica. Desconcentrar los equipamientos antiguos o redundantes hacia otras zonas de la ciudad… (red de centralidades)

Paralelamente en este mismo año, entra en vigencia la Ordenanza para la Gestión y Conservación de las Áreas Históricas y Patrimoniales del Cantón Cuenca, constituyendo el marco legislativo a fin de “preservar, mantener y difundir el patrimonio arquitectónico, cultural y natural del cantón y construir los espacios públicos para estos fines”, de tal forma que estas áreas, es decir, el Centro Histórico, El Ejido, los sitios del Cantón Cuenca declarados como Patrimonio Cultural del Estado, y los diferentes elementos urbanos, arquitectónicos, naturales y paisajísticos del área urbana y rural, declarados como Patrimonio Cultural del Cantón por resolución del I. Concejo Cantonal, deben cumplir con las normas de actuación establecidas en la mencionada Ordenanza, actuaciones que serían conocidas, resueltas y aprobadas por la Dirección de Áreas Históricas y Patrimoniales del GAD Municipal de Cuenca. De esta manera se busca sensibilizar y desarrollar innovadores planes especiales para salvaguardar y promocionar el patrimonio de manera integral, a fin de que exista un correcto mantenimiento y rehabilitación de las edificaciones, e incluso la conservación preventiva.

Suelo Urbano de Protección con Interés Patrimonial
Actualmente se lleva a cabo la ejecución del Plan Especial del Centro Histórico, plan complementario que actualizaría su manejo y gestión específicos conforme a las nuevas disposiciones legales nacionales, considerado como “Suelo Urbano de Protección con Interés Patrimonial” y a la vez como la principal Centralidad Urbano-Regional,  dentro del Plan de Uso y Gestión de Suelo (PUGS), una zona consolidada con características homogéneas en cuanto a densidad, trama urbana, infraestructura, costo del suelo, valor patrimonial, etc. donde sobresale la mixtura de usos (residencial-comercio) y servicios especializados (gestión y administración, cultura, etc.) obviamente se deberá tomar en cuenta las nuevas necesidades ante la pandemia, como desconcentrar las actividades hacia otras centralidades y nodos alejados del centro en los ámbitos económicos, sociales, recreativos y culturales, complementado con una movilidad eficiente y alternativa, fortaleciendo la puesta en valor del patrimonio cultural material e inmaterial, y generando nuevos espacios de cercanía y accesibilidad, abiertos, multifuncionales, seguros e incluyentes, que aporten al desarrollo de buenas prácticas físicas y culturales.

Se conoce que las intervenciones en dichos espacios de valor podrían ser ejecutadas por Instituciones públicas o privadas, profesionales en la rama de arquitectura, urbanismo e ingeniería, y ciudadanos en general, por lo que claramente está en nuestras manos respetar las normativas y contribuir a la conservación del patrimonio de una manera sustentable, y por ende fomentar el regreso de la vivienda a dichas áreas, ya que a más de la actividad económica, el uso residencial es indispensable para reactivar la vida en el CHC, en palabras de la Arq. Diana Piedra: “…proteger la Ciudad para preservar en nuestra memoria y corazón, aquellos recuerdos de barrio, de nuestros vecinos, de las casas cercanas y de las vivencias que guardamos con celo; pues todo aquello nos asiste al momento de descifrar nuestro terruño, de re-conocer a su gente, de re-pasar sus caminos y así entregar este singular presente a los que vienen…”

Se debe aprovechar el hecho de que las condiciones culturales, paisajísticas, arquitectónicas y urbanísticas de Cuenca son una fortaleza, constituyendo una “ciudad intermedia” con servicios sociales de amplia cobertura y niveles menores de segregación social que otras ciudades, obviamente tiene ciertas debilidades por resolver, por ejemplo el tema de la migración, seguridad, tráfico vehicular, intervenciones sin permiso, comercio informal, etc. sin embargo, lo dicho anteriormente contribuye a tener un CH altamente visitado por propios y extraños. A partir de re-conocer aquellas condiciones cotidianas, y a la vez de, respetar las raíces, se van creando nuevas historias que continúan transmitiendo la identidad adaptada a las nuevas necesidades, “…con sentimientos pasados y deseos futuros, recreando el patrimonio, en donde cada restauración es una intervención de un pedazo de la ciudad, la cual, a más de los valores materiales, tiene memoria, algo intangible…” (Marcelo Ferraz) Por ello son importantes, como siempre digo, las alianzas y trabajo mancomunado, considerando que las ciudades son espacios diversos, en donde las instituciones públicas difunden, incentivan y controlan la protección y recuperación de las áreas históricas y patrimoniales, los profesionales aportan con su conocimiento y creatividad como servidores de la sociedad, y la ciudadanía en general colabora y forma parte activa de dichas alianzas -pues es para ellos y ellas- conscientes de que un bien patrimonial es digno de ser aprovechado y reutilizado con la intervención adecuada.  De esta manera, es importante entender su valoración, y más aún en esta época crítica y en proceso de re-activación, lo cual está estrechamente relacionado con la memoria colectiva, con la pertenencia, porque aquello nos ayuda a ser mejores ciudadanos/as, a ser resilientes, a apropiarnos de algo y amarlo, y así contribuir a cuidarlo para orgullo de todos y todas.

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