Publicado en la Revista El Observador (edición 126, diciembre de 2021)
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El poeta español Gustavo Adolfo Bécquer, en sus 34 años de existencia, ya tuvo fama de poeta romántico, pero su prestigio mundial surgió después de su muerte, con la publicación de sus 55 Rimas y 28 Leyendas. En esta página constan la Rima IV y la Rima VIII, por tratar de la Poesía: Rima IV No digáis que agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas; mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista; mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías; mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista; mientras la humanidad, siempre avanzando no sepa a do camina; mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía! Mientras sintamos que se alegra el alma, sin que los labios rían; mientras se llore sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan; mientras haya esperanza y recuerdos, ¡habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran; mientras responda el labio suspirando al labio que suspira; mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas; mientras exista una mujer hermosa ¡habrá poesía! Rima VII Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve que sabe arrancarlas! ¡Ay!-pensé- ¡Cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz, como Lázaro, espera que le diga: Levántate y anda! En relación a estas Rimas de Bécquer, Rubén Darío (Félix Rubén García Sarmiento), nicaragüense, en 1887 publicó un libro también llamado RIMAS. Y recuerda la Rima VII de Bécquer, en el poema HAY UN VERDE LAUREL. Hay un verde laurel. En sus ramas un enjambre de pájaros duerme un mudo reposo, sin que el beso del sol los despierte. Hay un verde laurel. En sus ramas que el terral melancólico mueve, se advierte una lira, sin que nadie esa lira descuelgue. ¡Quién pudiera, al influjo sagrado de un soplo celeste, despertar en el árbol florido las rimas que duermen! ¡Y flotando en la luz el espíritu, mientras arde en la sangre la fiebre, como “un himno gigante y extraño” arrancar a la lira de Bécquer! En este poema Rubén Darío demuestra, hasta con el título de su libro, la importancia que tuvo para él las Rimas de Bécquer; por las metáforas, sencillez y claridad de los versos, de fácil entendimiento. Además Bécquer expresa lo que es la Poesía y en dónde encontrarla; y precisamente por estas cualidades poéticas, Bécquer tiene fama mundial. Bécquer dice claramente que la poesía no está en la forma, por bonita que sea, sino en el fondo; no está en el continente, sino en el contenido; no está en el cuerpo, sino en el alma. De modo que los versos no son poesía, los versos forman el poema y la poesía está adentro. Entonces las figuras literarias sólo adornan a los versos, para que la poesía sea más hermosa. Respecto al verso, el poeta español José Zorrilla y Moral (1817-1893), el 31 de Mayo de 1885, en una parte de su discurso de ingreso a la Real Academia Española, expresa: ¿Qué los versos no son la poesía? No, pero son su vestidura regia, son de su jerarquía el atributo, la pedrería son de su diadema, de su manto real son los armiños; la poesía, por el verso, es reina; la versificación es la cuadriga de corsas blancas con que va a sus fiestas, la góndola de nácar en que boga, y las alas del cisne con que vuela. Pero la poesía no es exclusiva del verso, sino también es de la prosa. Un bello ejemplo es “Platero y yo”, novela literaria de Juan Ramón Jiménez Mantecón, Premio Nobel de Literatura 1956; publicada en 1914. Es de género narrativa. |
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