martes, 17 de enero de 2017

Un fantasma ronda las frecuencias

Felipe Burbano de Lara
Martes, 17 de enero, 2017 - 00h07


El gobierno de la revolución ciudadana ha dejado para el último momento de su largo mandato la redistribución de las frecuencias de radio y televisión a través de un concurso que se encuentra en su fase final. Pende sobre los medios privados e independientes una suerte de espada de Damocles en el marco de la interminable y asfixiante política y retórica gubernamental en su contra. Hay temor, por supuesto, entre muchas radios y canales con una larga trayectoria, con prestigio y audiencias consolidadas, cuyas posturas han sido críticas al Gobierno, de una represalia y castigo final en nombre de una postura seudorrevolucionaria. Vivimos un momento crucial y muy peligroso de este largo proceso político: el final del ciclo y el deseo infinito de Rafael Correa por coronarse como el gran héroe de la izquierda del siglo XXI. El heroísmo del fin de ciclo, podríamos llamarlo, cuyo propósito no es otro que satisfacer los delirios carismáticos, redentores, del señor Correa.
Hay temor a la arbitrariedad de la revolución ciudadana en medio de este fin de ciclo. Ya se ha denunciado la falta de transparencia del concurso, el cambio sistemático de sus reglas, la coincidencia con un momento electoral y la falta de veedurías ciudadanas. ¡Imagínense una fiesta revolucionaria en la segunda vuelta electoral proclamando la reversión de las frecuencias a todos los medios acusados de calumniadores y mercachifles! Los expertos en temas de comunicación también dudan de que el concurso de frecuencias concluya con una reconfiguración del mapa de medios en términos de una distribución equitativa entre públicos, comunitarios y privados, como ha prometido el Gobierno. El modelo fue diseñado desde un desconocimiento enorme de cómo funcionan esos medios, sus posibilidades y requerimientos técnicos y de inversión. Ya veremos el resultado.
A ese temor de represalias, de fiesta revolucionaria de fin de ciclo, se une la gravísima denuncia realizada la semana pasada por Fundamedios: 18 empresas del poderoso empresario mexicano Ángel González, conocido como el Fantasma, han presentado ofertas para acceder ¡a 60 frecuencias de televisión abierta y 43 de radio FM! Las ofertas de González ya fueron calificadas en la primera fase del concurso por Arcotel y ahora está en manos de la Cordicom la decisión final. De concretarse la concesión de frecuencias a las empresas del Fantasma, la revolución ciudadana habrá reconfigurado el mapa de los medios desde la más burda lógica mercachifle y mediante la conformación de un monopolio sin antecedentes en el Ecuador. El Fantasma posee ya varias radios y canales en el país, y desde hace algún tiempo también es propietario de El Comercio. Todo el discurso de la democratización de los medios, alimentado desde un marxismo vulgar que reduce el espacio público a una burda expresión del poder de los dueños del capital, y que los seguidores de Alianza PAIS han aplaudido a rabiar en los últimos diez años, quedaría pulverizado por ellos mismos.
El riesgo del concurso es doble: dejarnos sin las radios y las televisiones cuyos espacios informativos y de opinión nos mantienen atentos a lo que ocurre en el país, y dominados por los intereses de un empresario extranjero a quien el Ecuador importa solo como un gran mercado. He ahí el posible desenlace de la política de medios de este Gobierno demagógico y arbitrario. (O)

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