jueves, 5 de enero de 2017

ANIVERSARIO DE “EL OBSERVADOR”

Publicado el 2011/04/09 por Editorial

ALBERTO ORDOÑEZ ORTIZ
La “permanencia” de un Diario, de una Revista o de cualquier otro medio de comunicación, es tarea erizada de permanentes dificultades y de inimaginables peligros. ¡Que lo digan sino los organismos de Derechos Humanos de cara a los periodistas desaparecidos de otras latitudes! Pocos -sólo los mejores- son los que superan la mar de contingencias que deben enfrentar en el día a día para garantizar la plenitud de una vigencia sin titubeos, temores, ni claudicaciones. Hay diarios que han durado pocos meses y revistas que no han pasado de unos cuantos números. Ese infortunado destino que, en nuestro medio es una constante, evidencia dos aristas básicas: la ausencia de calidad y, como su corolario, el desencanto del colectivo por los enfoques de sus editorialistas, articulistas y comunicadores.
En ese enclave, la edición de cualquier medio y su aceptación por parte de sus destinatarios, exige de tareas no solamente faraónicas sino draconianas, por un rigor que no admite desmayos. Sus directivos deben mantenerse en un “estado de alerta” permanente. La supervisión de los textos o de las imágenes no es tema de un día o dos -como las personas poco avisadas podría creer- sino de toda una vida de perseverancia, sacrificios y desvelos. Constituirse en una suerte de atalaya que penetre a profundidad en los intereses de las naciones y de sus comunidades, penetrar en el meollo de los temas hasta que arrojen toda su luz y, permitir que sea una pluralidad de opiniones la que guíe su quehacer, son exigencias que van de la mano de un periodismo sin ataduras, de un periodismo en el que quepan incluso las opiniones no compartidas.
La admisión del pensamiento ajeno. especialmente de nuestros contradictores, no es nada fácil, pero, en cambio, resulta indispensable en la medida en que permite que la independencia crítica fluya sin limitantes. Su vigencia garantiza la de la democracia y, por ende, la de los pueblos. Bajo esa concepción, el periodismo es una suerte de espejo en el que se reflejan las visiones de todos los actores sociales. Entonces -y sin aspavientos- debemos paladear con meticulosa fruición, la plenitud libertaria de Diarios como el nuestro y, de todos los Medios que, de igual manera cumplen son su noble misión redentora.
Es, en ese marco, donde se ubica la sesuda y reflexiva tarea que viene cumpliendo la Revista “EL OBSERVADOR”, colega en ese batallar por el libérrimo ejercicio de la palabra que puede galvanizar o enaltecer. Su presencia a nivel local, regional y nacional rubrican su compromiso con los más nobles ideales de un periodismo sin dadivosas concesiones, ni limitantes restricciones. Bajo la dirección de Jaime Cedillo, suma de experiencia, talento y, de esa singular capacidad para “leer” el verdadero trasfondo de la noticia, propio de los mejores comunicadores, EL OBSERVADOR acaba de cumplir su Décimo Tercer Aniversario Fundacional. Para el periodismo de fuste, no es un aniversario más, sino punto de encuentro en el que coincidimos todos los periodistas libres y democráticos.¡Enhorabuena!

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