Por: ALEXANDRA KENNEDY
Jueves 31/10/2013
Este artículo pretende señalar por enésima vez el
manejo irregular del patrimonio cultural y el peligro existente de que lo que
con tanto afán y cuidado se realizó en épocas anteriores, sea borrado con el
codo. El resultado final, que nuestras dos ciudades patrimoniales: Cuenca y
Quito pasen a formar parte del listado de patrimonio en riesgo. Recordar al
lector que los municipios son los custodios legales de su ciudad histórica, que
el Gobierno central nada tiene que hacer en ello según las correspondientes
leyes expedidas por el mismo Instituto Nacional de Patrimonio Cultural y
Natural. A pesar de todas las advertencias por parte de técnicos e
instituciones internacionales como el Icomos, en el Centro Histórico de Quito
se ha derrocado ya la Dirección de Salud (Mejía y García Moreno), el terreno
baldío pasará a ser un parque contra viento y marea. Nada semejante se ha
realizado en un Centro Histórico colonial…
En Cuenca, en cambio, el mismo
Municipio actúa sobre su Plaza de San Francisco que será convertida en un
destino vehicular; en la propuesta consta un estacionamiento para 200 vehículos
motorizados y otros extraños elementos como la presencia de un centro comercial
subterráneo, casetas cilíndricas en la superficie, arborización y graderíos en
uno de los costados. El otro proyecto de movilidad es el del "Tranvía de
los 4 ríos", proyecto lanzado hace dos días; 14 tranvías recorrerán y
reemplazarán obsoletos y caóticas líneas de buses. Afirmamos que este es un
gran proyecto de movilidad, sin embargo, se trataba de rodear el Centro no de
atravesarlo. El primer caso resulta extraño, una contradicción si recordamos
que el actual Alcalde, y con toda razón, ha realizado una campaña sostenida por
el uso de bicicletas. En ambas ciudades las autoridades hablan de la presencia
humana no motorizada, un modelo de movilidad sustentable que frene el uso indiscriminado
de automóviles. Esto supondría, como debe ser, el que los centros históricos
caminen hacia su peatonalización, y que el transporte público sea periférico,
así como sus paradas. Pero se actúa en contra de aquello que se predica. Las
líneas de crédito para las ejecuciones de estos proyectos son jugosos y
atractivos. Es que hablar y creer en el cuidado del patrimonio no es sexy
políticamente hablando; se sacrifican intereses personales en los que descansa
la actual práctica política, por aquellos colectivos. Si bien llevada, la
conservación supone gastar menos con eficiencia, recuperar el espacio para y
por los ciudadanos de a pie sobre todo, y la protección de los valores
patrimoniales relacionados con estudios históricos, arqueológicos y antropológicos
que sirven no solo para llenar formularios, sino para resolver de mejor manera
procesos de salvaguarda.
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