Por: Jeanette Hinostroza
jhinostroza@hoy.com.ec
Muy valiosa la presentación del secretario de
Comunicación Fernando Alvarado en un
foro para hablar sobre comunicación y libertad de expresión organizado por la
prestigiosa Universidad de Columbia, en Nueva York; lo que Alvarado no dijo es
que en el Ecuador el Gobierno solo participa en foros, conversatorios o
programas de televisión organizados directa o indirectamente por la institución
que él preside y en los que a la hora de hacer preguntas no tienen acceso todos
los periodistas, sobre todo si trabajan en medios no alineados.
Fernando Alvarado dijo que la Ley de Comunicación
ecuatoriana, se creó para evitar que se repita la relación incestuosa entre el
poder económico y el poder mediático, que habría ocultado información durante
la crisis bancaria de finales de los noventa; lo que no dijo es que el de la
relación incestuosa era un solo grupo económico con más de 50 medios en su
poder, pero que la mayoría de medios de comunicación no tenía compromiso con
nadie e hicieron pública la información que tuvieron a su alcance; y otra que
fue ocultada deliberadamente por las autoridades de turno, fue dada a conocer
después de la crisis bancaria.
Si lo que se quería es evitar la ocultación de la
información, lo que la Ley de Comunicación debería garantizar es la obligación
de los gobiernos de turno de entregarla a los periodistas y no, como está
sucediendo ahora, que hay acceso restringido a la información pública.
Lo que tampoco contó Fernando Alvarado es que a ese grupo
económico le incautaron sus medios de comunicación y hoy la relación incestuosa
ya no es entre el poder económico y mediático, sino entre el poder político y
el mediático; que su Gobierno maneja el conglomerado de medios más grande del
país y que solo publica la información que le interesa. Defendió la ley actual diciendo que es mejor
que la creada en la dictadura militar en donde tres personas del Ejecutivo
decidían sobre el futuro de los medios de comunicación; pero lo que no dijo es
que ahora ese poder de decisión está en manos de seis personas y que cuatro de
ellas trabajaron en o para su Gobierno.
El tema que más preguntas provocó es sobre quién califica la
información de interés público que ahora los periodistas estamos obligados a
cubrir; los académicos y periodistas asistentes no cayeron en cuenta que Alvarado
fue claro cuando dijo que quien decide es el Consejo de Regulación.
Alvarado no pudo responder al cuestionamiento del profesor
John Dinges, que dijo que la las leyes progresistas de comunicación le ponen
límites a los gobiernos, pero que la ecuatoriana limita y controla a los
medios, lo que en resumen constituye un retroceso en cuanto al derecho a la
libertad de expresión, prensa e información.
Casi al final alguien le preguntó sobre el extraordinario parecido de
varios artículos de la ley de comunicación con el libro 1984 de George Orwells,
que describe lo que le pasa a una sociedad servil con el poder; Alvarado se
limtó a decir “no sabría como responder a su pregunta…” Lástima pues su
respuesta también pudo haber explicado por qué su agresiva estrategia
comunicacional se parece tanto a la de Joseph Goebbels.
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