Por: Jaime Cedillo Feijóo
¡Qué gran estafa se cometió en contra
de centenares de ciudadanos oriundos de Cuenca, en su gran mayoría¡. El golpe
fue perfecto. Perdieron los ahorros de toda una vida de esfuerzo, casi sin
descanso, porque para los pobres la palabra descanso no existe ni siquiera en
su imaginario. Trabajaron sin pausa en distintas actividades públicas y privadas.
Los fondos que lograron reunir, de centavo en centavo, día a día, semana tras
semana, mes a mes, y año por año, privándose de cosas elementales, sirvió
para que unos delincuentes de cuello blanco se lleven sin contemplaciones. Se
quedaron en la calle de la noche a la mañana. No tienen ni para hacer el
mercado, peor para adquirir medicamentos para sus dolencias, para curar esos
achaques que llegan con el paso del tiempo. Desde que se enteraron que habían
sido burlados por la cooperativa que ofrecía el oro y el moro, la del modelo
exitoso, la del candidato del cooperativismo verde, han caído en un hueco
profundo que se llama incertidumbre.¿ Ahora qué hacemos?.¿ A quién acudimos?,
me preguntan, con rostros de indignación, impotencia, desesperación.