domingo, 31 de marzo de 2024

 

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POR UN MUSEO DE LA FOTOGRAFÍA
René Cardoso Segarra.
(El Mercurio, domingo 31 de marzo 2024)
Cuenca se destaca en la historia de la fotografía, a inicios del siglo XX, por constituir una de las ciudades del país con una notable presencia de fotógrafos que se dedicaron a captar múltiples escenas de la vida ciudadana. Este registro de imágenes le ha permitido a la ciudad conservar un legado de memorias visuales muy rico en sus temáticas y épocas. Importantes fotógrafos extranjeros y cuencanos, desde finales del siglo XIX, dejaron sus huellas en sus imágenes reveladas. Captaron con sus mágicas cajas y lentes las historias visuales de una ciudad recoleta y adormilada entre el retoque de los campanarios de sus iglesias y las aguas cantarinas de sus ríos. Camilo Ferrand, Francisco Narbona, Federico Guerrero, Javier Borja, Manuel Ordóñez, Emmanuel Honorato Vázquez, Manuel Jesús Serrano, José Salvador Sánchez, Víctor Coello, José Antonio Alvarado, Agustín Landívar, Rafael Sojos, sólo para citar algunos de la primera época de la fotografía en Cuenca.
Más entrado el siglo XX aparecen nuevos cultores del arte fotográfico como Alejandro Ortiz Cobos, Vicente Tello, Luis Serpa, Alejandro Ortiz Cartagena, y cientos de aficionados, algunos aún por conocerse -como el caso de mi padre Alberto Cardoso Feicán, cuya fotografía ilustra este artículo- que captaron momentos diversos de la historia de Cuenca o simplemente de sus sencillas vidas cotidianas. Todos legaron importantes colecciones, algunas en espera de ser descubiertas y expuestas a miradas diversas, descifradas, reinterpretadas, para lo cual es necesario iniciar proyectos de investigación histórica y museológica.
Puedo afirmar que base fundamental del acercamiento a la historia cuencana de finales del siglo XIX y del XX, forma directa de reconocimiento de memorias colectivas e individuales, constituyen las colecciones fotográficas cuencanas, algunas en poder de instituciones de la ciudad y una mayoría en manos de personas particulares, e incluso otras muy importantes que la intitucionalidad cultural de la ciudad permitió que sean trasladas a archivos de Quito.
Se conoce mejor la historia de la fotografía cuencana de inicios del siglo XX gracias a valiosas publicaciones sobre este particular, pero lamentablemente las épocas más cercanas como las de los años cincuenta y sesenta, han sido poco indagadas, evidenciadas, mostradas. Y es en estos períodos cuando aparecen las cámaras fotográficas más asequibles, compactas y también cámaras de filmación diseñadas para uso familiar como las de 8mm, tecnologías nuevas que democratizaron la afición por el registro de imágenes.
Que interesante que sería que alguna institución cuencana tenga la iniciativa de organizar un museo con altas tecnologías para la conservación de un patrimonio tan delicado como la fotografía, con excelentes programas de investigación, proyectos editoriales y museográficos de la fotografía e imágenes en movimiento. Seguro que muchas familias confiarían sus valiosas colecciones a este repositorio cuencano y seguro también que archivos tan valiosos como los de Miguel Díaz Cueva o Manuel Jesús Serrano, ahora en poder del Instituto Nacional de Patriminio Cultural en Quito, retornarían a su lugar de pertenencia, Cuenca.

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