Una ministra de cultura que a pocos meses de su salida dispone desde Quito sobre un bien patrimonial de la ciudad de Cuenca, condenando de esta manera al Museo Pumapungo a seguir con sus miles de piezas que conforman sus colecciones deteriorándose en los infernales sótanos de un edificio que nunca fue diseñado para museo. ¿Y las autoridades?
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