miércoles, 9 de mayo de 2018

El Consejo de Participación Ciudadana y sus enemigos

  en Columnistas/La Info/Las Ideas  por 
En escenarios de alta incertidumbre e interacción permanente (juegos repetidos), las decisiones asumidas por un actor pueden ser clave no sólo para reducir la conflictividad política y social sino también para que las preferencias (objetivos) de los demás actores se revelen de forma más clara. En general, el actor clave (hegemónico) suele estar provisto de una serie de recursos, materiales y/o simbólicos, que le permiten no sólo llevar a cabo sus propósitos sino también influir para que el resto de actores tomen decisiones que vayan en la misma dirección. Aunque dichos actores quisieran operar en una forma distinta (inclusive en contra de lo que el actor clave desea) la presión es tan fuerte que incluso a regañadientes terminan por aceptar la dinámica política impuesta por el actor clave. La relación asimétrica de poder entre el actor clave y los demás se conoce, en estrategia política, como el juego “principal-agente”. La abstracta referencia al juego “principal-agente” tiene en el escenario ecuatoriano un ejemplo propio de un libro de texto. Veamos.
El Consejo de Participación Ciudadana de transición es el “principal”. Posee el mayor de los recursos que cualquier político desea: la aceptación ciudadana. Dicho respaldo no sólo proviene de los resultados de la pasada consulta popular sino también de las adherencias que ha recibido durante las últimas semanas desde distintos sectores sociales y políticos. Aunque algunos de esos apoyos son coyunturales y esconden tras de sí sus propios intereses políticos, lo cierto es que las acciones del Consejo gozan de un ambiente de legitimidad popular que las torna poco cuestionables. Adicionalmente, el hecho de que los integrantes del Consejo, y esencialmente su presidente, gocen de prestigio intelectual y moral dan cuenta de un actor con recursos simbólicos suficientes para orientar la dinámica política a la que se enfrenta. A diferencia de otros casos, en este juego “principal-agente” los recursos económicos no son un factor determinante. Por tanto, las decisiones asumidas por el Consejo son las dominantes y el resto de actores, aún contra su voluntad en algunos casos, tienen que seguir la misma línea.
La Asamblea Nacional es uno de los “agentes”. Aunque en realidad no desea que muchas de las acciones del Consejo lleguen a buen puerto, no tiene otra alternativa que apoyarlas. No obstante, la Asamblea Nacional le “informa” al Consejo que también posee recursos y que, aunque limitados, los puede poner en juego. No se explica de otra forma la ágil destitución del ex Fiscal y el inicio del enjuiciamiento político a los miembros del Consejo de la Judicatura. No es lo mismo que Baca y Jalkh se vayan por un juicio político a que sean destituidos por incumplimiento en sus funciones. No es lo mismo que los destituya el Consejo a que lo haga la Asamblea Nacional. En ese juego de la Asamblea Nacional de desafiar al “principal” se enmarca también la negativa a aprobar una resolución de apoyo a las acciones del Dr. Trujillo y sus colegas. En la misma dinámica está la petición de que el presidente del Consejo comparezca a informar a la Asamblea Nacional. Aunque este “agente” conoce que sus recursos son más limitados que los del “principal” prefiere ser observado como un actor dispuesto a dar batalla.
Las bancadas legislativas constituyen otros “agentes” en este juego político. Los partidos de oposición conocen de la asimétrica relación que tienen frente al Consejo por lo que asumen su posición de desventaja y deciden apoyar al “principal”. No obstante, en la medida que les resulta factible, presentan reacciones a través de decisiones en conjunto con el resto de asambleístas. La bancada de Aliados de Alianza País (que en realidad no se sabe de quién son aliados) intentaron en principio resistirse al juego generado por el “principal”, aunque de a poco han dimensionado sus reales capacidades por lo que han decidido finalmente replegarse. No se entiende de otra forma como las vehementes demandas para que la Corte Constitucional interprete los alcances de la acción del Consejo han bajado de tono con el paso de los días. Finalmente, la bancada del pater familias juega a la posición intermedia: apoyar al Consejo en algunos temas, oponerse en la mayoría, y apostar a la deslegitimación del gobierno como el mecanismo para salir de este incómodo juego “principal-agente”. Debe ser difícil estar siempre del lado del “principal” y pasar súbitamente a la orilla del “agente”.
El gobierno es el último “agente”. Aunque en realidad no desea que el Consejo de la Judicatura sea destituido, no tiene otra opción que someterse a la decisión del “principal”. Hay que comparar la aceptación del Presidente de la República y la de Julio César Trujillo y allí se encontrará la explicación del repliegue gubernamental en su defensa a Jalkh. Por ello es que, ante la ausencia de comunicación entre Carondelet y su bancada legislativa, el Presidente Moreno ha tenido que desesperadamente llamar a la disciplina partidista de forma pública, a través de una cadena nacional. El mensaje ha sido claro: no hay otra opción que someterse al “principal”. No hacerlo le llevaría al gobierno a cosechar una serie de desaciertos que, hasta la fecha, no han sido aún capitalizados en su contra. Si la bancada de Alianza País es también bancada del gobierno (lo que a la fecha no es muy claro) deberá recibir esa señal de alerta de forma inmediata.
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El juego del “principal-agente” permite entender de forma clara cómo un actor provisto de mayores recursos políticos y/o materiales puede orientar las decisiones de otros que se encuentran en condiciones de desventaja. Si bien ahora mismo el Consejo es el “principal”, su posición puede cambiar en el transcurso del tiempo. Por ello, para asegurar que sus decisiones más importantes puedan materializarse, debe destituir a la brevedad al Consejo de la Judicatura e iniciar el proceso de evaluación de la Corte Constitucional. En un juego de estrategia política como el recreado, el tiempo juega un papel trascendental y los que ahora aparecen como “agentes” no estarán dispuestos a asumir su posición por mucho tiempo más. La incomodidad de la Asamblea Nacional, del gobierno y de los partidos políticos es notoria. Aceptar que siete personas que no han sido elegidas por voto popular tengan más credibilidad ciudadana que ellos debe ser realmente frustrante.

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