lunes, 28 de mayo de 2018

Lenín Moreno: crónica de un año de transición democrática
La estrategia de Lenín Moreno impidió la trampa del cartel liderado por Rafael Correa, quien desde su ático en Bruselas se plantó como el único opositor político de Moreno, acusándolo de “traidor” y desatando contra él una campaña de desprestigio dentro y fuera del país.
23 de mayo del 2018
GUSTAVO ISCH
El primer año de Lenín Moreno como presidente de la República del Ecuador puede definirse como el de la transición del correato hacia la recuperación de la democracia.
Si algo ha marcado la gestión del actual mandatario durante este período, fue el paciente y medido esfuerzo por desmontar el modelo caudillista y totalitario liderado por el expresidente Correa, que durante una década mantuvo secuestrada la autonomía y la independencia de las funciones del Estado, irrespetó derechos humanos y libertades fundamentales, pisoteó todos los valores de una sociedad democrática, y colonizó la esfera pública con una campaña permanente de comunicación y propaganda cuyo mayor éxito fue el  dividir el país y fanatizar a sus adeptos.
El énfasis de la política en la estrategia de Moreno durante este año, por sobre otros componentes de gobierno  como por ejemplo la economía, se explica fácilmente: sin una fuerza orgánica que lo respalde en territorio, sin la capacidad de incidir en el cambio de la correlación de fuerzas dentro de la Asamblea, cercado por operadores del correísmo enquistados en el régimen como parte de la cuota política de Alianza País (antes de su quiebre), habría sido un suicidio político para Lenín Moreno ensayar cualquier tipo de reforma y peor aún, encausar un proceso de transición vital para la sobrevivencia del Ecuador.
Correa nunca entendió lo que es la democracia y su única manera de estar vigente es despedazarla y rumiar de ella. Si en cambio Moreno continúa fortaleciéndola, el antibiótico que dicho sistema lleva en su ADN terminará por matar de inanición al caníbal autoritario.
La celada del correísmo en las pasadas elecciones consistió en mantener un títere en Carondelet, conservar el control de las instituciones de control, fiscalización y justicia para garantizar la  impunidad de sus demenciales actos de corrupción política y económica; sabían que su modelo se había vuelto inviable y por ello apostaban al fracaso del nuevo gobierno ante la inminente crisis económica; ésa era en realidad “la mesa servida” preparada para el retorno de Correa como “salvador”, gracias a la figura de la reelección indefinida que mañosamente el mismo autócrata hizo que aprobara su cohorte de alza-manos en la Asamblea.
La estrategia de Moreno impidió la trampa del cartel liderado por Correa, quien desde su ático en Bruselas se plantó como el único opositor político de Moreno, acusándolo de “traidor” y desatando contra él una campaña de desprestigio dentro y fuera del país.
Sus berrinches hallaban eco en algunos medios masivos desde los cuales fue evidente una orientación informativa que minimizó la presencia del caudillo, y anunciaba una paulatina pérdida del insaciable protagonismo mediático con el que acostumbra alimentarse. Esto lo obligó —en un acto desesperado y mal calculado— a dejar momentáneamente la comodidad de su ático y  protegido por sus guardaespaldas, encabezar en territorio ecuatoriano la campaña por el NO en la Consulta Popular convocada por Moreno a inicios de este año, y en la cual fue derrotado tres a uno y comprobó que los ecuatorianos literalmente estaban dispuestos a recobrar la democracia con muchos huevos y no solo con votos.
La mayor parte de la estrategia de Correa hasta el momento ha fracasado estrepitosamente, aunque no hay que olvidar que aún conserva relativa influencia en un grupo importante de asambleístas, en el poder judicial, algunos leales pajes y “pajas” en el Ejecutivo, y un incierto número de burócratas en el obeso sector público que engordó de su mano. Pero va cuesta abajo y si no se reinventa está condenado a la derrota definitiva.

Lenín Moreno en su primer informe al país, este 24 de mayo último, entrega a la presidente de la Asamblea Nacional, Elizabeth Cabezas,  el proyecto de ley sobre la extinción  de dominio.
Correa nunca entendió lo que es la democracia y su única manera de estar vigente es despedazarla y rumiar de ella. Si en cambio Moreno continúa fortaleciéndola, el antibiótico que dicho sistema lleva en su ADN terminará por matar de inanición al caníbal autoritario.
Moreno ha calculado bien hasta ahora el peso gravitante de sectores sociales activados por fuera de los partidos tradicionales, que enfrentaron al correísmo corrupto y abusivo en la década pasada, y lo aprovechó a su favor para direccionar la percepción mayoritaria hacia un objetivo prioritario ampliamente consensuado: salir de Correa.
Lenín Moreno provocó la implosión del movimiento oficialista Alianza País, y obligó a su antecesor, sus sacerdotisas, aúlicos y feligreses, a desafiliarse de la tienda verde flex.
Este es un primer dato muy aleccionador: aunque debió bregar en el Legislativo para romper la hegemonía de Alianza País, y lo hizo a través de evidentes acuerdos con otros partidos e incluso abriendo una brecha en el propio movimiento verde flex, Lenín Moreno demostró que es factible liberarse al menos parcialmente del control absoluto ejercido por un partido único, o por un sistema de pesos y contrapesos auspiciados por partidos anquilosados. 
Por si fuera poco, Lenín Moreno provocó la implosión del movimiento oficialista Alianza País, y obligó a su antecesor, sus sacerdotisas, aúlicos y feligreses, a desafiliarse de la tienda verde flex y a reagruparse en un nuevo movimiento hasta la fecha sin reconocimiento legal.
Un año es muy poco tiempo para desarmar la corrupta maquinaria correista, cimentada durante 120 meses con recursos enormes provenientes de las rentas petroleras más altas recibidas por el Ecuador desde la década de los setentas. No obstante, al cabo de su primer año en el gobierno, Lenín Moreno se apunta indudables aciertos, aún cuando algunos no estén totalmente consolidados. Podemos mencionar: la paulatina recuperación de la institucionalidad del Estado secuestrada por el gobierno autoritario y concentrador de Correa; la lucha contra la corrupción que ha puesto al exvicepresidente Jorge Glas en prisión, que ha motivado la fuga de sindicados como el excontralor General del Estado Carlos Pólit y de otros altos burócratas del anterior gobierno, así como la apertura de procesos de investigación y sanciones a cerca de un centenar de otros funcionarios.
Ciertamente, el cambio del estilo de gestión abierto al diálogo, por sobre el modelo de confrontación y  sectarismo practicado en la década pasada desde el gobierno, es otro asunto importante pues ha bajado sustancialmente el nivel de antagonismo promovido por la propaganda fascistoide de la mal llamada revolución ciudadana.
El triunfo del SÍ en la consulta popular, que Lenín Moreno convocó y apoyó, es trascendental en el cambio de escenario: al bloquear la reelección indefinida y permitir la conformación de un Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio, la Consulta habilitó la profundización de los cambios reclamados por 7 de cada 10 ecuatorianos. Un promedio de incuestionable fuerza que se mantiene desde las elecciones pasadas como tendencia global de rechazo a las prácticas mañosas y corruptas del correísmo. 
Últimamente, algunos cambios en el gabinete de gobierno en los que destacan el nombramiento de un ministro de Economía y Finanzas ligado a los sectores privados, y de un militar en servicio pasivo al mando del Ministerio de Defensa, así como el envío de un proyecto de reformas a la Ley Orgánica de Comunicación que incluye la eliminación de la infame Superintendencia de Comunicación, han recuperado varios puntos en el capital político del presidente, venido a menos por la errática conducción de la crisis en la frontera norte recientemente.
Los efectos simbólicos de estos nombramientos han sido importantes en la esfera pública y han sorteado fácilmente las críticas que provocaron —sobre todo el del ministro de Economía y Finanzas— en sectores naturalmente identificados con el correísmo duro.
También consolidarán su imagen los ingresos adicionales de 1000 millones de dólares por el precio del petróleo, y los 4600 millones por la renegociación de las preventas petroleras, que sin duda constituyen un alivio al estado crítico de la economía provocada por el despilfarro causado por el correato.
La decisión de no renovar el servicio de seguridad de Correa y Glas que costaba millones de dólares a los contribuyentes, también ha incrementado puntos en la imagen de Moreno por el efecto simbólico de la medida.
Así también, las reformas introducidas al sistema educativo que fortalecen la educación técnica en colegios y liberan a las universidades de la estúpida novelería de los Doctorados Académicos como panacea de la visión tecnocrática sembrada en el correato, han sido bien recibidas.
Moreno ha entendido que su gobierno solo será posible si se consolida como de unidad nacional y así lo ha manifestado, yendo incluso más allá, cuando en sentido figurado firmó el acta de defunción del “Socialismo del Siglo XXI” en el Ecuador.
Moreno ha entendido que su gobierno solo será posible si se consolida como de unidad nacional y así lo ha manifestado, yendo incluso más allá, cuando en sentido figurado firmó el acta de defunción del “Socialismo del Siglo XXI” en el Ecuador, y planteó la necesidad de superar ideologías y retóricas maniqueas y anquilosadas, propias de la puerilidad pseudo marxista de ortodoxos y de oportunistas de nuevo cuño. Al parecer el presidente mira oportuno avanzar ya por la ruta del abierto pragmatismo.
Entre las tareas pendientes, queda el dejar ir personajes tan deleznables como la actual Canciller con su claro libreto correista en materia de relaciones internacionales. Su permanencia en el cargo y su campaña por presidir la Asamblea general de la ONU se mira con impaciencia y hasta con sospecha en amplios sectores, y sin duda empuja hacia abajo la buena imagen que trata de posicionar el mandatario.
Moreno ha sorprendido a muchos por la habilidad y por la sutileza con las que ha manejado los cortos y urgentes tiempos políticos, sosteniendo una frágil economía hasta la fecha sin una hoja de ruta definida, y con temas claves como la plena reactivación del empleo, por solo mencionar un ejemplo.
Un reciente reporte de investigación de la firma CEDATOS, menciona que el 54% de formadores de opinión califican como positiva la gestión de Moreno al cabo de su primer año como presidente; éste es un detalle interesante, pues se conoce que más del 40% de personas son influenciadas en la esfera pública por los formadores de opinión en nuestro país, y ciertamente, es en este espacio de creación y circulación de la opinión pública donde se cuestionan agriamente a ciertos personajes cercanos al primer mandatario, dado que no están claras las razones que sostienen tales fardos incluso a riesgo de afectar severamente su credibilidad. El caso de la Canciller no es el único.

Una panorámica de la Asamblea Nacional durante la lectura del informe de Lenín Moreno.
Sin embargo llama la atención que la sociedad civil no reconozca a Moreno como el principal impulsador en el combate a la corrupción, siendo este un tema capital. Ello sugiere que comunicacionalmente, hay una deficiencia que le impide al mandatario capitalizar para su imagen y como un dato de su gestión, dicho proceso. También sugiere que la sociedad civil reivindica como propios el combate a la corrupción y la lucha contra la impunidad.
Este dato es sumamente interesante y más todavía si se observa la estructura del CPCCS Transitorio, organismo que más ha destacado por sus decisiones para enfrentar la corrupción. En esta entidad, es notoria la presencia y participación determinante de algunos de los más radicales activistas identificados con movimientos ecologistas, indígenas, LBGTI y de mujeres; así como es notable el nulo poder de influencia de actores políticos tradicionales.
Hace más de 60 mil millones de años los dinosaurios se extinguieron y el planeta se transformó presumiblemente por el choque con un meteoro. Quién sabe si ahora en este pequeño punto situado en el ombligo del mundo ocurra un cataclismo político...
Si Lenín Moreno leyó bien la tendencia de los cambios políticos que se están produciendo en el país, es algo que no lo podemos certificar; pero se entendería que esta composición ciudadana en el CPCCS Transitorio le haya sido útil para impulsar la transición que analizamos, y habrá que reconocer éste mérito. Caso contrario deberá estar muy atento debido a que por el momento se ha producido un desplazamiento del liderazgo político y personal, que ha migrado del gobierno y el presidente, hacia el CPCCS Transitorio y hacia Julio César Trujillo.
Quizá estemos asistiendo al inicio de una transformación provocada por la fuerza misma de los acontecimientos, o por una brillante estrategia ideada y empujada por personas éticamente responsables y comprometidas con el futuro.
Hace más de 60 mil millones de años los dinosaurios se extinguieron y el planeta se transformó presumiblemente por el choque con un meteoro. Quién sabe si ahora en este pequeño punto situado en el ombligo del mundo ocurra un cataclismo político, o se imponga una sabia conducción y participación de la sociedad en su conjunto, que den paso al surgimiento de un nuevo orden social y político sin corrupción, tolerante, de equidad y de justicia, capaz de valorar de dónde venimos para encaminarnos con dignidad hacia el  porvenir; o al menos hacia un gobierno sensato, responsable y transparente.

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