lunes, 29 de mayo de 2017

Chasco: Moreno dice que investigará al correato con correístas

  en La Info  por 
Si el organismo que Lenín Moreno tiene en mente para combatir la corrupción está conformado, en su mayoría, por conspicuos miembros o entusiastas del proceso político al que supuestamente investigarán, entonces no hay mucha esperanza que albergar sobre la verdadera voluntad del nuevo presidente en luchar contra la corrupción y la impunidad.
La lista de nombres que Moreno ha mencionado para la conformación de una suerte de frente de transparencia y lucha contra la corrupción, como ha dicho, es una curiosa mezcla de ex funcionarios (algunas de cuales siguen siéndolo en su gobierno) y hasta rabiosos partidarios del gobierno de Rafael Correa con uno que otro que ha sido crítico.
De los 13 nombres que menciona Moreno, por ejemplo, hay al menos seis personas que fueron funcionarios del gobierno anterior y otros tantos que han sido partidarios confesos del mismo.  Ahí están Rosana Alvarado, ex vicepresidenta de la Asamblea y actual ministra de Justicia; María Fernanda Espinosa, ex ministra de Defensa, ex canciller, ex embajadora ante la ONU con residencia en Nueva York y Ginebra y ahora flamante canciller; Francisco Borja, ex embajador en Chile y EEUU y amigo del ex presidente Correa; Andrés Mideros, ex  y actual funcionario de la Senplades; Carlos Rabascal, periodistas del canal de gobierno EcuadorTV, simpatizante del “proceso” y productor de programas pagados con dineros públicos; Larissa Marangoni, ex funcionaria del Ministerio de Cultura, y, Tatiana Hidrovo, ex asambleísta en Montecristi y miembro de Alianza País, el partido de Rafael Correa.
A estos nombres vinculados con los 10 años de gobierno de Correa se une el del abogado Xavier Zavala Egas, quien a pesar de haber sido abogado de El Universo en el juicio que le siguió Correa en el 2011 pasó con el tiempo a convertirse en uno de los más entusiastas y combativos partidarios del gobierno, conocido por su extravagante militancia en redes sociales. 
Los que no han tenido ninguna participación en el gobierno de Correa o no han sido partidarios del llamado proceso son poquitos. Ahí aparecen Julio César Trujillo, el abogado y columnista Fabián Corral, monseñor Fausto Trávez, el empresario Pablo Dávila y el rector de la Universidad de Cuenca, Pablo Vanegas, que además es scout como los son Rafael Correa y Jorge Glas. ¿Se puede pensar en una institución medianamente independiente para investigar al correísmo con una mayoría profundamente correísta? Las dudas que se generan con una lista así sobre una eventual investigación al nuevo gobierno son idénticas.
No hay que olvidar que hay personas en la lista que tienen conflictos particulares con temas que son parte del paquete de temas de posible corrupción. María Fernanda Espinosa, por ejemplo, fue acusada por el perito Roberto Meza Niella de haber pedido que sacara del informe sobre el caso de la muerte de general Gabela todo un capítulo. Espinosa negó luego las acusaciones de Meza pero el tema quedó sin que las autoridades competentes se pronuncien. Nunca se supo quien decía la verdad.
Independientemente de que las personas nombradas acepten o no la invitación a ser parte de este eventual organismo, o que se llegue a elaborar una nueva lista, resulta extremadamente revelador que Lenín Moreno haya pensado en esos nombres. Una lista así demuestra que Moreno o no tiene un concepto muy claro de lo que significa independencia y credibilidad o no quiere que exista una verdadera investigación. O ambas cosas a la vez.
El anuncio de la lista se produce, además, luego de que Moreno había hecho algunos anuncios sobre el tema que hacían pensar que podría haber cierto compromiso legítimo y creíble en la investigación y sanción de la corrupción.
Durante la campaña, Moreno dijo que pediría colaboración a las Naciones Unidas para combatir la corrupción, lo que hizo que algunos albergaran la esperanza de que estaba pensando en un modelo donde haya una comisión anticorrupción internacional y absolutamente independiente como la que se instaló en Guatemala, con resultados impresionantes y que, incluso ahora, investigará el caso Odebrecht. Luego, durante el acto de posesión del 24 de mayo mencionó la creación de un “frente nacional” en el que habría integrantes de la sociedad civil y los organismos de control para constituir una entidad con asistencia internacional de las Naciones Unidas. Sin embargo, la lista que anunció hoy lunes 29 de mayo está lejos, lejísimos más bien, de reunir los mínimos requisitos de independencia y credibilidad.
¿Qué independencia podría tener María Fernanda Espinosa en el caso de que haya que investigar los gastos de Moreno en Ginebra o de la compra de los Dhruv? ¿Qué independencia podría tener Carlos Rabascal cuando se trate de investigar los manejos financieros en los canales públicos y en los incautados? ¿Qué credibilidad podría tener Francisco Borja investigando los gastos del gobierno de Correa en la contratación de empresas de relaciones públicas en los EEUU cuando él mismo fue Embajador en Washington? ¿Y Rosana Alvarado recibiendo un pedido de investigación a contratos hechos por la Asamblea Nacional? ¿O Andrés Mideros como parte de un equipo que investigue las consultorías contratadas por la Senplades durante muchos años? Puede ser que todas las personas mencionadas por Moreno reúnen las más excepcionales condiciones de honorabilidad y acrisolada rectitud, pero esto no alcanza en los temas de institucionalidad pública: la independencia solo se logra con absoluta independencia.
Lo grave no está únicamente en los nombres escogidos por Lenín Moreno para la lista sino, y sobre todo, en que se haya llegado a pensar en ellos como posibilidad para investigar casos de corrupción supuestamente cometidos en un período de gobierno en el que fueron copartícipes y, hasta en algunos casos,  figuras emblemáticas. Es tan burdo y grosero el criterio con el que se escogieron estos nombres que se hace inevitable pensar que se concibió este organismo como una fraudulenta y tramposa estrategia para calmar la molestia que ha habido en ciertos sectores de la sociedad frente a los escándalos de corrupción. Mucho más presentable hubiera sido que se le encargue ese trabajo a la ya existente Comisión Nacional Anticorrupción, integrada, entre otros, por el propio Julio César Trujillo, Simón Espinosa, Jorge Rodríguez e Isabel Robalino y que fueron incluso demandados por el contralor Carlos Pólit.
La conformación de un equipo que investigue la corrupción tenía sentido por el hecho de que los organismos de control, como la Contraloría y la Fiscalía, están cooptados por el correísmo. Pero con una lista de nombres como los pensados por Moreno, con las excepciones señaladas, no habría ninguna alternativa auténtica frente a la Contraloría de Carlos Pólit o la Fiscalía de Carlos Baca Mancheno. Si Moreno ha pensado en una lista como la que ha mencionado, el mismo trabajo podría hacerlo Carlos Pólit y Carlos Baca Mancheno. Así el país podría ahorrarse tiempo, dinero y, sobre todo, esperanza.
En el discurso de inauguración Lenín Moreno marcó algunas distancias con su antecesor. Pero esta lista de supuestos fiscalizadoras del correísmo hace temer que esas distancias fueron solo parte de un maquillaje para atenuar cierta presión social que existe en algunos temas, entre ellos el de la corrupción. Con correístas nunca se va a fiscalizar ni al correato ni al nuevo gobierno. La lista es un verdadero chasco.

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