martes, 9 de mayo de 2017

A una nariz de Ehlers, pegadito, Carlos Ochoa. Si Ehlers sepultó el buen vivir, Ochoa glorificó el servilismo del poder, la pérdida de honor y dignidad personal. La última sanción a siete medios privados por no haber publicado el reportaje de Página 12 sobre Guillermo Lasso mostró hasta dónde estaba dispuesto a ir para complacer al caudillo y satisfacer su propio resentimiento hacia los medios. Anunció la sanción con una sonrisa de oreja a oreja, más grande y ancha que el ostentoso ejercicio que hace del poder. Ochoa les recordó a los medios privados quién define el interés público y quién tiene los instrumentos legales para imponérselo a la sociedad.


Felipe Burbano de Lara

A una nariz de Ehlers, pegadito, Carlos Ochoa. Si Ehlers sepultó el buen vivir, Ochoa glorificó el servilismo del poder, la pérdida de honor y dignidad personal. La última sanción a siete medios privados por no haber publicado el reportaje de Página 12 sobre Guillermo Lasso mostró hasta dónde estaba dispuesto a ir para complacer al caudillo y satisfacer su propio resentimiento hacia los medios. Anunció la sanción con una sonrisa de oreja a oreja, más grande y ancha que el ostentoso ejercicio que hace del poder. Ochoa les recordó a los medios privados quién define el interés público y quién tiene los instrumentos legales para imponérselo a la sociedad.

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