La izquierda pragmática y su
retórica kitsch del Buen Vivir
Escrito por Natalia Sierra
El pragmatismo es una
ideología del poder que se oculta como tal para efectos de control ideológico,
ya que cuando actúa, supuestamente sin ideologías, lo hace rigiéndose a la
ideología dominante, es decir a la lógica de la economía capitalista objetivada
y cosificada en la realidad social mercantilizada.
El Gobierno de la Revolución ciudadana, a través de su máximo
líder, se ha autodefinido en reiteradas ocasiones como la izquierda de nuevo
tipo, esto es, la izquierda pragmática, en una suerte de marcar
diferencias con lo que denominan la “izquierda infantil” o “boba”, y sobre todo
de justificar el núcleo real de su proyecto económico.
Intentemos
entender esto de la izquierda pragmática, nominación política curiosa que puede
resultar hasta seductora. Empecemos diciendo que aquello de pragmática es usado
como un adjetivo que cualifica a la izquierda, otorgándole una característica
particular que la diferencia de la izquierda en general. El pragmatismo
político establece que el único criterio válido para juzgar el valor de verdad
de cualquier pensamiento, en este caso el de izquierda, o cualquier decisión, en
este caso política gubernamental, son los efectos prácticos que puedan tener.
En palabras sencillas todo vale siempre y cuando funcione, es decir sea
funcional o útil a determinado interés o marco referencial. Esta filosofía, si
así se la puede llamar, encuentra sus orígenes en el empirismo y el positivismo
más acérrimos y, por lo mismo, más toscos aunque no menos eficaces en la
reproducción de un orden existente. El dogma y al mismo tiempo la trampa del
pragmatismo político consiste en hacer creer que prescinde de ideologías, es
decir de marcos ético-valorativos y de visiones teleológicas, en otras palabras
que es una actuación que ajustada a las circunstancias es conveniente para
lograr ciertos fines. Lo cierto es que el pragmatismo es una ideología del poder
que se oculta como tal para efectos de control ideológico, ya que cuando actúa,
supuestamente sin ideologías, lo hace rigiéndose a la ideología
dominante, es decir a la lógica de la economía capitalista objetivada y
cosificada en la realidad social mercantilizada. El pragmatismo político que es
subsidiario del pragmatismo económico actúa afirmando lo dado, pues su realismo
se encuentra atrapado en el marco de la sociedad vigente, de ahí que su visión
no solo que es corta y mezquina, sino que nada tiene que ver con la
utopía inherente a la ideología de izquierda.
La
utopía, que obviamente no es la pragmática, es el pensamiento que piensa más
allá y en contra de las coordenadas del orden existente –orden capitalista-,
debido a ello, es un pensamiento emancipador y libertario. El pragmatismo no
piensa, hace, justamente por esto reproduce lo establecido, lo dado, razón ésta
que explica porque es un pensamiento esencialmente conservador. De lo que
resulta que decir izquierda pragmática es, según creo, un contra sentido que
sin embargo busca justificar un claro proyecto económico capitalista,
encubierto en un manipulado discurso de izquierda. De hecho, tanto los
gobiernos progresistas cuanto los gobierno neoliberales reivindican su
pragmatismo económico (extractivismo, apertura comercial, inversión extranjera,
endeudamiento externo, libre comercio, inversión desbocada e irresponsable para
generar circulación de capital, incentivo al consumo mercantil y al
endeudamiento público y privado, agroindustria y agro negocios que liquidan la
economía campesina, explotación laboral, etc.) y su pragmatismo político que
hace posible el primero (concentración y centralización del poder, manipulación
de la justicia, criminalización de la sociedad y de la protesta social, autoritarismo
político, restricción de la democracia, restricción y violación de los derechos
humanos y de la naturaleza, abuso de poder, violación de la Constitución, etc.)
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