lunes, 20 de octubre de 2014

Editorial edición número 83



POR: JAIME CEDILLO FEIJÓO

El gobierno se rasga las vestiduras hablando de independencia de la justicia, pero en la práctica hace todo lo contrario. Es que el dignísimo señor Presidente Constitucional de la República, Rafael Correa Delgado, con unos cuantos títulos honoris causa sobre sus espaldas, que le han entregado en el exterior por el llamado “milagro ecuatoriano; amenazó con meter la mano en la justicia, y vaya que la bravata se cumple al pie de la letra.
Tanto es así, que la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, una vez más, ha puesto en su agenda,  audiencias para receptar nuevas denuncias sobre violaciones de los derechos humanos en nuestro país, y claro,  la justicia es uno de esos derechos atropellados permanentemente por el gobierno de la “revolución ciudadana”. Cada semana, el dignísimo honoris causa (de tantos problemas), no cesa en su campaña de ofensas, amenazas, intimidaciones, risitas sarcásticas, en contra de ciudadanos que no hacen otra cosa que expresar sus puntos de vista sobre el accionar del gobierno nacional, Su lenguaje violento es incontrolable, se desborda con una facilidad, digno de un récord guines. Las sabatinas son un show barato de barrio, porque en vez de dirigir mensajes de unidad, trabajo y respeto al pueblo ecuatoriano, se han convertido en espacios para el ataque a sus supuestos “adversarios”, los improperios son tan repetitivos que están colmado la paciencia hasta de sus más fieles admiradores y seguidores. Sus víctimas son, por lo general, aquellos políticos que discrepan con sus actuaciones y decisiones en el manejo de la cosa pública, sin olvidarse, jamás, de la prensa privada a la que califica sin contemplaciones como corrupta y mediocre. Ya se quisiera el dignísimo dueño de la verdad, que todos los medios de comunicación particulares del país, difundan solo lo que al gobierno le conviene que se sepa, y que  las denuncias de corrupción queden sin ser descubiertas, en el olvido por los siglos de los siglos…. El pueblo tiene todo el derecho de escoger, de manera libre y soberana, qué radio escucha, qué programa de televisión mira, qué diario lee. Pretender imponer por la “fuerza” los gustos de cada ciudadano es coartar la libertad de expresión, y eso es lo que el pueblo no está dispuesto a seguir tolerando. Recuerden amigas y amigos observadores, que la libertad de expresión, ni se compra, ni se vende, ni se transa. Esa libertad es la que debemos defender con uñas y dientes, hasta las últimas consecuencias, porque un pueblo que no tiene libertad, es un pueblo condenado a vivir en la ignorancia, y la ignorancia es el mejor caldo de cultivo para las vivezas criollas, para que los delincuentes de cuello blanco se alcen con el santo y la limosna. Volviendo al tema de la justicia, en Cuenca hay indignación por la destitución de tres jueces del Tribunal Distrital de lo Contencioso Administrativo. El Consejo de la Judicatura, argumentó “error judicial inexcusable” de los jueces, para poder meter mano y brazo en la justicia. Qué sacamos que se gasten millones de dólares en la construcción de edificios y equipamiento de la Función Judicial, si no existe independencia, si el Consejo de la Judicatura confunde su papel, convirtiéndose en verdugo de los jueces por sus actuaciones apegadas a Derecho. Un nuevo caso para la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH). Disfruten lectores de esta nueva edición de El Observador. Hasta siempre.

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