lunes, 27 de mayo de 2024

 LA ASAMBLEA RINDE CULTO A LA INMORALIDAD

POR JAIME CEDILLO F.
"Actitud o condición de no seguir los parámetros de la moral, de obrar contra la noción general de lo bueno y lo malo en un contexto determinado o de faltar a las normas de conducta establecidas en cierta sociedad, cultura o época, especialmente en cuanto al respeto a otros".
Cuando creíamos que lo habíamos visto y oído todo, una mayoría de desprestigiados asambleístas nos salen con una votación a favor de conceder licencia a vocales del Consejo de la Judicatura que caigan presos por corrupción.
Lo que nos faltaba, luego de esto, es mejor que venga el fin del mundo, porque ya no se puede seguir aguantando esta sarta de inmorales, de los que se supone, están llamados a ser ejemplo de la sociedad, porque para eso son los "Padres" y "Madres" de la Patria ofendida.
Por estos innombrables (los que votaron a favor), de semejante atentado al buen vivir, es que la corrupción sigue campante, haciendo de las suyas, porque saben que cuentan con el respaldo de gente de su misma calaña, que no medita en el daño al país, que hacen cálculos políticos, y vende votos a cambio de no sabemos qué, pero nos imaginamos.
Lo más insólito es que la reforma, la monumental torpeza, la preparó, nada más y nada menos, que la gobiernista de ADN de nombre Fernanda Araujo. Seguramente, la "famosa" reforma se redactó entre las cuatro rejas, bajo la atenta mirada y dirección de Wilman Terán, el "Loco que vino de las estrellas" y el "Borrachín" de Xavier Muñoz, los mismos que eran los amos y señores del Consejo de la Judicatura, los que hacían y deshacían en las Cortes, los que ponían precio a las sentencias, los que vendían los cargos disponibles, desde el más pequeño hasta el más grande, desde el simple amanuense hasta el magistrado, todo tenía precio, negociaban con calculadora en mano, los que se repartían las direcciones provinciales.
Los que hicieron de la justicia un empuñe diario, hasta derrochaban el dinero mal ganado, promocionándose como los salvadores y los dignos ejemplos de honestidad, y se preparaban para dizque dirigir los destinos del país. No faltaba más.
Cuando los tableros electrónicos dieron el resultado de la votación, se vino el júbilo de la autora y cómplices de semejante barbaridad. Lo hicimos, triunfamos, se armó el festejo con besos, abrazos, toquecitos, sonrisas de oreja a oreja, se felicitaban mutuamente por esta nueva hazaña, que empaña aún más, la pobre imagen del primer poder del Estado.
Esperemos a ver qué pasa en el Ejecutivo, si avalan o rechazan la "tristemente célebre" reforma a la ley para permitir que los delincuentes sigan gobernando desde las cárceles, todo en nombre de la democracia.
La otra cara de la moneda: Los trabajadores de la Contraloría General del Estado, con su máxima autoridad a la cabeza, en un acto de estricta justicia, cubrieron los rostros de los últimos directores de la Institución, Carlos Pólit y Pablo Celi, el uno preso en los Estados Unidos de Norteamérica, y el otro, en la cárcel de Quito, procesados por haber sido parte de una organización criminal, que recibieron millones de dólares a cambio de desvanecer glosas, esconder auditorías, y hacer simples recomendaciones para que los delincuentes de cuello blanco, que están por todas las instituciones públicas, se vuelven ricos a cambio de haber perjudicado a sus ciudades y provincias, a la sociedad en su conjunto.
Han hecho un mea culpa, han reconocido, más vale tarde que nunca, que en la Contraloría General del Estado, hasta el día de hoy la corrupción sigue gozando de muy buena salud, porque los tentáculos siguen aferrados, no es posible cortar de raíz, pero que no descansarán hasta conseguir que la Institución vuelva a ser referente de honestidad, para que todos los que perjudican al Estado, sean sancionados con el rigor que corresponde.
Todavía no es tarde, querer es poder, pueden, como un acto de contrición, remover las glosas que fueron determinadas a los funcionarios que cometieron los delitos, para que paguen como Dios y la Ley manda. Basta de simples recomendaciones, basta de acuerdos bajo la mesa, basta de negociar, basta de vacunas, basta de extorsiones. Era un dando y dando, corruptos y corruptores, basta revisar las cuentas de lado y lado, para comprender lo que es un secreto a voces: Las glosas tienen precio.
EL OBSERVADOR
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