El observador

 EL PAÍS DE LAS PILLERÍAS

POR JAIME CEDILLO F.

"Cuando el saqueo se convierte en el modo de vida de un grupo de hombres en una sociedad, no tardarán en crear un sistema legal que lo autorice, y un código moral que lo glorifique".

En nuestro país las leyes son letra muerta, mejor dicho, sobran leyes pero muy pocos las respetan, especialmente cuando se trata de enriquecerse ilícitamente. Cada día revienta un acto de corrupción, con diferentes actores, colores y sabores.

En nuestro país reina la corrupción, el que puede empuña, se asocia para delinquir, paga para evadir las leyes, controles, se asaltan los fondos públicos desde los ministerios, alcaldías, prefecturas, juntas parroquiales, los ejemplos abundan, saltan como el canguil, cada vez lo hacen con más osadía, sin pudor, no le temen a la justicia, el verbo robar conjugan con éxito. Viven para tomar los dineros ajenos, todo pretexto es bueno, válido, son expertos en evadir procedimientos, especialistas en llevarse suculentas comisiones en contratos de obra pública. Este es el país de las mil maravillas.

Los principios éticos y los valores morales, hace tiempo que dejaron de existir, hoy predomina la viveza criolla, la compra de conciencias, el amarre, el miti y miti, o dando y dando, o a cuánto nos toca.

Un contrato para la provisión de alimentos en el Hospital del Niño de Guayaquil, se amarra un descarado contrato por más de un millón de dólares, con sobreprecios infames, con la venia de los administradores, no puede ser, es imperdonable.

Cómo es posible que en la Asamblea 85 funcionarios no pueden ejercer cargo público porque tienen deudas pendientes con el Estado, pero están allí, bien acomodados, asesorando a los que fiscalizan y hacen leyes. Imposible de creer.

Un concejal en el Municipio de Quito, debe 80 mil dólares al SRI, y se la pasa de agache en el Concejo Cantonal, dando clases al pueblo quiteño de cómo evadir los controles y seguir disfrutando de las delicias del poder.

En Cuenca de los Andes, la Directora de Talento Humano del Municipio, tiene tremendo conflicto de intereses, porque demandó a la Institución, y el caso está en la etapa de casación. No puede ejercer el cargo, pero cuenta con el apoyo del alcalde, un personaje cuestionado, justamente, por hacer lo que le viene en gana, hasta se da el lujo de nombrar Directora de Comunicación a una persona que sabe de artes culinarias. Ya nadie respeta nada.

Por su parte, el nuevo Director General de la Contraloría reconoce que desde hace mucho tiempo campea la corrupción, desde la época de oro de Pólit y Celi, hasta hoy, los vacunadores (entiéndase auditores) siguen vacuna que vacuna, para desvanecer glosas, mientras los delincuentes de cuello blanco siguen con el negocio de llevarse lo que más pueden de los presupuestos asignados para obras y otros menesteres.

El que es empleado o trabajador de una de las entidades públicas más corruptas de mi pobre Ecuador, es, sin duda, la Corporación Nacional de Electricidad, donde tienen sueldos dorados, con privilegios inalcanzables para el común de los mortales, gracias a los tristemente célebres contratos colectivos. Lo que un "suertudo" gana en un mes en CNEL, un empleado promedio tiene que sacarse la madre durante cinco meses. Así de podrida está la cosa.

Pero de dónde sale el dinero para premiar a la burocracia, sencillo, de las super infladas planillas por consumo de energía. Eso sí es de Replay, antes pagaba 15 hoy me facturan 200, dice Juan Pueblo, Pero, las víctimas apenas tienen una covacha de caña con dos focos y un ventilador a medio morir. Pague primero y luego reclame. Ese es nuestro exitoso lema, le responde el dichoso empleado que percibe 2600 dólares mensuales.

Y, todavía los adulones de Nobita, dicen que el Ecuador está mucho, muchísimo mejor de lo que recibieron en noviembre de 2023, salvo con un pequeñísima diferencia, los secuestros se han multiplicado, los asesinatos están a la orden del día, sin que nada ni nadie pueda, al menos, detener, pero ya están pensando en la relección. Esa es su prioridad, ese es su sueño. Amén.

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