viernes, 18 de marzo de 2016

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Barack Obama goza de mucha popularidad en Cuba y se espera que su visita en marzo incida en la transformación de la isla. CreditAlexandre Meneghini/Reuters
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El año pasado, en una visita a África, el Presidente Barack Obama habló con emoción sobre la importancia de que hubiera límites claros para los periodos presidenciales. Argumentó que “nadie debería ser presidente vitalicio”. Su gobierno ha guardado el mayor silencio sobre este asunto en América Latina, donde un puñado de líderes se han convertido en déspotas no muy proclives a compartir o abandonar el poder.
El próximo mes, cuando se convierta en el primer presidente estadounidense que visita Cuba en 88 años, Obama tendrá la oportunidad de subrayar esa idea en un lugar donde puede tener más peso. Ya que es un presidente estadounidense increíblemente popular en Cuba, se espera que su mensaje sobre tradiciones democráticas, liderazgo y poder tenga una gran resonancia.
Obama debería impulsar a Raúl Castro, el presidente de Cuba que ha prometido dimitir en 2018, a que siente las bases para una transición en la que todos los cubanos participen con voz y voto. Debería incitar a los cubanos a que comiencen a discutir sus diferencias de manera constructiva, para acabar con la represión a quienes critican el régimen.
También debería mencionar que los líderes cubanos podrían estar haciendo mucho más para revitalizar la economía de la isla, algo que podría detener el flujo de personas que buscan encontrar mejor vida en otra parte. Asimismo debería decir a los cubanos que se merecen algo mejor que líderes elegidos por el Partido Comunista, pues ellos no rinden cuentas al pueblo.
La pequeña facción del Congreso de Estados Unidos que sigue optando por una política de castigo contra Cuba ha obstaculizado con terquedad los esfuerzos para revocar el embargo. Estos críticos sostienen que la visita de Obama a Cuba se interpretará como la validación de un régimen opresivo. Esto es una visión de corto alcance.
Estados Unidos se ha afanado durante décadas en provocar un cambio de régimen en Cuba por medio de una serie de estrategias fallidas que incluyen el uso de fuerza. Esas políticas fracasaron y les dieron a los líderes cubanos el pretexto para dirigir el país como un estado policiaco.
Obama, y cada vez más políticos estadounidenses, han logrado percatarse de que Estados Unidos no está lo suficientemente preparado para dictar cómo deben gobernar los líderes de otras naciones; también reconocen que su gobierno es más eficaz cuando dirige con el ejemplo y defiende a los que luchan pacíficamente por la igualdad y la autodeterminación.
Es poco probable que el viaje de Obama desate reformas inesperadas en Cuba, pero tiene el potencial de lograr más de lo que ha logrado cualquiera de sus predecesores para plantar las semillas de un cambio transformador.

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