martes, 15 de marzo de 2016

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Jose Prado, partidario de Donald J. Trump, afuera de las oficinas de la alcaldía de Miami, en donde el miércoles se realizaron votaciones anticipadas. CreditTodd Heisler/The New York Times
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PALM BEACH, Florida — Después de poner a prueba los límites de civilidad, facticidad y decencia, la campaña presidencial más surrealista de los últimos tiempos llega al estado donde las carreras políticas se han construido y destruido con votaciones controvertidas, aventuras amorosas y una confusión de lealtades electorales.
Ese lugar es Florida, donde el dinero para las campañas fluye como el bagazo de la caña de azúcar y el grupo dirigente del Partido Republicano planea realizar lo que podría ser su último movimiento en contra de Donald J. Trump, el candidato que personaliza muchos de los estereotipos de este estado: el gusto por el bronceado permanente, la obsesión por el golf y el estilo ostentoso.
Las primarias estatales del martes, en las que el ganador se lo lleva todo, se perfilan como un momento crucial. La candidatura de Trump enfrenta su prueba más grande: deberá demostrar si está hecha para perdurar. Marco Rubio, senador de Florida, tendrá que decidir si, aunque pierda, permanecerá en la contienda. Y el senador de Texas, Ted Cruz, verá cuán lejos llegan sus esfuerzos por socavar el apoyo a ambos rivales.
Una prueba de las excentricidades que nos esperan se presentó la noche del martes, cuando Trump ganó Hawái, Michigan y Misisipi. Celebró en su club de golf en Jupiter, Florida, donde mostró una variedad de productos con la marca Trump como cortes de carne, vino y agua, mientras presumía el campo de golf diseñado por Jack Nicklaus (aunque al verlos más de cerca, los cortes de carne llevaban la etiqueta de un proveedor de carne local). “Me encanta Florida. Un lugar especial”, proclamó ante la multitud.
Se espera poco drama en la carrera demócrata. En las encuestas, Hillary Clinton le lleva una buena ventaja al Senador Bernie Sanders, de Vermont, así que la disputa republicana tendrá casi toda la atención.
Rubio dará la pelea de su vida por lo que está convocando eventos en todo el estado: desde una tarde de paella en el enclave cubano de Hialeah, cerca de Miami, hasta recaudaciones de fondos en Palm Beach, y mítines en Sarasota y St. Augustine. Cruz también planea visitar Miami, hogar y base de operaciones de Rubio.
Ha sido una competencia costosa durante las dos últimas semanas antes de la votación. Hay 10 consorcios de medios de comunicación en Florida por lo que 12 millones de dólares en comerciales han inundado las estaciones de televisión.
También será implacable porque muchos partidarios del exgobernador Jeb Bush se niegan a darle su apoyo a Rubio. Algunos amenazan con votar por Bush, quien ya abandonó la contienda, pues su nombre sigue estando en la papeleta electoral. Será un espectáculo.
Las cosas han dado un giro con el que Rubio no debe estar contento, el gran odio contra el grupo en el poder que lo llevó a la victoria en las elecciones de 2010, ahora se vuelve en su contra. Trump y Cruz, los candidatos que los líderes del partido temen que llevarían a los republicanos a la derrota, son quienes representan la postura en contra del establishment.
Cada 15 años, más o menos, Florida causa un gran impacto durante la contienda presidencial. Algunos ejemplos son la aventura romántica en el yate Monkey Business que provocó el hundimiento de Gary Hart o las controversiales papeletas electorales a medio marcar, que mandaron la elección del 2000 a la Corte Suprema de Estados Unidos.
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Un equipo de noticias para la televisión se prepara para cubrir el mitin de Marco Rubio.CreditEric Thayer para The New York Times
De acuerdo con un análisis de más de 600.000 votos que los republicanos de Florida ya emitieron, un 18 por ciento pertenece a personas que no votaron en noviembre de 2012 o en 2014, cuando elGobernador republicano Rick Scott fue reelecto. Daniel Smith, politólogo de la Universidad de Florida que realizó el estudio, comentó que estos números están arriba del crecimiento de la población y podrían ser una señal de que Trump atrae a los nuevos votantes, tal como lo ha hecho en otros estados.
Pero no todos los datos son desalentadores para Rubio. Smith explicó que en el condado de Miami-Dade (donde Rubio espera recuperar el terreno que Trump probablemente gane en el norte del estado, que es más conservador) el índice de republicanos hispanos que participan supera el promedio. Esto será bueno para Rubio.
Otro problema para Rubio es Cruz, quien a pesar de no ser un gran competidor en Florida, ha decidido evitar que Rubio alcance a Trump. Cruz anunció que su campaña abrió 10 oficinas en todo el estado, un movimiento que parece buscar una reacción de Rubio, quien solo abrió cinco locales. Los encargados de la campaña de Rubio circularon fotografías de las sedes de Cruz que lucían vacías.
Dado que los votos en ausencia se repartieron antes de que renunciara Bush, se espera que algunos electores lo apoyen el día de las primarias.
“Es probable que sea, al menos, dos por ciento”, comentó Michael P. McDonald, quien estudia las elecciones en la Universidad de Florida y Brookings Institution; basa sus predicciones en los resultados de Texas, donde Bush atrajo votos incluso después de renunciar. En Florida como en Texas “les gustan los Bush”.
Quizá los habitantes de Florida no se pongan de acuerdo sobre si esta es una pelea entre las campañas de Rubio y Bush, o contra la ridiculez de Trump o la traición que sienten los conservadores que eligieron a Rubio en 2010. Pero todos parecen coincidir en su deseo de que las primarias terminen rápido.
“Han sido infantiles e inmaduros. Como niños de primaria: todos se pelean y hablan mal del otro”, comentó Virgil M. Price II de Palm Beach, quien no está seguro de por quién votará, pero sabe que no será por Trump. “Ha sido deplorable”.

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