viernes, 18 de marzo de 2016

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Cancún en 2013. A fines de los años 60, la ciudad estaba prácticamente vacía. Su desarrollo fue concebido por burócratas del Fondo de Promoción e Infraestructura Turística de México.CreditAlonso Cupul/European Pressphoto Agency
Una de las reacciones más extrañas a la noticia de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba ha provenido de varios comentaristas a quienes les preocupa que Cuba pierda su autenticidad bajo la influencia capitalista. Como lo expresó Jeremy Scahill: “Me alegra haber ido de visita varias veces antes de que los turistas estadounidenses la conviertan en Cancún”.
Este temor –que Cuba sea estropeada por el vulgar capitalismo estadounidense– es bastante insultante para los cubanos, quienes deben poder decidir por sí mismos dónde gastan su dinero. Pero aunque muchos comentaristas se enfocaron en Starbucks o McDonald’s, el enunciado de Scahill sobre Cancún fue especialmente inapropiado.
Cancún no es un símbolo del capitalismo de libre mercado, y los turistas estadounidenses no hicieron del lugar lo que es hoy. Lo hizo una subsidiaria del banco central mexicano, en lo que quizá es el más grande y exitoso ejemplo de planeación económica central en la historia de Norteamérica. Cuba debería haber tenido igual suerte para haber hecho que su economía planeada funcionara tan bien como la de Cancún.
A fines de los años 60, Cancún estaba prácticamente vacía. Su desarrollo como centro turístico fue concebido por burócratas del Fondo de Promoción e Infraestructura Turística (“Infratur”), parte del Banco de México. En 1972, Robert Dunphy de The New York Times entrevistó a Antonio Enríquez Savignac, el director de Infratur, sobre el proceso que condujo al megaproyecto de Cancún:
“Sabíamos exactamente lo que queríamos construir, un centro turístico que atrajera a un flujo enorme de turistas de Estados Unidos”, dijo Enríquez. “Pero antes de que pudiéramos obtener el visto bueno, tuvimos que convencer al gobierno de que el turismo era el sector de más rápido crecimiento y más dinámico del crecimiento económico en el mundo.
“Como banqueros, enfocamos esto desde el punto de vista de un banquero, tomando en cuenta todo lo medible, introduciéndolo en una computadora y no dejando nada a la casualidad”.
Infratur tenía tantas estadísticas de turismo que el equipo de Enríquez finalmente tuvo que enlazar sus computadoras con procesadores al otro lado de la frontera, en Estados Unidos. Pero, aun así, haciendo fluir todas las estadísticas hacia las máquinas, faltaba por hacer el trabajo esencial.
Lo que los planificadores hicieron después fue quitarse sus trajes de banqueros, apagar las computadoras y dirigirse a aquel lugar remoto para verificar esas áreas en México que, según los reportes, tenían todos los ingredientes necesarios. Lo que había que hacer ahora era verificar personalmente los espacios para nadar, las playas, las condiciones de vida en varios sitios a lo largo de los 9.656 kilómetros de costa de México y comparar cada sitio con los datos que las computadoras habían producido …
Enríquez dijo: “Finalmente redujimos las opciones a 25 sitios y luego le dimos preferencia a aquellas áreas donde la gente fuera extremadamente pobre; en tanto estuvieran presentes todos los demás atributos, como una fuerza laboral, por ejemplo. La Península de Yucatán y la isla de Cancún resultaron ser ideales en este aspecto. Hay una gran pobreza y no hay industria – ya que el sisal ha sido reemplazado por plásticos – y no obstante el área tiene todos los ingredientes para atraer el turismo: sol, mar y buen clima todo el año, más un fácil acceso a algunos de los mayores tesoros arqueológicos el mundo, las ruinas mayas en Chichen Itzá y Tulum, por ejemplo”.
Después de que Infratur tomó su decisión, el gobierno mexicano compró todos los terrenos en la isla de Cancún. Construyó un aeropuerto y un campo de golf con ayuda de un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo. Construyó hoteles de propiedad gubernamental y financió privados a tasas de interés preferenciales, años antes de que el centro turístico estuviera lo suficientemente establecido para atraer capital no subsidiado. Construyó una ciudad nueva para albergar a los trabajadores.
El desarrollo de Cancún fue exitoso, atrayendo a millones de visitantes cada año y generando suficiente actividad económica para dar sustento a una ciudad de 600.000 habitantes. Las 32.000 habitaciones de hotel de Cancún son ahora de propiedad privada. Pero la iniciativa económica y el capital de inversión detrás del centro turístico provinieron inicialmente del sector público. Si desean visitar una economía planeada durante las vacaciones, no necesitan tener acceso a Cuba; pueden simplemente volar a Cancún.

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