lunes, 29 de diciembre de 2014

Muerte de José Tendetza: la ley del silencio

El silencio oficial pesa sobre la muerte del líder shuar José Tendetza. Los propios familiares y hermanos shuar empujan la investigación. Primero intentarán descubrir a los autores materiales, luego a los intelectuales. Su hipótesis sigue siendo que la causa de su muerte está en su lucha en contra de la minería a gran escala en Zamora.
16 de diciembre del 2014

REDACCIÓN PLAN V
José Tendenza tenía una hija discapacitada que le dio un nieto. Ella lo cambia de pañal mostrando la pureza de su amor en el piso de la humilde casa donde vivía la familia Tendetza Ushap. José fue asesinado a fines de noviembre y comienzos de diciembre, aproximadamente. Su cuerpo fue encontrado, cinco días de que José había desaparecido, flotando en el río Zamora, amarrado por las manos y la cintura. Como estaba en estado de descomposición, la Fiscalía local habría ordenado su exhumación previa a una autopsia, sin avisar a sus familiares ni compañeros, en silencio y como si José no tuviese hijos, esposa, madre, hermanos… Esa primera autopsia habría dicho que no hubo señales de violencia en el cadáver, y que la probable causa era el ahogamiento, porque según algún policía se fue a pescar. A pescar, cuando lo que hacía Tendetza antes de que lo mataran era ir hasta una reunión con sus hermanos shuar para tratar la situación de las empresas mineras en territorio shuar, especialmente con Ecuacorriente, ECSA, la empresa de los chinos.

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A esa casa humilde, asentada en una ladera deforestada, llegaron hombres uniformados armados, por petición oral del fiscal, Galo Rodríguez Abarca, que conoció la causa. La orden  de allanamiento, del 10 de diciembre del 2014, firmada por la jueza, Verónica Rosalía Macas Toledo, encargada del Juzgado Cuarto de Garantías Penales, de Yanzatza, Zamora, dice que el fiscal “solicita el allanamiento o domicilio del local ocupado por los señores José Isidro Tendetza Antun y el domicilio del señor Angel Buele Brito, ubicado en la parroquia Tundaime (…) con el fin de incautar evidencias, vestigios, armas, que podrían constituir elementos de prueba de un presunto delito que se relaciona con el extinto José Isidro Tendetza Antun. (…) Diligencia que la actuará la Fiscalía con la intervención de la Policía Judicial, Nacional u otro cuerpo operativo de la Policía especializado, según amerite el caso.- Practicado el allanamiento, de encontrarse las evidencias serán entregadas al elemento policial para la correspondiente cadena de custodia…).
Raúl Ankuash dijo a Plan V que lo que buscaban las fuerzas policiales eran los documentos de las denuncias que Tendetza había hecho contra la empresa china ECSA. No se explica de otro modo que un fiscal pida el allanamiento en la casa del asesinado, para buscar evidencias de su propia muerte, y no se haya realizado ninguna otra diligencia parecida, que se sepa.

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La casa que allanaron policías  y fiscales, buscando hasta armas, está al pie de una deforestada colina. Tiene un solo ambiente, y el piso de es de tierra, con la cocina y el baño fuera de la vivienda campesina. Aunque la pobreza y la humildad se nota a la legua, es una de las pocas de bloque de cemento; las casa vecinas son todas de madera de monte, con paredes desgastadas por los elementos.
Sobre las barandas de la casa se cuelgan algunos niños, como si quisieran lanzarse de cabeza al pequeño río que cruza la comunidad, contaminado por las aguas de residuo de la explotación minera. En esa casa entraron las botas policiales y encontraron una cama vieja, de madera, sin colchón; un piso de tierra apisonada y la protesta de sus hijos, madre y hermanos.

En Tundayme, a las cuatro de la tarde del 14 de diciembre, monseñor Walter Heras ofició una misa en memoria de José Tendetza. Elvia Arébalo, una de las dirigentes, leyó un acuerdo que la comunidad había hecho en recuerdo del líder antiminero. Se lo entregó a su hijo,  Jorge, y la madre de José, Rosa Antun, recibió con enorme tristeza un ramo de flores blancas.

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