El observador

 El correísmo tiene un plan para silenciar a la prensa, pero ninguno para frenar al crimen.

Si el correísmo hubiese puesto en su momento el mismo empeño en combatir la inseguridad que ahora pone en intentar callar a la prensa, Ecuador no estaría enfrentando la peor crisis de violencia de su historia. Pero no. Mientras el crimen organizado se expande y la extorsión se vuelve parte del día a día, la candidata correísta Luisa González prefiere hablar de “regular” medios de comunicación y redes sociales. Interesante elección de prioridades.

Desde su tribuna, González insiste en que la libertad de expresión debe tener límites. Curiosamente, esos límites solo aplican cuando se cuestiona al correísmo. Sin embargo, cuando sus aliados acusan sin pruebas, difaman o justifican a personajes con dudosos antecedentes, ahí sí se trata de democracia y debate libre.

Y mientras el correísmo busca nuevos mecanismos para silenciar a quienes lo critican, la delincuencia sigue ganando terreno. Vale la pena recordar que esta crisis de seguridad no surgió de la nada. Durante años, se hicieron “acuerdos estratégicos” con ciertos sectores y se promovió una política de puertas abiertas que permitió la expansión de redes criminales en Ecuador. Ahora, con el país sumido en el caos, la única respuesta de González es prometer inversiones sin explicar de dónde saldrá el dinero.

Ecuador no necesita más censura, necesita un gobierno con la valentía de enfrentar a la delincuencia con la misma determinación con la que el correísmo persigue a la prensa. Pero claro, parece que para ellos siempre ha sido más fácil callar periodistas que frenar criminales.

@LaDataEc