viernes, 27 de septiembre de 2024

 Es el calentamiento global, lentejos

La humanidad ha desarrollado un modelo de consumo insostenible que está achicharrando al planeta. Si los incendios se propagan con mayor intensidad y facilidad, no solo en el Ecuador, es precisamente por eso.

Abruma la indolencia de nuestros políticos. Ahora han decidido aprovecharse de la devastación física y emocional provocada por los incendios para convertirla en insumo electoral. Se han dedicado a buscar responsables entre las autoridades de turno, para así conseguir algún rédito mediático que se traduzca en votos. Le echan la culpa al que se aparezca, como si antes no hubiéramos tenido presidentes ineptos, alcaldes incompetentes o ministros incapaces. Sin embargo, antes no había incendios de la magnitud que estamos enfrentando.

Agobia el simplismo con que nuestras élites analizan el problema. Ahora resulta que es suficiente con que un campesino queme una chacra o que un pirómano inicie una fogata para que se produzcan incendios gigantescos. Hace 50 años también había pirómanos y campesinos que chaqueaban, y jamás padecimos amenazas tan extremas.

Será ese simplismo el que nos conduzca al infierno (literalmente). Porque las causas del problema radican en una complejidad que a estas alturas de la historia ya no se puede obviar: el planeta enfrenta un proceso progresivo de calentamiento global que puede volver inviable la vida en todas sus formas. Y ese fenómeno no se resolverá ganando una elección en el Ecuador.

El agua es el fundamento de la vida en la Tierra; su uso irracional tiene consecuencias catastróficas. A propósito de la crisis nacional actual, pensemos solamente en las funciones más inmediatas que cumple el líquido vital en nuestro territorio: produce energía eléctrica para mover el aparato productivo y proveer un servicio básico a la población; impide las sequías; sirve para apagar incendios. Ergo, si hay escasez de agua el caos es inminente, tal como lo estamos experimentando.

Pero, además, vivimos un fenómeno demográfico mundial que también contribuye al colapso hídrico. Mientras más seres humanos poblamos el planeta más agua utilizamos. Bebemos agua, nos lavamos con agua, consumimos alimentos que contienen agua, consumimos productos que requieren agua para su elaboración… El rato menos pensado la demanda superará a la oferta, con lo cual cualquier forma de equilibrio será imposible.

En resumen, la humanidad ha desarrollado un modelo de consumo insostenible que, entre otras consecuencias, está achicharrando al planeta. Si los incendios se propagan con mayor intensidad y facilidad, no solo en el Ecuador, es precisamente por eso. Es inconcebible suponer que un grupo de pirómanos tenga en llamas a media Amazonía brasileña.

No obstante, aquí estamos enfrascados en unas discusiones bizantinas respecto de los detalles. Que habría que colocar hidrantes en todos lados; que habría que incrementar el número y la capacidad del cuerpo de bomberos; que habría que elaborar unos planes ultra sofisticados para enfrentar las contingencias… Como si el Ecuador fuera Suiza y tuviera la plata de Singapur. Es el calentamiento global, lentejos.

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