EL RIESGO DE LA REELECCIÓN
En las elecciones del 20 de agosto próximo, también se elegirán nuevos asambleístas
para completar el período legislativo que fue relevado a los legisladores destituidos
por la muerte cruzada.
De ellos, alrededor de la mitad, son candidatos que buscan volver a la Asamblea
Nacional camuflados tras el alboroto de unos pocos días de proselitismo en el que se
principaliza la campaña presidencial.
Setenta corresponsables de los bajos índices de popularidad del Parlamento aspiran
reelegirse. El correísmo y los socialcristianos, por ejemplo, candidatizaron casi a la
totalidad de sus asambleístas cesados, sin mediar otra virtud diferente a la lealtad con
el prófugo o con el caudillo que ordena desde Mocolí; en tanto, otros oportunistas
estarán en la papeleta con el auspicio de partidos políticos distintos a los que otrora
representaban.
Pero el problema trasciende a esta nueva elección, de por medio está el deterioro de
la democracia formal ecuatoriana. Es innegable que los ciclos de crisis institucional y
política del Estado, se repiten en períodos de tiempo más cortos y con mayor
profundidad; los bajos índices de credibilidad, particularmente de la Asamblea
Nacional, están relacionados a su agenda legislativa y de fiscalización subordinada a los
intereses de las élites o al vaivén de apetitos personales de desconocidos asambleístas
que actúan como servidumbre a cambio de migajas de poder.
La Asamblea destituida fue el reflejo vivo de lo dicho. A las coimas, diezmos, denuncias
de violencia sexual, se sumaron los camisetazos y la compra-venta de votos para
legislar y fiscalizar al servicio del banquero. Así el correísmo obtuvo impunidad y
medidas sustitutivas para sus procesados y los llamados independientes o críticos
fueron premiados en el reparto de puestos estatales.
Resulta insólito que vuelvan quienes no presentaron ni un solo proyecto de ley o
aquellos que poco hablaron en el pleno de la legislatura. De ese estercolero, contadas
personas lograron desmarcarse de este período legislativo repugnante, la inmensa
mayoría no merecen la confianza popular, incluido los tres ex asambleístas que ahora
buscan la banda presidencial.
Nada mejorará si son electos los mismos, sería un círculo vicioso sinfín, la reedición de
la imagen mítica de uróboros, aquella serpiente que muerde eternamente su cola. No
basta con votar, es hora de elegir bien.
Francisco Escandón Guevara
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