jueves, 29 de diciembre de 2022

 

POR: Johanna Muñoz Falconí

Publicado en la Revista El Observador

(edición 129, junio de 2022) 

 


Arte en el espacio público:
¿Plataforma o modelo de precarización?

Estériles e infructuosas han resultado intenciones y los ejercicios para dinamizar la promoción y exhibición de expresiones de carácter artístico y cultural en el espacio público, que desde la administración Municipal 2014-2019 hasta la actual no han logrado fijar una ruta adecuada, ni la creación de herramientas desde la política pública en el sentido de establecer un modelo sostenible en el tiempo para este tipo de eventos.

En el 2018 se presenta el Plan Estratégico Cantonal de Cultura al 2030 y se potencia como eje de desarrollo y prosperidad, con el aval de la CGLU (Ciudades y Gobiernos Locales Unidos) y Culture 21 (comisión de la CGLU), organismo al que pertenecen gobiernos y asociaciones de gobiernos locales y regionales, también ONGs, Ministerios, Agencias Estatales y organizaciones internacionales que cumplen con el compromiso de apoyar y promover los valores y objetivos de la institución que los acoge.

En pleno auge del posicionamiento de la economía naranja en el Ecuador, que parte de las intenciones del gobierno nacional a la que se sumaría esta iniciativa desde lo local, cuyo macro objetivo se encamina a incrementar la participación en el PIB de actividades asociadas a rubros relacionados las artes y la cultura, intención que se mantiene hasta la actualidad pero que no cuenta con los mecanismos adecuados para alcanzar tal fin. En la construcción del Plan se toma como base legal la Constitución del Ecuador, la Ley Orgánica de Cultura, el COOTAD, el Plan de Desarrollo 2017-2021, además de una serie de asambleas temáticas, generales y reuniones sectorizadas que servirían en conjunto para establecer una línea base o diagnóstico de políticas y actividades culturales respecto de los 21 ejes que determina la CGLU, según las cuales calificaría la ciudad respecto de la media global, por aquella época el Plan busca establecer a la cultura como Cuarto Eje de Desarrollo del cantón hacia el 2030 con la intervención del sector público, privado, academia y sociedad en general (tomando referencia el modelo Barcelona que siempre se ha vendido como sostenible y participativo).

Hasta la fecha no se ha logrado establecer una guía adecuada en la materia desde la administración municipal, a pesar de la elevada inversión, por ejemplo, en el Presupuesto para la Dirección de Cultura, recreación y conocimiento para el año 2020 constan $3´077.368 USD; mientras que para el 2021 $4´158.231 USD, de los cuáles $1.220.000 se destinarían solamente para Estudio y Diseño de Proyectos de Cultura; sin embargo, no se conoce a ciencia cierta cómo se habría invertido mencionado presupuesto.

A nivel cantonal, no existe una Ordenanza asociada directamente al tema cultura o liberación del espacio público para la diversidad cultural, si bien se han realizado varios intentos desde diferentes frentes, ninguno ha logrado entender, condensar y responder a la realidad local que es plural y diversa.

En el 2017 se construye un Proyecto de Ordenanza en el que se propone el uso libre de parques, plazas, plazoletas y demás espacios similares en el área cantonal, incluso se plantean comisiones y un mecanismo democrático para determinar la distribución de los espacios.

A nivel local, permanentemente se han evidenciado mecanismos de carácter clientelar bajo el cálculo político-electoral que han corroído las intenciones de ciertos representantes del gremio que mantienen intereses legítimos pero que se han visto opacadas por las malas prácticas de la burocracia de turno. Para la exhibición de propuestas en espacios como Museos y Casas Patrimoniales las agendas logran armarse, en algunos casos, en cuanto a los contactos de los directores de turno, respondiendo más a elecciones de carácter particular y subjetivo que a un Plan en torno a la promoción de las artes y la cultura eficiente, articulado, que persiga objetivos específicos en torno a la correcta divulgación, promoción y distribución de contenidos de carácter artístico, cultural o científico.

No existen convocatorias masivas, más que en contadas ocasiones, las que se han dado hasta la fecha se relacionan al tema de fondos concursables y publicaciones en el área editorial.  Este mecanismo inequitativo podría verse reflejado también en la asignación del espacio público para las expresiones diversas.

Desde el año 2019 la Dirección Municipal de Cultura asume las funciones del denominado Comité Permanente de Festejos, es decir que las actividades asociadas a las celebraciones de carácter cívico, religioso y social pasan a planificarse desde este espacio, convirtiéndose en una  entidad que tiene a su cargo tanto la promoción cultural así como la organización de espectáculos masivos, es decir, aquellos asociados a los conciertos y presentaciones promovidos por agentes de la industria del espectáculo y entretenimiento, es evidente la preferencia por aquellas actividades que atraen reflectores, ya que según la visión limitada de la administración en ejercicio siempre será mejor promover y “apoyar” eventos masivos (que generen posibles votantes) que establecer estrategias que puedan llegar a diferentes públicos, especializados y no especializados a través de las diferentes áreas del conocimiento.

El Art. 24 de la Ley Orgánica de Cultura trata del Sistema Nacional de Cultura y de los Subsistemas a los que pertenecen las instituciones que reciben fondos públicos entre las que se encuentran los Gobiernos Autónomos Descentralizados en el ámbito de sus competencias, y forman parte del Subsistema de Memoria Social y Patrimonio Cultural así como del Subsistema de Artes e Innovación, los cuales mantienen obligaciones en cuanto concurrencia ya sea con el ente rector que es el Ministerio de Cultura y con otras entidades como INPC, Casa de la Cultura, museos, archivos, bibliotecas, hemerotecas, repositorios, centros culturales, Orquestas Sinfónicas, espacios culturales, centros de creación, entre otros.

La mayoría de propuestas de Ordenanzas de Cultura han tratado de replicar el modelo a nivel local en lo que se conoce como Sistema Cantonal de Cultura, se incluiría también un Observatorio y una Mesa Cantonal de Cultura; sin embargo, estas dos iniciativas perderían peso al pretender validación desde la misma institucionalidad e irían a engrosar nóminas, en el mejor de los casos, o a convertirse en plataformas que alcanzan el máximo desgaste al no poder responder a las demandas del sector.

La pandemia mostró serias fisuras en todos los niveles y desde múltiples intenciones han surgido análisis que pretenden mostrar una radiografía del sector cultural con índices que marcan cifras en rojo, en donde se indica la realidad; uno de los estudios pormenorizados lo constituye el Termómetro Cultural, iniciativa del ILIA y UArtes en la que participaron trabajadores de las artes y la cultura y se muestra un análisis en torno a las características ocupacionales: actividad cultural primaria, actividad cultural secundaria, por otro lado, salario fijo mensual, frecuencia de ingresos (mensual, trimestral, semestral o anual), capacidad de ahorro, cobertura de seguro médico, honorarios, incidencia estatal a través de convocatorias o ayudas, etc.

En un asunto aparte, después del análisis de mencionado estudio se puede concluir que lo que menos favorece al sector son modelos de precarización laboral bajo cualquier excusa, forma o patrón, más aún si provienen de iniciativas del gobierno central o seccional.

Algunas iniciativas solamente suelen crearse al amparo de alguna coyuntura o como estrategia de posicionamiento de la administración de turno y suelen ser promovidas por agentes burocráticos que no alcanzan a entender la realidad del sector: la eterna excusa en torno a la carencia de herramientas y planes adecuados es el gasto corriente que se va en personal (cuyos malos referentes realizan videos para TIK TOK aparentemente en horas y espacios laborales), del aparataje de las Direcciones, servicios básicos,  mantenimiento de espacios emblemáticos, etc.

El discurso institucional parte de la dinamización del espacio público para la exhibición de la diversidad cultural; pero no muestra garantías para los trabajadores de las artes y la cultura, y sin un Plan a mediano y largo plazo resulta peligrosa y corrosiva su promoción, si las prácticas obsoletas desde la administración municipal a nivel técnico-operativo, que han minado al sector se replican hacia el uso y asignación del espacio público de nada habrán servido las intenciones de quienes consideran que Cuenca está lista y tiene el potencial para la liberación del espacio para actividades varias. A nivel pragmático tiene que responder a una planificación técnica y a una agenda establecida de acuerdo a la oferta desde lo local, con una lectura que responda a territorio, regularmente se toman modelos foráneos como el de Barcelona o Medellín como ejemplo o guía sin considerar que en aquellos espacios las dinámicas otrora propuestas se encuentran en decadencia, que Cuenca no está en Europa y que la construcción de políticas públicas corresponden a la lectura de la realidad circundante, así como de las dinámicas sociales propias de la localidad.

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