miércoles, 2 de marzo de 2022

  Cuenca del Ecuador

René Durán Andrade
Pequeña ciudad, engarzada en una extensa y colorida llanura, nombrada por los cañaris “Guapondelig”: ancha como el cielo; escogida por el dios Sol para que allí naciera su hijo, el más poderoso monarca de la humanidad, el rey Huaynacápac, quien se propuso convertirla, por encima del Cusco, en la primera ciudad del Tahuantinsuyo y la llamó “Tomebamba” o Tumi Pampa que fue pronto (1529) devastada por su propio hijo Atahualpa, en la guerra hereditaria con el medio hermano Huáscar; y en cuyas ruinas encontraron los españoles un caserío desolado y carente de hombres, pues habían sido diezmados a cuchillo en la lucha fratricida y cruelmente arrojados a los ríos de la “Pampa de los tumis o cuchillos” que la llamaron Santa Ana de las Aguas; y luego, en la fundación oficial por Gil Ramírez Dávalos, 1557 en nombre de su Virrey, originario de Cuenca, Castilla la Mancha, por la similitud de su encantador entorno: Santa Ana de los ríos de Cuenca.
Pronto -desde su nacimiento como parte del Perú, luego de Colombia y luego del Ecuador- Cuenca se distinguió por la enorme sensibilidad creadora de sus hijos: mujeres y hombres. Pintores, escultores, músicos, literatos, pensadores, periodistas, deportistas -unos más divulgados y reconocidos que otros- médicos, científicos, arquitectos, balletistas, cineastas, cuya producción ha ido, hasta nuestros días, siempre a la vanguardia y convirtiéndose en clásica, precisamente por ser original, auténtica, por repudiar la servil imitación, la ruin copia, el plagio, la ridícula emulación.
De allí que nos resulte repulsivo el “mote” de Atenas del Ecuador!
Sin negar la fundamental importancia de la ciudad del Peloponeso en la historia y en la cultura de la humanidad, a miles de años de distancia, Cuenca del Ecuador, la Santa Ana de los cuatro cantarines ríos, es única. Es original. Tiene su propia y joven vida. No requiere de otros referentes, tiene los suyos para brillar con luz propia. Es obligación de sus hijos alimentar esa llama, acrecentarla, engrandecerla. Siempre, incluso en estos tiempos de pandemia.
Pero es precisamente en la cultura donde más duramente la ha golpeado. La Dirección de Cultura de la Municipalidad, que desde antes de la cuarentena ya estaba para terapia intensiva, cuando una muy capaz y erudita profesional fue defenestrada, expulsada por el delito de haber vivido en Quito y graciosamente reemplazada por una burócrata que lo único que ha hecho -en una fecha histórica tan importante como el Bicentenario de Independencia- es un libro de mal gusto y plagado de errores de toda índole... que por fortuna no pasa de ser digital; y manipular, desde esa pequeñita ínsula de poder, la salida de valiosos gestores culturales y cargos en beneficio de sus allegados que antes estuvieron con ella en otro espacio que durante su administración también lo desbarató: el Museo de Pumapungo, en irrecuperable perjuicio de la cultura de Cuenca. De Cuenca del Ecuador.
Enero, 2021.

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