Long, encubridor de ladrones y farsante
Guillaume Long ha dedicado parte de su tiempo para confirmar lo dicho en un artículo publicado en 4Pelagatos. En ese texto se analiza un documento suyo del 2015 en el que el ex ministro de Cultura legitimaba el robo de 3 200 piezas arqueológicas de oro, plata, platino y cobre que hacían parte de una colección privada que estaba embodegada en un edificio en manos de la Agencia de Garantías de Depósitos, AGD, en el 2008.
Long, en cuatro párrafos escritos en un recuadro que adjuntó a un mensaje de Twitter, confirma lo dicho en la nota de 4Pelagatos que sostiene que cuando él ocupó el cargo de ministro de Cultura ni él ni los funcionarios que estuvieron antes, y después de él, hicieron nada para establecer responsabilidades en el robo de las piezas de la colección de Luis Plaza Febres Cordero. Se explayó, más bien, en las consideraciones legales según las cuales toda obra arqueológica es propiedad del Estado, para así negar cualquier derecho a reclamo que el coleccionista pudo haber tenido sobre las piezas robadas.
Su tuit y el texto que va adjunto en un recuadro, pretenden negar la nota, amén de desacreditar a quien lo escribió, afirma que este pelagato no tuvo rigor, no conoce sobre temas patrimoniales e incluso hace “huaquerismo político”.
En el primer punto, el ex Ministro dice que las piezas arqueológicas estaban embodegadas en “condiciones deplorables”, sin luz, sin climatización y “sin condiciones técnicas”. Además, afirma que el pelagato autor de la nota dijo que el Estado arruinó “algo que estaba muy bien tenido” lo cual, sostiene, es falso.
Long evidentemente no entendió lo que leyó. En ningún momento el artículo de 4P dice que el Estado ha arruinado algo que estaba bien tenido; lo que sí dice es que el gobierno de Correa no hizo nada para establecer responsabilidades de las autoridades de la AGD que administraban el edificio donde se produjo el robo, ni pidió una explicación sobre lo ocurrido. Long afirma, en su pastoso castellano, que el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, INPC, “no solamente hizo el seguimiento del tema sino que hasta fue perito en el proceso y dio apoyo técnico”. Esto confirma lo que dice el artículo: que el gobierno de Correa se hizo de la vista gorda y solapó a los ladrones porque si hubiera estado interesado en que no hubiera impunidad por el robo, hubiera activado mecanismos para establecer responsabilidades. Además, si es cierto que estaba tan mal guardada la colección y en condiciones tan desastrosas, como dice Long, ¿por qué el gobierno, cuándo él llegó al Ministerio, no hizo nada para que esas piezas fueran expuestas en un lugar digno, al que tuviera acceso la gente, como ocurría en el museo Nahim Isaías?
Long evidentemente no entendió lo que leyó. En ningún momento el artículo de 4P dice que el Estado ha arruinado algo que estaba bien tenido; lo que sí dice es que el gobierno de Correa no hizo nada para establecer responsabilidades de las autoridades de la AGD que administraban el edificio donde se produjo el robo, ni pidió una explicación sobre lo ocurrido. Long afirma, en su pastoso castellano, que el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, INPC, “no solamente hizo el seguimiento del tema sino que hasta fue perito en el proceso y dio apoyo técnico”. Esto confirma lo que dice el artículo: que el gobierno de Correa se hizo de la vista gorda y solapó a los ladrones porque si hubiera estado interesado en que no hubiera impunidad por el robo, hubiera activado mecanismos para establecer responsabilidades. Además, si es cierto que estaba tan mal guardada la colección y en condiciones tan desastrosas, como dice Long, ¿por qué el gobierno, cuándo él llegó al Ministerio, no hizo nada para que esas piezas fueran expuestas en un lugar digno, al que tuviera acceso la gente, como ocurría en el museo Nahim Isaías?
En el segundo punto, Long trata de librar de responsabilidad al Instituto de Patrimonio Cultural, INPC afirmando que ese organismo participó en un proceso de investigación que, según él, hubo luego del robo y sostiene que incluso fue perito en el mismo. En la nota de 4P no se niega la investigación, incluso se menciona el hecho de que la Fiscalía abrió un proceso. El problema que señala el artículo, al que Long quiere replicar, es que nunca hubo una acción del INPC o de su Ministerio dirigida a los funcionarios de la AGD que eran los responsables de que nadie robara en el edificio del que estaban a cargo. Long nada hizo o nada dice sobre el particular y ratifica lo que 4P afirmó.
En el tercer y cuarto punto (que él enumera como 5) Long se explaya en las mismas consideraciones legales que usó en el documento del 2015 al que hizo referencia 4P y repite los ya sabidos principios según los cuales el Estado es el auténtico dueño de las piezas arqueológicas. Nadie cuestionado la existencia de esas normas. En este caso han sido usadas para proteger a los culpables y para convertir a Luis Plaza Febres Cordero, quien denunció el robo, en virtual traficante del patrimonio. Long se llena la boca de reglas sobre el patrimonio para evadir sus responsabilidades y las de aquellos que lo precedieron en el Ministerio. Por otra razón: en este caso no está en juego un supuesto principio sino el robo y la desaparición de 3 200 piezas.
Lo que más llama la atención de esta réplica de Long es lo mismo que choca en su documento del 2015: la absoluta indiferencia frente a la desaparición de las piezas. Es grotescamente visible que para el ex ministro y ex canciller el énfasis está en el tema de la propiedad de las piezas pero no el criminal hecho de que, por negligencia de algún miembro del gobierno, se produjo el robo y la consecuente desaparición de obras. ¿De qué sirve que el patrimonio arqueológico sea del Estado si sus representantes, como Long, no son capaces de preservarlo y cuidarlo?
Long con su pretendida superioridad intelectual y moral afirma que el autor de la nota no tiene conocimiento de temas patrimoniales; curiosa afirmación de quien, como se ve por su propio testimonio, no hizo nada para castigar a quienes se robaron un patrimonio que, al menos cuando estuvo en manos del coleccionista, podía ser visto por el público.
El ex ministro de Cultura en su mensaje de tuiter se jacta de ser experto en patrimonio cultural y le endosa al autor de la nota la práctica “huaquerismo periodístico” dándole consejos sobre saber excavar. Con lo de huaquerismo periodístico y saber excavar, Long quizá se refiere a la recuperación para la memoria colectiva de decisiones criminales suyas como la de repatriar, cuando fue canciller, a cientos de cubanos que llegaron al Ecuador huyendo de una tiranía que, se sabía, los iba a escarmentar si regresaban a Cuba. Si se hace mucho huaquerismo periodístico y se excava en su gestión, se podrían establecer responsabilidades suyas en la abominable negación a los derechos humanos de esos cubanos. O de cómo alguna vez en una reunión de las Naciones Unidas en Ginebra justificó vergonzosamente y lleno de cinismo las atroces violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de Rafael Correa.
Long habla de huaquerismo periodístico cuando, en realidad, debería dedicarse a estudiar los fenómenos del parasitismo político y del parasitismo intelectual, actividades en las q
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