domingo, 22 de octubre de 2017

¿Por qué Carlos Ochoa despierta por una portada sin barco?

  en La Info  por 
A Carlos Ochoa no le gustó que en la portada de El Universo del viernes 13 de octubre se haya puesto un titular sobre la destrucción del puente peatonal a la isla Santay, sin que se mencione expresamente que lo ocurrido fue causado por la colisión de un barco. Tampoco le gustó a Ochoa que el diario haya escogido para esa portada una foto donde no aparecía la embarcación que chocó contra sus pilotes.
Por eso Carlos Ochoa, superintendente de Comunicación y gran sabedor de todas las teorías posibles e improbables del periodismo, amonestó al diario exigiéndole “abstenerse de reincidir en conductas que pueden poner en grave riesgo el derecho a la comunicación”. Para fundamentar su amonestación, Ochoa sostiene que la expresión “a pique”, que escogieron los editores de El Universo para el titular, puede llevar a una mala interpretación que consiste básicamente en que el lector va a creer que el puente se cayó por sí solo. Eso le pareció muy mal a Ochoa, a pesar de que reconoce que en en el texto de la noticia sí se advierte que un barco ocasionó el derrumbe del puente. Pero eso no era suficiente para Ochoa: le hizo falta que en el título y en la foto apareciera el barco. Que los de El Universo hayan recurrido a la expresión “a pique”, sostiene Ochoa, hace que el lector piense que “inequívocamente que por sí solo se derrumbó o cayó estrepitosamente, cuando en realidad dicho suceso se debe al impacto de un barco, como acertadamente informa el resto de medios del país”.
IMAGEN DE UNA PUBLICACIÓN HECHA POR LA SUPERCOM EN REDES SOCIALES
¿Por qué le molestó tanto a Ochoa que no haya usado un titular donde no se aluda el barco y una foto en la que aparezca la embarcación? ¿No se le pasó por la cabeza a Ochoa que al día siguiente de lo ocurrido los lectores de El Universo, como casi todos los habitantes de Guayaquil, ya se habían enterado sobre la colisión del bote y que la referencia era ya para entonces ociosa e inútil? ¿O es que honestamente cree que la gente es tan estúpida que es incapaz entender que el causante del choque era un barco?
A Ochoa no le quita realmente el sueño la ausencia del barco en la portada de El Universo, ni le preocupa lo que llama el derecho a la comunicación. Lo que en realidad llevó a Ochoa a redactar el estúpido texto de la amonestación es un asunto político. Que no quede patente ni en la foto ni en el titular que la caída del puente se debió al choque de un barco podría afectar a su mentor e inspirador Rafael Correa, que hizo construir ese puente como parte de un proyecto cuyo efecto político era contrarrestar la carga simbólica de un malecón socialcristiano en Guayaquil. Para Ochoa, cualquier posibilidad de que se entienda que la caída no se produjo por una causa externa es una amenaza para el legado de Rafael Correa. Bueno, siempre queda la posibilidad de que no fue Ochoa el que tuvo esa lectura al ver la portada sino que recibió una llamada de alguien que pensó que la ausencia del barco podía llevar a esa interpretación. ¿La llamada fue desde Bruselas?
El puente del accidente es parte de un proyecto que incluye senderos por la isla Santay. Fue inaugurado en el 2014 con la presencia del propio Correa mientras el gobernador del Guayas era Rolando Panchana, ahí también presente. En ese entonces, Correa buscaba consolidar su proyecto político en Guayaquil donde el socialcristianismo había ejercido el poder de forma casi hegemónica durante muchos años. Un proyecto como el del puente reunía las características simbólicas que se necesitaba para hacer contra peso al proyecto del Malecón, que es visto como un emblema del reino socialcristiano. Ese día, Correa claramente y sin tapujos manifestó que la intención era desafiar a ese poder socialcristiano. “Este es un malecón para la revolución ciudadana y no para la partidocracia que quiere imitar Bay Side a lo Miami con monopolio de hasta la venta de helados”, dijo Correa en la inauguración en un discurso concebido para atacar a la partidocracia y al poder socialistiano en Guayaquil.  “Aquí todos tienen el derecho de admisión, no como en malecón de la partidocracia”, dijo Correa que dedicó, además, buena parte de su intervención a fustigar al contratista de la obra por haberse atrasado en la entrega de la obra.
Independientemente de que la amonestación que el superintendente Carlos Ochoa envío al director de El Universo sea absurda, torpe, pretenciosa y que sea una clara evidencia de la forma retorcida que el correísmo entendió a la comunicación, el regreso de Ochoa a su práctica de acoso a los medios no deja de ser llamativa. El Superintendente prácticamente había desaparecido del mapa desde que Lenín Moreno asumió el cargo en mayo del 2017 y declaró la paz a los medios y los periodistas independientes.  La reaparición de Ochoa se produce luego de casi cinco meses de hibernación, precisamente por un gesto que tiene una evidente motivación nacida en el vientre del correísmo ultra.  ¿Ha empezado en este punto a pesar más en la conducta de Ochoa la sombra de Correa que la de la Presidencia de Moreno?
Que la Superintendencia de Comunicación haya vuelto a atropellar el derecho de expresión y la inteligencia de los ciudadanos con esta amonestación a El Universo es un hecho que preocupa. No únicamente porque otra vez el Estado, a través de una comisaría como es la Superintendencia, se arrogua el derecho y la capacidad de decir cómo se debe titular o qué fotografías deben graficar las noticias, sino porque evidentemente es un signo de que el correísmo ultra no ha perdido su capacidad de presión en la tarea de controlar a la prensa.
Carlos Ochoa fue, desde que se posesionó como superintendente, un títere que hacía lo que Correa le ordenaba desde la Presidencia en su cruzada de talibán rabioso en contra de los medios que no son controlados por el Gobierno. La simple posibilidad de que ese titiritero nuevamente esté operando los hilos que mueven al muñeco de Ochoa es escalofriante.

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