miércoles, 7 de mayo de 2014

El correísmo sí debate, pero no de la realidad



Análisis
Por: José Hernández
Director Adjunto
Los correístas ahora sí quieren debatir. Entre ellos. Quieren resucitar la famosa coartada que manejaron muchos de ellos cuando sintieron que Correa era un conservador. Entonces construyeron un artificio semántico: se dijeron que el rumbo de la revolución estaba en disputa. ¿Con quién? Con la gente que sospechaban que llegaron al Gobierno tras los negocios. Con grupos que de la noche a la mañana cambiaron de piel y de credo. Pues bien: desde Montecristi, o antes, vienen diciendo que Correa no está cooptado enteramente y que hay cómo halarlo del lado de los amigos de los indígenas, los colectivos sociales, las minorías sexuales, las mujeres que luchan por sus derechos desde antes de que Correa fuera la derecha de Lovaina…

Ahora, siete años después, esos grupos quieren debatir sobre esta revolución sin ciudadanos. El marco es grandilocuente: la Convención Nacional que el correísmo debe tener el 1 de mayo en Esmeraldas. Quieren debatir el rumbo –siempre ha sido así–, lo cual les permite evadir las minucias de la coyuntura que forja el Gobierno que ellos defienden. O del cual hacen parte.

Siempre ha sido así. Cuando estaban en Montecristi preparaban la Constitución: no hablaban (porque decían no estar enterados) de lo que pasaba en Quito. De esos contratos dados a dedo, amparados en decretos de urgencia. Tampoco de los exabruptos del Presidente. Era una cuestión de estilo, no de fondo. Decían no saber. E incluso aquellos que se fueron después, cerraban los ojos y sostenían que esos temas eran irrisorios a la luz, siempre radiante, del rumbo revolucionario.
Ahora vuelven con la misma medicina: inventan un debate mientras prescinden de la realidad política que articulan, tratan de ignorar o socapan abiertamente. ¿De qué debaten? De la derrota del 23-F que siguen llamando revés. De la democracia interna. De la capacidad de arrastre del compa Presidente. De si hay mucha o poca propaganda… Todo eso mientras su Gobierno apuntala algunas nimiedades indignas de ser tenidas en cuenta cuando se habla del rumbo de la revolución: el bloqueo de la consulta sobre el destino del Yasuní. La explotación minera a gran escala. El establecimiento de la inquisición por parte de los sacerdotes de la Supercom y la Cordicom. La entrega de la esfera pública a colectivos moralistas. El desconocimiento de instancias como la CIDH. La negación de derechos mínimos para opositores como Cléver Jiménez, Fernando Villavicencio y Carlos Figueroa… La lista puede ser larga.
De eso, ¿qué han dicho? ¿Les parece bien que un hito tan esencial como el Yasuní sea evacuado, como lo está siendo, en forma tan tramposa, tan poco digna, tan vulgar políticamente? ¿Les parece que esos 800 mil ciudadanos que firmaron por una consulta sean engañados por un ente que multiplica mañas de forma, reglas absurdas que desconocen la Constitución? Esa es la gran política a la cual convidaron al país?
¿Se sienten representados para cuidar y fortalecer la esfera pública –a la cual muchos de ellos, en el pasado, tuvieron enormes dificultades para acceder– por el señor Ochoa? ¿Qué sienten frente a un ministro como José Serrano que borra hoy con el codo lo que hizo hace algunos años con convicción y una valentía que aún se recuerdan? ¿Se sienten cómodos en un Gobierno que tiene exilados o prófugos, gracias a cortes donde hay jueces que le deben su cargo a su Gobierno? ¿O no leyeron el informe del juez Garzón y la gran investigación que, en ese punto, hizo Andrés Páez?
¿Quién iba a creer que en un mundo abierto, de ciudadanos con herramientas tecnológicas para decir lo que piensan y sienten, su Gobierno iba a privilegiar los derechos colectivos y a ponerlos bajo la tutela de grupos con ínfulas medievales?
Esos temas son sin duda bagatelas cuando se piensa en el rumbo histórico del correísmo. ¿O no? Como lo es desconocer a la CIDH a la cual muchos de este Gobierno, hoy medrosamente callados, recurrieron en el pasado. ¿El discurso del señor Albuja contra Catalina Botero les satisface? ¿No tienen nada qué decir sobre la forma cómo desconocieron los derechos a Cléver Jiménez? ¿Han pensado que un día serán oposición? ¿Han pensando en los precedentes que están creando
Qué bueno que debata el correísmo. Qué penoso que sea solo entre los que están de acuerdo (¿qué dicen los socialistas Glas, Mera, Espinosa, Alvarado…) y que, en vez de hablar de lo que hacen con los ciudadanos reales, se vayan por la tangente.


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