jueves, 20 de octubre de 2022

 

POR: Jaime Idrovo Urigüen

Abril 2022, edición 128 

 


¿Ángeles o Guacamayas?
La persistencia de los mitos indígenas en el arte religioso de Cuenca

Características principales del arte en la Colonia.
Teresa Gisbert, historiadora del arte andino, señala que “...Los valores indígenas fueron modificando los aportes europeos  hasta convertirlos en algo muy diferente de los que originalmente fueron” (Iconografía y mitos indígenas en el arte; 1980). En efecto, la existencia de dos sociedades paralelas y excluyentes, es decir, la española con los criollos y mestizos que ocupaban el área central de las nacientes urbes coloniales, la misma que, se separaba físicamente de los barrios de indios localizados en la periferia de las ciudades y el campo, no impidió, que los segundos, en calidad de mano de obra y cultores de oficios menores, introduzcan su propia ideología, mitos y angustias en algunas de las realizaciones artísticas de iglesias y templos católicos. Todo ello, mediante la talla de la madera y la piedra o incluso en la pintura, con determinadas escenas religiosas que expresaban también la conflictividad en el mundo de los vencidos. De suerte que, la mezcla cultural no puede definir al barroco en América como un conjunto uniforme ni con su matriz europea. Tampoco con sus raíces nativas originarias, pues el espíritu de lo indígena y la originalidad de las expresiones locales dependían de la dinámica de los intercambios entre las dos sociedades, lo que confluyó en un espacio de pertenencia e identidades regionales.

Por lo mismo, la iconografía de estas manifestaciones que van más allá de las reglas y objetivos religiosos impuestos por la normativa de la iglesia católica, encuentra  sentido propio en una serie de realizaciones, cuyos ejemplos se multiplicaron en Mesoamérica y los Andes, con ejemplos excepcionales como: el del templo de Santa María de Tonantzintla, dedicado a la Virgen de Guadalupe y que se ubica en el mismo lugar en donde los aztecas rendían culto a la diosa-madre Tonantzin; o también, la Virgen del cerro de Potosí con cinco cuadros pintados a partir del siglo XVI y que confunden en la misma imagen a la Virgen María con la Pachamama o madre-tierra andina. 

Ubicación, historial y breve descripción del Convento y la Iglesia de Las Conceptas de Cuenca.
El monasterio de Nuestra Señora de la Concepción, más conocida como el monasterio y la iglesia de Las Conceptas, ocupa todo un manzano localizado en pleno centro histórico de Cuenca. Está delimitado por las calles, Presidente Córdova al norte, Antonio Borrero al occidente, Juan Jaramillo hacia el sur y Hermano Miguel al oriente.

Un breve recuento histórico de los inmuebles existentes da cuenta de la fundación del monasterio en 1599, en lo que fue la propiedad de Doña Leonor Ordóñez, habiendo pertenecido previamente, todo el manzano, a los hermanos Mandaña o Amendaño, uno de ellos esposo de Doña Leonor, a quién había dispuesto por testamento la entrega del terreno y casa a la orden religiosa, en cuyo claustro debían ingresar sus tres hijas. Sabemos así mismo que para la fecha, existía ya en el sitio una capilla construida por los dos hermanos. Seguidamente, en 1625, se menciona la construcción del retablo y el órgano en la iglesia que, sin duda, no fue otra cosa que una ampliación y/o mejoramiento de la capilla pre existente. Igualmente, se construyó el locutorio y la sacristía. Poco después, en 1682, se inicia el levantamiento de la primera iglesia y en 1686 el tabernáculo, claustro y piso enladrillado de la portería. Entre 1712 y 1720 se edifica la segunda y definitiva iglesia, bajo la dirección de Manuel Vivar y también, entre 1734 y 1744, se decora su interior mediante murales al temple y con oleo, basados en temas religiosos. En 1900, la Madre Sebastiana hace una renovación completa de la iglesia y en 1920, Nicolás Vivar decora con pintura mural la bóveda, el altar mayor y la sacristía. Así, en 1973, se termina la instalación del actual cementerio conventual, pudiendo decirse qué, este conjunto arquitectónico con más de 420 años de vida, se define como un espacio construido de continuos cambios y agregados.

Por su parte, la iglesia, siendo un edificio que se levanta en una época en donde varios estilos arquitectónicos europeos confluyen y se confunden, acusa un estilo mas bien ecléctico, con una espadaña que encaja en el barroco americano, una planta de estilo renacentista con una sola nave y un arco triunfal, en contraste con otros elementos  propios de barroco  y que están visibles en el retablo que, conjuntamente con el presbiterio, fueron decorados con tallas revestidas de pan de oro. Aparte de ello, los cuadros del interior del templo, señalan la presencia de un claro neo clasicismo.

Detalles de los pilares adosados en la entrada sur de la iglesia.
Como en otros casos, el ingreso a la iglesia de Las Conceptas no se realiza por la parte frontal, sino a partir del sector lateral occidental, esto es, por la calle Borrero en donde se localizan dos puertas de madera que datan de 1924, decoradas por el artista Abraham Sarmiento, con motivos de inspiración religiosa y delimitadas por falsos pilares adosados a la pared. Los dos primeros que se ubican hacia el norte, están enriquecidos con tallas florales y geométricas sobre planchas de mármol bastante erosionado. Los pilares de la entrada sur, en cambio, tienen esculpidas las imágenes de dos seres híbridos con alas a la altura del pecho y abundante plumaje en la parte baja de sus cuerpos. Ambas figuras se ubican en torno a un triángulo que suele representar en lenguaje simbólico una montaña, con un pórtico de entrada a su interior y un conjunto de líneas onduladas sobre su perfil exterior. Cada plancha mide 60 cm, la más grande y 45 cm la menor, con una altura similar de 43 cm. En el graderío de ingreso a la iglesia, se han colocado algunas de las lápidas del antiguo cementerio, labradas sobre bloques de mármol de buena calidad y que datan del siglo XVIII.

Génesis Kañari en el mito del diluvio.
En 1572 (Historia de los Incas), el cronista español Pedro Sarmiento de Gamboa recoge uno de los mitos de origen del pueblo Kañari, señalando que: “...Dicen que en el tiempo del diluvio uno pachacuti, en la provincia de Quito, en un pueblo llamado Tumibamba, estaba un cerro llamado Guasano...en este cerro se subieron dos hombres cañares, llamados el uno Ataorupangui y el otro Cusicayo. Y como las aguas iban creciendo, el monte iba nadando y sobreaguando de tal manera que nunca fue cubierto por las aguas del diluvio. Y así los dos cañares escaparon. Los cuales dos, que hermanos eran, después quel diluvio cesó y las aguas se bajaron, sembraron [sus chacras]...cuando a la tarde volvieron a su choza, hallaron en ella unos panecillos y un cántaro de chicha...curiosos de saber quién les traía aquel refrigerio, escondiéronse un día, para saber quién les traía aquel manjar. Y estando aguardando vieron venir dos mujeres cañares”.

En tanto que una segunda versión del mismo suceso mítico escrito en 1575 por Cristóbal de Molina (Ritos y fábulas de los Incas), otro de los cronistas de la colonia temprana, enfatiza que: “en un cerro llamado Huayñan escaparon dos hermanos en él...y así el mayor dellos acordó quedarse escondido y vio que venían dos aguaque, por otro nombre llaman torito y en nuestra lengua las llamamos Guacamayos. Venían vestidas como cañares y cabellos en la cabeza, atada a la frente como agora andan...Y con esta menor [de las guacamayas] dicen que tuvo acceso y copula carnal...y que destos hermanos y hermanas, hijos desta guacamaya...dicen que proceden todos los cañares”. 

Conclusiones. El arte colonial ecuatoriano esta vacío, casi por completo, de expresiones que señalen el mestizaje entre la cultura dominante y los dominados. Contrario a lo que ocurre en Bolivia y Perú o México y Guatemala, con abundantes y significativas muestras de esta simbiosis, en nuestro país no existen evidencias claras de la intervención indígena en la proyección de su mundo a través de estas manifestaciones artísticas; lo cual nos lleva a preguntarnos el por qué de este fenómeno, si este territorio estuvo sometido a un proceso de colonización europea similar al de los países citados.

Pese a ello, la escena descrita en los pilares de la iglesia de Las Conceptas, parece romper esta singularidad, pues a nuestro entender, se trata de una representación del mito kañari de génesis étnica, representado en las guacamayas que se confunden con ángeles, mientras la figura central parece representar los cerros Guasano y/o Huayñan, con una entrada que, según versiones populares que subsisten hasta el presente, incluiría una cueva en donde se refugiaron los dos hermanos sobrevivientes del diluvio. Por su parte, la talla ondulada que envuelve a la pirámide, podría empatar con el símbolo del agua en movimiento, tal como se manifiesta en otros contextos culturales, escondiendo así toda una simbología que pasa desapercibida para los cuencanos habituados a ver el conjunto arquitectónico de la iglesia y no sus detalles menores.

¿Cuándo se tallaron estas representaciones? Posiblemente se ubican en la época en la que se levantó la iglesia definitiva, pero si se trata de una talla posterior, igualmente su significado sigue latente y es importante, porque no nos enfrentamos con seguridad a un trabajo realizado por un artista de oficio, sino por un artesano indígena como tantos que se esconden en el anonimato, emitiendo en esta ocasión un mensaje sobre el origen del pueblo kañari, en la entrada misma del templo. Es decir, sin ingresar a ese mundo reservado a los “mishus”, en donde moran las divinidades que aplastaron a los dioses de la América india.  Finalizamos diciendo que este breve artículo pretende simplemente dar a conocer de manera general, lo que estamos desarrollando en un estudio más completo sobre el tema, ahora en preparación.

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