martes, 11 de octubre de 2022

 

El prototipo de complotadora a tiempo completo

   en Conexiones4P/Elenfoque/Info  por 

¿Qué querían esos 103 asambleístas que votaron una resolución, según la cual el presidente Lasso incumplió con el Plan  Nacional de Desarrollo?  Algunos dicen no haber pensado -como sí lo hizo la ponente, Mireya Pazmiño, que preside la Comisión Económica- que con ese texto cualquier asambleísta o bloque legislativo puede iniciar o presentar un juicio político contra el primer mandatario. Pazmiño lucía tan entusiasmada que puso sus deseos por delante de la letra de la Constitución. Por eso, más tardó en hacer declaraciones aparatosas que en sumar abogados y constitucionalistas que, en sus cuentas sociales, mostraron que su resolución es un mero saludo a la bandera.

Aquí surge una pregunta: ¿por qué se apuntan en esas movidas partidos como la Izquierda Democrática y el PSC? De parte de Pazmiño no sorprende. Si se miran sus actuaciones en la Asamblea, hay que considerar que también esta vez hizo su trabajo. Lo curioso es que asambleístas de la ID y del PSC actúen como si no se hubieran percatado de que Mireya Pazmiño es quizá el cuadro más activo del grupo de asambleístas adscritos a la línea de Leonidas Iza. Es decir, el grupo que complota abiertamente y a tiempo completo. Ellos actúan según la receta -inspirada en un principio táctico de Vladimir Ilich Uliánov, Lenin- de “la combinación de todas las formas de lucha”.

Los Pandora Papers, la sublevación en la calle, el intento de mandar a la casa a Lasso recurriendo a la muerte cruzada, el incumplimiento de su Plan de Gobierno… No importa la causa o el pretexto: Pazmiño, Iza y los suyos no descansan. Su plan no es contra Guillermo Lasso. Tampoco lo fue contra Lenín Moreno. Su plan es capturar el poder. Y si por ahora no lo pueden obtener, la receta dice que deben desprestigiar, erosionar y destruir el Estado y el sistema. Impedirle que funcione. Ellos quieren instalar sobre sus cenizas el comunismo indoamericano.

El correísmo no comparte exactamente los mismos postulados. Pero ante la urgencia de recuperar el poder, para limpiar los expedientes judiciales de sus líderes, les interesa promocionar el caos, del cual esperan salir con alguno de ellos sentado en la silla que hoy ocupa Guillermo Lasso.

A menos que el PSC, la ID y otras fuerzas políticas compartan esa estrategia, no se entiende por qué juegan el papel reservado a los tontos útiles de aquellos que trabajan profesionalmente para aniquilar el sistema. Ellos dirán que no han votado siempre con el correísmo y los golpistas de Iza. Y es verdad que asambleísta de la ID y el bloque del PSC han puesto votos para impedir sacar al cargo al presidente. Pero curiosamente participan -sin explicar sus razones- en las movidas del correísmo y de los amigos de Iza que han convertido la Asamblea en un poder que suma en el país desasosiego, desgaste institucional, toxicidad en la esfera pública e incertidumbre. Un poder impredecible.

Los demócratas nada tienen que hacer con “la combinación de todas las formas de lucha”. Es fácil entender que los dinamitadores del sistema mezclan procedimientos democráticos, con intentonas de golpes de Estado y violencia que, a su vez, produce delitos comunes y delitos políticos. Y eso es lo que se vio en los 18 días que duró el secuestro de la sociedad de la Sierra, en particular.

Y sin embargo, esa visión para conquistar el poder ya cambió la dinámica política de la Asamblea. No hay movidas del correísmo y de los amigos de Iza que no tengan que ver con esa determinación política y delincuencial de acabar con el gobierno de Guillermo Lasso. Esa pulsión prevale sobre la necesidad de producir política para contraponerla a la del Ejecutivo. Para esa mayoría el gobierno es una presa, sus ministros un trofeo y el presidente el objetivo central.

La pedagogía que debería irradiar esa Asamblea es aquella donde se preparan gabinetes en la sombra, los asambleístas cotejan la realidad, conocen sus particularidades y sus cifras, fiscalizan al gobierno y acompañan sus críticas con propuestas a la opinión. Esa debería ser la competencia en boga. Pero no. La escuela es la que encarnan asambleístas, como Mireya Pazmiño, dedicados a complotar.

No es la primera vez que ella taca burro, como dicen los billaristas. Pero mientras encuentre demócratas en la Asamblea que, sin mayor análisis, se suman a sus iniciativas, ella y sus amigos tienen carta blanca para actuar.

Foto: Asamblea Nacional. 

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