Gerardo Maldonado Zeas
Por AGN -2 junio, 20181
El CPCCS transitorio cumple el mandato de los ecuatorianos de pedir cuentas por los actos realizados por varias instancias de control y gestión de la década pasada. A muchos no les gusta, pero quienes odian de verdad esta veeduría son los poseedores de un rabo de paja monumental por la ausencia de compromiso moral con el servicio público. Justamente el jueves pasado Jalkh y su combo del Consejo de la Judicatura comparecieron a presentar sus informes. A Julio César Trujillo le molestó el incumplimiento de ciertas regulaciones establecidas, porque en un alarde de prepotencia y sobradez Jalkh, luego de su exposición, no se ubicó junto a sus colaboradores, y desafiante se quedó de pie entre el público. En esa trama, luego de un llamado de atención, procedió a abandonar el salón con sus acólitos; sus poses hacen pensar que quiso burlarse del CPCCS transitorio, pero se cayó de bruces.
El CPCCS transitorio cumple el mandato de los ecuatorianos de pedir cuentas por los actos realizados por varias instancias de control y gestión de la década pasada. A muchos no les gusta, pero quienes odian de verdad esta veeduría son los poseedores de un rabo de paja monumental por la ausencia de compromiso moral con el servicio público. Justamente el jueves pasado Jalkh y su combo del Consejo de la Judicatura comparecieron a presentar sus informes. A Julio César Trujillo le molestó el incumplimiento de ciertas regulaciones establecidas, porque en un alarde de prepotencia y sobradez Jalkh, luego de su exposición, no se ubicó junto a sus colaboradores, y desafiante se quedó de pie entre el público. En esa trama, luego de un llamado de atención, procedió a abandonar el salón con sus acólitos; sus poses hacen pensar que quiso burlarse del CPCCS transitorio, pero se cayó de bruces.
Su omnipotencia es tremenda; él se cree el ungido por el tiempo, el intocable, el honrado candidato a los altares. Juega con las aseveraciones, él mismo califica las pruebas en su contra como infundadas, forjadas o mentirosas, copiando el estilo del ex jefe; él no quiere dar cuentas a nadie. En el permanente circo de la Comisión de Fiscalización de la Asamblea, Silvia Salgado y María José Carrión quienes por esas aberraciones de la política y no sabemos qué tipo de intereses siguen en esta delicada comisión desde aquella época cuando no se hacía nada y se archivaba todo, hasta la palabra, recibieron a este sujeto para hacerle sentir como en casa. Con la venia y el sobrecogedor mutismo de su lenguaje corporal le dejaron decir lo que quiso. Gustavo Jalkh piensa que el correato sigue, y tiene razón porque en verdad, no ha dejado de irse.
Entre molestos y sorprendidos, algunos se ponen al acecho por varias diligencias que la Fiscalía, el CPCCS transitorio y la Contraloría llevan a cabo. Por ejemplo los ex miembros de los Consejos Directivos del IESS y sus administraciones deberán someterse a 27 exámenes especiales que revisarán la construcción de hospitales, compra de medicinas, el porqué del ocultamiento de los estudios actuariales, la administradora de fondos y la gestión de talento humano. La gran pregunta es sencilla: ¿cómo es posible que con tantos recursos, el IESS siempre esté con problemas económicos? Una cirugía múltiple con la urgencia del caso se avecina.
Y las dudas seguirán existiendo mientras no se analice a profundidad quienes fueron los beneficiados del pago de hasta 20 veces más por km lineal en las carreteras, la repotenciación de la refinería con un exceso de US$ 2100 millones de dólares, las adjudicaciones con sobreprecio en la contratación pública en general y demás trapacerías de la época. Si la cárcel para estos pelafustanes, fuese suficiente para curar la impotencia del ciudadano honrado, el de a pie, el desprovisto de poder, la cosa sería menos dura. La sociedad anhela que lo robado se devuelva y sea reintegrado al erario público; por eso, es imperiosa la consecución a través de la Asamblea Nacional de la Ley de Extinción del Dominio para incautar las propiedades de quienes antes de entrar a la gran farra de la década pasada eran más pelados que una pepa de guaba. Y de cajón, hacer un seguimiento a la ruta del dinero mal habido; y por supuesto, continuar escarbando hasta el núcleo de la gestión impúdica, para aplicar todo el peso de la ley a quienes gozaron con sus acciones u omisiones, mientras el desempleo, la miseria y angustia desgastaron la piel de nuestro país que ha sido a leguas, un país de mentira. (O)
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