jueves, 28 de junio de 2018

¿La Primera Dama vuelve política de Estado la caridad pública?

  en La Info  por 
¿Hay política social, administrada por las instituciones del Estado, o caridad pública administrada por la Primera Dama? La pregunta no es nueva y se ha formulado también en municipios, como el de Quito, y por la misma razón: tener primeras damas muy presentes políticamente, con alta exposición mediática y con una incidencia preponderante en los presupuestos sociales.
Rocío de Moreno tiene una altísima visibilidad en el plan Toda Una Vida que involucra algunas instituciones del Estado. Por obvias razones, su actividad tiene que ver con dinero público y políticas públicas. ¿Cómo calzan ahí los regalos que ella ofrece y entrega a algunos beneficiados de ese plan? En el video “El gobierno informa” que fue difundido este lunes 25 de junio, la esposa del Presidente regaló dos casas. Es lo que se dice en el video que aquí se publica. Se trata de regalos hechos a dos familias que, ciertamente, tienen problemas. Aquí no se trata de ignorar la pobreza y el dolor humano. Ni de cuestionar la entrega y buena fe de las personas que componen las brigadas de Las Manuelas que recorren el país, ocupándose de personas en situación vulnerable. ¿Pero es institucional una política social que incluye regalos hechos por la Primera Dama y con dineros públicos? ¿Acaso la esposa del Presidente somete su gestión a algún ente de control?

No solo eso: mortifica que regalos de ese tipo se hagan ante las cámaras y sean difundidos a las 20:00, como parte del informe presidencial. Hay ahí verdaderos actos de caridad pública que nada tienen que ver con una política social integral, sostenible en el tiempo y susceptible de contribuir a combatir realmente la pobreza. En cambio hay una puesta en escena que realza, como señora dispensadora de favores y milagros, a Rocío de Moreno, Primera Dama de la nación.
¿La prueba? Basta con seguir la lógica del guión oficial que se desarrolla en el video. Todo está libreteado: la esposa del Presidente recibe a una familia y dice a sus miembros que sean bienvenidos a su casa. La señora beneficiada le da las gracias “de todo corazón”. Se abrazan. En off se escucha: “esta familia recibió una vivienda que cuenta con dos habitaciones, sala comedor y baños. Equipada con enseres para que inicien una nueva vida”.
El segundo caso es muy parecido. Involucra a otra señora que “no podía creer que el ofrecimiento que le hizo Rocío de Moreno, Presidenta del Plan Toda una Vida, cuando visitó su hogar al sur de Guayaquil, hoy es una realidad”. Y la señora aparece y dice que todavía no se lo cree. Su madre, una señora que se tiene un tratamiento de diálisis, tres veces por semana, también recibió una casa. El Plan Toda una Vida contempla regalar 191 000 casas…
Dentro de las ofertas presidenciales, esa es la más populista y aquella que pueden rendir más réditos políticos para aquellos que se pongan el gorro de papá Noel. En este caso, la esposa del Presidente y, de carambola, también él.
El país recuerda las críticas ácidas que recibió Álvaro Noboa por regalar colchones en plena campaña. Los pagaba con su plata pero la opinión estimó, a justo título, que era una forma inmoral de comprar votos. ¿Regalar casas desde el gobierno, usando el aparato del Estado y el erario público, no es lo mismo? ¿Es ético que la Primera Dama construya la imagen de benefactora de esa manera y que el gobierno la promueva en el programa semanal del Presidente?
No hay cómo desconocer la sensibilidad política por los más desfavorecidos. Pero una cosa es tener programas, animados por servidores públicos, que busquen estructural y sostenidamente combatir la pobreza y generar empleo y otra, muy diferente, organizar shows mediáticos para papás Noel improvisados y con plata ajena. Los pobres y, más aún, los pobres con discapacidades o enfermedades graves, no deben ser objeto de réditos mediáticos para político alguno. Las imágnes que eso produce son particularmente lacerantes.
Se entiende que regalar una casa debe ocurrir en casos totalmente excepcionales. Pero hacer un programa de gobierno para regalar centenares de miles de casas (191 000 según cifras oficiales) es populismo puro. Insostenible en tiempos de vacas flacas. Estos precedentes además obligan a los más pobres a rogar a sus dioses para que un día se encuentren cara a cara con la Primera Dama.

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