Alberto Ordóñez Ortiz
Por AGN -2 junio, 20181
En un ramal externo o, si se prefiere, en uno de los [extramuros] de nuestra galaxia, -la Vía Láctea-, se halla el pequeño, -insignificante, cósmicamente hablando-, planeta que habitamos. En su seno, la presencia de millones de especies en sus múltiples formas, son un himno y un espectáculo que avanza de sorpresa en sorpresa descubriendo a su paso un mundo único repleto de seres que viven sobre la tierra, otros en las profundidades marinas y, -ciertas bacterias- que contra toda forma normal de entendimiento, sobrevienen en la incandescente lava de los volcanes. El sagrado e ilimitado poder de la vida se exhibe en una verdadera e incomparable miscelánea de colores, aromas, sonidos y formas.
En un ramal externo o, si se prefiere, en uno de los [extramuros] de nuestra galaxia, -la Vía Láctea-, se halla el pequeño, -insignificante, cósmicamente hablando-, planeta que habitamos. En su seno, la presencia de millones de especies en sus múltiples formas, son un himno y un espectáculo que avanza de sorpresa en sorpresa descubriendo a su paso un mundo único repleto de seres que viven sobre la tierra, otros en las profundidades marinas y, -ciertas bacterias- que contra toda forma normal de entendimiento, sobrevienen en la incandescente lava de los volcanes. El sagrado e ilimitado poder de la vida se exhibe en una verdadera e incomparable miscelánea de colores, aromas, sonidos y formas.
Cierto que en la historia del planeta -cuatro mil quinientos millones de años, según la comunidad científica- miles de especies desaparecieron, sea por fenómenos naturales: el asteroide que hace sesenta millones de años cayó en la bahía de Yucatán-México, por ejemplo, con el que se habría acabado con la vida de los grandes saurios, pero sobre todo por acción del mayor depredador conocido: el hombre. A contramano de lo dicho, vale destacar que Yuri Gagarin, el primer astronauta que circunvaló a la tierra, quien, al mirarla desde el insondable espacio exterior, no pudo contenerse y dijo: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos. Desde aquí miro su estremecedor fondo azul, que, por momentos se vuelve y a ratos es un enardecido violeta que no cesa en sobrepasar sus propios límites. Destruir tanta belleza sería crimen imperdonable”.
Hay un hecho más conmovedor, si cabe la expresión, el hombre -como lo quería Hobbes- no es “un lobo del hombre”, sino dicho sin cortapisas: el hombre es el [hombre] del hombre” . Pruebas al canto: Entre Hitler, Stalin y Mao, se habría producido la muerte de alrededor de 80 millones de seres humanos. Entonces es doloroso reconocerlo: pero su brutal acción depredadora no se detiene ni ante sus propios semejantes.
Los todopoderosos intereses de las grandes potencias han acabado con casi todos los bosques y miles de sus especies. La indiscriminada y permanente explotación minera ha asolado al planeta. Se han privilegiado los intereses económicos sobre los ecológicos. Vale decir, el dinero sobre la vida.
Los todopoderosos intereses de las grandes potencias han acabado con casi todos los bosques y miles de sus especies. La indiscriminada y permanente explotación minera ha asolado al planeta. Se han privilegiado los intereses económicos sobre los ecológicos. Vale decir, el dinero sobre la vida.
El poeta Francis Thompson, no sin razón dejo dicho: “Si agitas una hoja de hierba, no dejas de agitar una estrella”. Proclamaba de esa manera la unidad cósmica y que cualquier acción repercute en el todo. De vuelta a nuestro terruño que, por exiguo que sea, no deja de ser parte del cosmos, ha sido reciente víctima de la contaminación del río Blanco, -causada por el extractivismo extranjero que se ejecuta en sus inmediaciones- principal proveedor del agua que bebemos los cuencanos. A las autoridades les corresponde una inaplazable y enérgica respuesta. Su silencio significaría la pérdida de las pocas certezas que nos quedan, excepto la de que a nuestras espaldas hay alguien que pretende engañarnos. Entre tanto no olvidemos el S.O.S. de Yury Gagarin: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”. (O)
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