Augusto Espinosa, entre cheerleader y zombi
– Augusto Espinosa, ¿qué es la ética?
Los políticos, como él, que parió la revolución ciudadana, carecen de sentido moral. No tienen normas que les permita valorar sus actuaciones en el país. No saben lo que es un funcionario público. Ni siquiera se preguntan qué obligaciones tienen. Y se consideran ajenos a cualquier tipo de responsabilidad derivada de su cargo. Han borrado los límites que existen entre lo que es apropiado, justo, legal, moral y lo que no lo es. A nombre de un proyecto justifican todo. Con lemas, reemplazan el sentido común y hasta los sentimientos humanos. Si su cinismo no fuera tan manifiesto, parecerían zombis.
Los políticos, como él, que parió la revolución ciudadana, carecen de sentido moral. No tienen normas que les permita valorar sus actuaciones en el país. No saben lo que es un funcionario público. Ni siquiera se preguntan qué obligaciones tienen. Y se consideran ajenos a cualquier tipo de responsabilidad derivada de su cargo. Han borrado los límites que existen entre lo que es apropiado, justo, legal, moral y lo que no lo es. A nombre de un proyecto justifican todo. Con lemas, reemplazan el sentido común y hasta los sentimientos humanos. Si su cinismo no fuera tan manifiesto, parecerían zombis.
Jorge Glas es el mayor exponente de esa cultura. El caso de Augusto Espinosa prueba que esa escuela, gerenciada por Correa, genera en sus alumnos las mismas convicciones: los políticos son impunes y la sociedad debe renunciar a fiscalizarlos. Y ellos ni siquiera tienen responsabilidad política en el ejercicio de sus cargos. De hecho, Glas tuvo todo el tiempo que quiso en la Asamblea, gracias a María José Carrión, para desarrollar esta teoría.
Augusto Espinosa la aplica a la perfección. Él estuvo en el Ministerio de Educación desde mayo de 2013 hasta noviembre de 2016. Cuando llegó al cargo –según él mismo contó– se sabía de al menos cien denuncias de abusos a los niños por año. No las investigó. Y aumentaron a 382 hasta 2016. El ctual ministro de Educación, Fander Falconí, agravó su caso: habría 918 casos en investigación que entrarían en el período que Espinosa fue ministro. El ex ministro escurre le bulto tras nudos interinstitucionales y protocolos que autoridades de menor jerarquía están en la obligación de hacer cumplir.
No parece afectarlo haber sabido que aquello “estaba pasando” en las escuelas del país y que él, con todo el poder para intervenir, nada hubiera hecho. No le mortifica contradecirse cuando afirma que en sus visitas a los planteles no recibió denuncias. Tampoco se muestra deseoso de transparentar lo que pasó y de zanjar responsabilidades. La frase desgraciada de que “hay que dejar de buscar culpables”, de la cual es autor, hizo subir la temperatura en las redes sociales.
Espinosa en este punto demostró para qué le sirvió el poder. Para hablar de unidades educativas y escuelas del milenio. Para hacer contratos y autorizó algunos: solo los de los desayunos suman alrededor de $400 millones con empresas escogidas; contratos cuya examen por parte de la Contraloría aún no se hace público. Y, claro, el poder también le sirvió para silenciar el infierno vivido por niñas y niños por cuenta de un puñado de enfermos metidos en el magisterio. Su caso, ahora icónico, obliga a volver a la pregunta del inicio: ¿qué es la ética para Augusto Espinosa?
¿Y qué es la ética política para sus compañeros de bloque de Alianza País que lo han protegido hasta del juicio político? También lo salvaron el año pasado cuando, todavía ministro, fue acusado de haber violado la ley: no protegió la infraestructura educativa –como lo obliga un reglamento a hacerlo– y no contrató pólizas de seguro contra riesgos naturales, como el terremoto del 16 de abril.
Augusto Espinosa es un pésimo administrador pero es un excelente cheerleader político. Lo ha sido de Rafael Correa. En los hechos se convirtió en uno de los portavoces del bloque de asambleístas correístas que han hecho la guerra a Lenín Moreno: se burla de que las obras que inaugura son del gobierno anterior. Recalca que la mesa sí estuvo servida. Recuerda que Moreno fue legalmente destituido de la Presidencia de movimiento AP. Plantea juicio político contra el Contralor por la predeterminación con destitución que hizo a Glas. Califica de inconstitucionales tres de las siete preguntas de la Consulta propuesta por Moreno… Fue él el encargado de proponer al bloque un buen divorcio en vez de un matrimonio tortuoso.
Ese es el político que hasta no ha podido ser llevado a juicio político para ser destituido y para que responda por sus acciones y omisiones. Hoy, 9 de noviembre, el Consejo de Administración de la Asamblea, CAL, suspendió el análisis para calificar o no el pedido de juicio político que en contra suyo presentó Jeaninne Cruz, de CREO, apoyado por 49 asambleístas. Sus miembros patearon el balón para el lunes 13.
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