martes, 13 de junio de 2017

El demonio del correísmo
Ahora el que corta el queso es Moreno, aunque todavía no tenga el cuchillo completamente afilado. La peor pesadilla de Correa se estaría volviendo realidad: que le apliquen la misma vara que él les aplicó a sus mentores políticos. Es decir, que sus amigos también lo traicionen. Correa conoce perfectamente la ventaja que significa tener las riendas del Estado.
12 de junio del 2017
POR: Juan Cuvi
Master en Desarrollo Local. Director de la Fundación Donum, Cuenca. Exdirigente de Alfaro Vive Carajo.
Las movidas internas podrán salvarlos de la cárcel, pero no de la vergüenza".
¿Hasta dónde llega el nivel de descomposición del correísmo que hasta el testimonio de Capaya se legitima? Por capítulos, es cierto, pero  tendrá su final.  Habrá que esperar el desenlace de la telenovela de la corrupción correísta para saber cuánto de lo que denuncia es verdad.
Después de haberlo descalificado como a un vulgar delincuente, Alianza País terminó por reivindicarlo. Aunque en forma solapada. Porque llamar a juicio político a Carlos Pólit por sospechas de concusión, implica admitir que las denuncias de Carlos Pareja Yannuzzelli tenían fundamento. No obstante, el mayor problema para el correísmo radica en la totalidad del paquete de denuncias. ¿Cómo justificar que van a tomar solamente un pedazo de la interminable longaniza de la corrupción, cuando la lista de Odebrecht anticipa mucho más de lo que hasta ahora ha revelado Capaya?
Quien con lobos se junta a aullar aprende. El refrán le cae como anillo al dedo al correísmo. Porque el principal obstáculo para desenmarañar la trama de la corrupción (no solo en el caso Odebrecht) es que no se sabe cuántos –ni hasta dónde– están involucrados en el lleve. Y mientras la información permanezca reservada, la suspicacia crece.
El coro de aullidos de quienes acusan, absuelven y de paso se cubren solo produce más confusión. Y como a mayor enredo mayor impunidad, no es desatinado suponer que se lo está provocando a propósito. Veamos.
Carlos Pólit fue elegido Contralor como parte de un amarre entre AP y Sociedad Patriótica. En premio a su incondicionalidad con el gobierno, fue ratificado dos veces seguidas con la venia de Correa; la última, gracias a la decisión servil del actual Consejo de Participación Ciudadana (CPCCS), organismo integrado en su totalidad por sumisos correístas. En principio, se supondría que Pólit es cuña del ex Presidente.
Carlos Baca Mancheno operó durante varios años como fiel funcionario de Correa. Como retribución a su incondicionalidad, fue promovido al cargo de Fiscal General de la Nación, igualmente con la servil aprobación del CPCCS. Se entiende, por lo mismo, que es otra pieza clave de Correa.
El bloque de asambleístas de AP fue impuesto por Rafael Correa como parte del acuerdo para que Lenín Moreno terciara por la Presidencia. Integrado en buena medida por funcionarios del anterior régimen, se presume que van a cumplir con una agenda diseñada por su mentor político.
Pues resulta que hoy, tanto el Fiscal como el CPCCS y el bloque de asambleístas de AP enfilan lanzas contra Carlos Pólit. ¿Qué sucedió, que está sucediendo o qué sucederá al interior del gobierno y del movimiento verde-flex para que se produzcan semejantes cortocircuitos? Arriesguemos algunas especulaciones (ya que proponer hipótesis en medio de tanta opacidad puede ser demasiado imprudente).
Primero: el escándalo de Odebrecht desbordó todos los cálculos y previsiones de AP. Los correístas están en medio de un zafarrancho de madrugada, en el que toca disparar contra el primero que asoma la cabeza, sea amigo o enemigo. El que no dispara marcha, es la consigna. La persecución inicial contra Capaya desató el pandemonio, y el que menos jaló del gatillo. A cada ataque corresponde un contrataque más virulento. La amenaza de Pólit en contra del Fiscal Baca podría ser una réplica de Charlie Pareja Cordero: en Guayaquil todo el mundo sabe de su estrechísima relación de amistad con el Contralor. Por eso, más que cogerlo como chivo expiatorio, a Carlos Pólit le estarían pasando la guillotina. Más bien dicho, ajustándole cuentas.
Segundo: algunos correístas empiezan a culipandear. El poder de turno es tan arrollador como convincente, y los intereses puros y duros no dan para pruritos ideológicos ni para melindres éticos. Ahora el que corta el queso es Moreno, aunque todavía no tenga el cuchillo completamente afilado. La peor pesadilla de Correa se estaría volviendo realidad: que le apliquen la misma vara que él les aplicó a sus mentores políticos. Es decir, que sus amigos también lo traicionen. Correa conoce perfectamente la ventaja que significa tener las riendas del Estado. Como dice el dicho, si se vira un trasatlántico, ¿por qué no se va a virar un funcionario público… o un asambleísta? Y el Ejecutivo puede repartir lentejas con holgura.
Tercero: todos los involucrados presionan para terminar tranzando. Caerán un par de cabezas, pero el grueso de la cofradía se salva. Tal vez aspiran a que la inercia ciudadana construida durante estos diez años derive en indiferencia y olvido. Apuesta temeraria si se la hace en un contexto de crisis económica. Con un agravante incontrolable: cuando salte la lista completa de Odebrecht, la imagen del correísmo será indefendible hasta para sus más fervientes seguidores. Sobre todo, a nivel internacional. Las movidas internas podrán salvarlos de la cárcel, pero no de la vergüenza. FUENTE PLAN V

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