Mauricio
Gándara Gallegos
¡Sí, deben
disculparse!
La acusación
contra Bonil por una caricatura reflejando la triste actuación de un legislador
en la Asamblea debe llevarle al Ecuador a varias reflexiones, y entre ellas:
Que los partidos y organizaciones
políticas que presentaron y presentan como candidatos a desempeñar funciones
públicas a personas que no están preparadas para ejercerlas, deben presentar
disculpas a la ciudadanía por tomar a la ligera asuntos tan serios. El Ecuador
necesita –como todo país– que en cada función pública se encuentre una persona
preparada para cumplir con sus obligaciones de la más eficiente manera. No es
la popularidad ganada en eventos deportivos o en la farándula, la razón para
seleccionar a los candidatos. De la misma manera, el llamado a una candidatura
debe hacerse un examen de conciencia de si en su vida se preparó constantemente
para esa posición, y que por esa preparación va a poder devengar el salario que
le pagan los ecuatorianos con sus impuestos. Si no está preparado, triste será
el papel que desempeñe. Con la demanda han hecho aún más notoria la actuación
que llamó al caricaturista a formular su crítica. Con su crítica, el
caricaturista ha defendido los intereses ciudadanos que exigen preparación para
el desempeño de las funciones públicas. Merece reconocimiento público, no
sanción. Es el legislador el que debe disculparse ante la ciudadanía.
Esto de los colores de la piel que
Dios o la naturaleza han distribuido entre los seres humanos y que mucho tienen
que ver con el clima, con la intensidad del sol, en las diversas regiones del
planeta, no debe ser materia de discriminación, y nadie debe sentirse
disminuido por algo que solo depende de la voluntad insondable del destino. Tal
vez comprendiendo lo deleznable del argumento inicial, sustituyeron el
fundamento de la demanda, la de discriminación racial, por la discriminación
por razones socioeconómicas, que es menos sustentable todavía. Con tal cambio
de fundamento han anulado su propio procedimiento. A nadie se le ocurrió
burlarse por el color de su piel del ya fallecido diputado Lenin Hurtado: con
su preparación, su cultura, su brillantez y su franca sonrisa, llamaba a la
admiración y a la simpatía.
Cada vez es más extendido en las
legislaciones el principio de que los personajes públicos están sujetos a la
crítica general, más que los particulares, por la misma naturaleza de su
participación en la vida pública; así que esto de andarse enojando porque a uno
le publican una foto, o un video, provoca todavía más el afán crítico y
burlesco de los espectadores; las demandas y expresiones que tratan de
acanallar a los críticos, y exponerlos a ataques generales, lo que hacen es
aumentar su número e imaginación y que se amplíe a dimensiones internacionales
lo que ya habría sido olvidado.
Es triste para la imagen del país, y
más para la de sus gobernantes, el que se hayan creado verdaderos tribunales
especiales para juzgar y sancionar a los irreverentes. Los tribunales de la
Inquisición merecieron la condena de la Historia. Sus víctimas, admiración
eterna. La permanencia indefinida en el poder lleva al narcisismo, al abuso de
autoridad. (O)
Con su crítica, el caricaturista ha defendido los
intereses ciudadanos que exigen preparación para el desempeño de las funciones
públicas. Merece reconocimiento público, no sanción. Es el legislador el que
debe disculparse ante la ciudadanía.
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