martes, 12 de noviembre de 2024

HAY DELINCUENTES PESO PESADO, LIVIANO Y PLUMA
“La avaricia es de naturaleza tan ruin y perversa que nunca consigue calmar su afán: después de comer tiene más hambre”
POR JAIME CEDILLO F.
La politiquería está que arde, que hierve, ya mismo explota, en nuestro pobre y desdichado país, secuestrado por grupillos de delincuentes de cuello blanco, comandados por caudillos que durante décadas, han levantado fortunas incalculables con el cuento de servir a la Patria.
Esos caudillos despreciables son los que hacen y deshacen a su antojo, los que ponen y sacan, los que manejan los hilos de la corrupción, los que manipulan todo, siempre pensando en su propio beneficio. Por qué creen que tienen tanta ambición por llegar a los cargos públicos, a través de elecciones fraudulentas, para empuñar el dinero del pueblo, para amasar fortunas mediante contratos amarrados, preelaborados, direccionados.
Hay los delincuentes de peso pesado, esos que se llevan millones de las instituciones públicas más grandes como las hidroeléctricas, telecomunicaciones, mineras, petroleras, navieras, seguridad social, salud, educación; otras, de peso liviano, a este grupo pertenecen las alcaldías y prefecturas, universidades, y las de peso pluma, municipios pequeños, juntas parroquiales, que siguiendo el mal ejemplo de las de arriba, también hacen su agostito, robando parte de lo que poco que asignan para obras. Siempre hay excepciones, que quede claro.
Los casos son por montones y escandalosos, pero, por lo general, la mayoría de pillos y pillluelos, sean chicos o grandes, pájaros de alto vuelo, o buitrecillos, salen libres de culpa porque los órganos de control hacen de cómplices, se hacen de la vista gorda, dejando que los delitos queden en la impunidad. Simples recomendaciones son sanciones ridículas, por eso, empuñan lo que más pueden, porque saben que por debajo se arreglan las cosas. Vaya usted a saber, cómo viven muchos auditores, con casotas, carrotes, quintotas, vacaciones de primera, con unas cuentotas bancarias. De dónde, ya saben, no pregunten. El maestro de maestros, sin duda, Carlos Pólit Faggioni, el mimado de los “revolucionarios”.
Igualito pasa en la justicia, jueces que ponen precio a las sentencias, dependiendo de la gravedad de cada caso, hay un tarifario, se ponen de acuerdo, se llevan muy bien, se entienden de mil maravillas, la coima se reparten, el que lleva la toga y el birrete, lleva más, porque es el que firma, otro es el que redacta, otro el que alerta, el que acelera el trámite, el que llama por teléfono para decir ya mismo sale lo suyo, no se preocupe, pero tiene que hacer el depósito o entregar en efectivo, eso dice el señor juez, yo sólo cumplo órdenes. Nada más. Los casos son recurrentes, ustedes, apreciados observadores, conocen de sobra. No todos son así, hay profesionales que cumplen su trabajo con libertad y dignidad, sin poner precio a su conciencia.
El Observador
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