Yo no tengo ninguna relación con la escritura, es la escritura la que tiene relaciones conmigo.
En general yo estoy en un estado de disponibilidad y luego estoy en el ómnibus, o en la calle o tomando un café y bruscamente hay algo que me incita a escribir.
Soy una especie de francotirador de la literatura. Hago las cosas cuando me vienen y cuando el impulso es más fuerte que yo, pero no lo hago nunca de una manera profesional.
Y claro, entonces es un placer. Para mí la literatura, la escritura es un poco como el amor, es un placer, es un juego lúdico al que me doy.
Ahora, dentro de eso entra el drama, entra el sufrimiento, entra todo lo que quieras, como sucede también en el amor, por ejemplo.
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