jueves, 28 de febrero de 2019

La cadena presidencial no pudo ser peor

   en Conexiones4P/Elenfoque  por 
Hecho inusual: el Presidente de la República salió en cadena nacional, este martes 26, a responder “rumores”, “datos y garabatos” que corren sobre él, sus hijas y sus bienes. Así dijo. Es imposible imaginar la reacción de los televidentes que ven a su Presidente hablar de una historia que no conocen, que en muchos casos ni han leído, y que, según sus palabras, está “organizado premeditamente dentro de una estrategia de desestabilización del país, maquinada por un expresidente prófugo (…)”.
¿Qué puede ser tan grave para que el Presidente haya tenido que mostrar su declaración patrimonial y un certificado que, según él, prueba que no tiene ni ha tenido nunca antes cuentas offshore? En definitiva, lo que ven los televidentes es al Presidente produciendo un hecho político (y comunicándolo) en el cual solo hay un protagonista: Rafael Correa. No lo nombró. Pero no tiene necesidad: él es el habitante del ático. Él tiene un apartamento en Bélgica. Él tiene hermanos que tuvieron negocios con el Estado. Él es prófugo. Él tiene alrededor de 500 denuncias en su contra. Una por secuestro. Muchísimas por corrupción. Él es el enlodado que quiere enlodar a todos…
Y luego, el Presidente cambia de registro. Su tono se hace agrio, su mirada penetrante. De víctima, se torna amenazador: aquellos que escandalizan con él, sus hijas y sus bienes, tendrán que “sustentar sus aseveraciones en el campo judicial”. Parece obvio que así quiere poner fin a “la vocinglería en redes y medios de comunicación” que lo afectan y cuyo motivo (anuncia otros dos, además de desestabilizar su gobierno) es evidente: se acercan las elecciones y las investigaciones los están cercando. Él, el Presidente, quiere proteger y heredar su buen nombre. Buenas noches.
¿Qué habrán entendido los ciudadanos? Aquellos que ya sabían algo de los “datos y garabatos” que Fernando Villavicencio Y Christian Zuritapublicaron, se harán las preguntas pertinentes. Si Moreno nada tiene que ver con lo que allí se publica, ¿Por qué convierte esa nota en asunto de gobierno digno de ser explicado a las 20:00 en una cadena nacional? Aquellos que nada sabían del tema, correrán a informarse. Aquellos, un puñado en el país, que algo sabían, se instalarán en el único terreno posible ante el escenario creado por el Presidente: la duda. En claro, Moreno está pedaleando en el vacío. La pregunta es por qué. ¿Qué sentido tiene la estrategia que lo condujo ante unas cámaras para grabar esa cadena?
La respuesta más elemental salta a los ojos y tiene dos premisas: su entorno es señalado por irregularidades en una nota periodística y Correa la usa para acusarlo de corrupto y pedir la revocatoria de su mandato. Carondelet estima que esto es un ataque político, arma una réplica política y el Presidente termina ante las cámaras el martes 26 a las 20:00.
¿La estrategia presidencial es descaminada? Todo depende de cuál es la verdad de la trama en la que él se metió con esta cadena. Si los hechos denunciados ni lo involucran ni lo salpican, Moreno cometió un enorme error estratégico. Por dos razones: da relevancia a unos hechos denunciados; al tiempo que los desdeña como ciertos. Y dos: da protagonismo político a su peor enemigo político prestándole la tarima más codiciada del país: la de Carondelet. Si el Presidente está seguro de que los hechos publicados son solo rumores, bastaba con que un funcionario de bajo rango lo indicara y que, con los días, la realidad le diera la razón.
Ahora, si el entorno presidencial estuviera enlodado, el Presidente cometió un error estratégico monumental al haber saltado al ruedo en este asunto. Primero porque salió a cubrirlo, arriesgando así tener que administrar todas las consecuencias. Y segundo, porque ni su intervención ni su velada amenaza de llevar esto ante la justicia, parará la bola de nieve que él mismo se encargó de empujar. Villavicencio y Zurita pueden equivocarse adelantando conclusiones que en este caso su publicación no autoriza, pero tienen una mina de documentos. Y un gobierno como el de Moreno debería saber que Villavicencio es el activista que, en el campo de la contratación pública, más documentos tiene en el país. Pretender ponerlo al servicio de Correa es una estrategia torpe: es posible que el periodismo no sea la única motivación de Villavicencio, pero en el país se sabe que él fue quien más documentos publicó sobre la corrupción en la década de Correa.
La salida del Presidente no desinfla globo alguno. Por el contrario: dramatiza su caso. Se victimiza, lo cual es una pésima señal porque lo muestra a la defensiva. Le da oxígeno al correísmo siempre presto a declararse santo entre los santos. Y sobre todo deja al Presidente sin fusibles, ante cualquier otro episodio. El error estratégico del martes 26 no pudo ser peor.
Foto: Presidencia de la República. 

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