miércoles, 8 de agosto de 2018

Correa sabía cómo los Alvarado se hacían millonarios

  en La Info  por 
Nadie sabía que los hermanos Alvarado eran empresarios honestos, según dice Rafael Correa en un tuit destinado a defenderlos. Se sabía que eran funcionarios suyos y que lo fueron durante toda la década. Pero ahora que la Unidad de Análisis Financiero y Económico (UAFE) dijo haber detectado “operaciones inusuales e injustificadas” en las cuentas de Vinicio y Fernando Alvarado y de sus familiares, Correa los presenta como empresarios que fueron a trabajar en la función pública. Y tiene razón: Vinicio y Fernando Alvarado son empresarios que se dedicaron a hacer negocios en sus cargos y a usar las funciones para incrementar los réditos de sus empresas. Llegaron con poco dinero, como lo prueban sus declaraciones de renta o las de sus empresas y ahora se habla del manejo familiar de decenas de millones de dólares.
Correa sabía quiénes eran los Alvarado y cómo trabajaban. Lo supo desde los primeros años de su gobierno. Lo sabían sus ministros, asambleístas y altos funcionarios escandalizados por la forma cómo las empresas de Vinicio Alvarado absorbieron la publicidad oficial, los cambios de imagen y logos de entidades oficiales, campañas publicitarias, los spots… Lo supo Correa, en forma irremediable, la última semana de octubre e 2009 cuando la revista Vanguardia presentó una investigación que se tituló “Los negocios de los Alvarado”. Una investigación que tardó ocho meses en los cuales Jean Cano y este pelagato encontraron la información que permitió perfilar el negocio que montaron en el gobierno los Alvarado. Ese informe desapareció, curiosamente, de Internet. Al igual que otros trabajos periodísticos que hacían referencia a la buena salud de las empresas y de la fortuna de los Alvarado.
Si el informe de la UAFE sorprendió a muchos, es precisamente porque Vinicio y su hermano controlaban la pauta publicitaria del Gobierno de Correa. Lograron crear un ambiente de total silencio e impunidad a su alrededor. Tenían influencia casi total sobre las agencias de publicidad y sobre medios susceptibles de dejarse presionar. En el informe de Vanguardia de 2009, se cuenta cómo Vinicio Alvarado no quiso hablar personalmente con los periodistas de Vanguardia y quiso que se le mandaran las preguntas por escrito. Pedido negado. Pero en una carta que envió escribió que esperaba que la revista fuera consciente de las responsabilidades ulteriores de la publicación… Amenaza evidente que fue, igualmente, rechazada.
Vanguardia no lo responsabilizó entonces por las cosas que ocurrieron durante la investigación y este pelagato no lo hará ahora. Pero ocurrieron cosas. Un ejemplo: Jean Cano fue agredido en su vehículo semanas antes de la publicación: los asaltantes se llevaron su computadora y algunos documentos que, en efecto, hacían parte del informe.
Tras la publicación, Vinicio Alvarado, aprovechando una entrevista que este pelagato había pautado con él, como secretario de la Administración, amenazó a Vanguardia con un juicio y anunció el monto: $5 millones. Alvarado contaba con que la revista no pudiera probar que él era dueño o socio de las empresas mencionadas en la investigación. En Vanguardia supimos, sin embargo, por fuentes de la Superintendencia de Compañías, que Vinicio Alvarado, tras la publicación, había estado cambiando la composición accionaria de sus empresas. Se le dijo en Carondelet como respuesta a la amenaza de juicio. Vanguardia tenía las copias que probaban que él era socio o miembro del directorio de esas empresas hasta la publicación del informe. Alvarado no demandó a Vanguardia, pero desafió a la revista, en una carta enviada a las agencias de publicidad, a que se probara lo que a sus ojos eran mentiras. Carta que, por supuesto, nunca envió a Vanguardia y de la cual sus responsables se enteraron por casualidad meses después. El objetivo era desprestigiar a Vanguardia sin tener que responder por los hechos publicados.
¿Correa sabía de los negocios de los Alvarado en el gobierno? En esa época, fuentes de Carondelet hicieron saber que el informe sobre los negocios de los Alvarado suscitó una reunión de Correa con ellos a puerta cerrada. No obstante nada cambió. Los ministros y militantes de Alianza País tampoco cambiaron: siguieron diciendo que el Presidente no intervenía por falta de pruebas. Ministros y funcionarios miraron para otro lado, a pesar de saber que Fernando Alvarado llamaba a sus responsables de prensa para indicarles el modus operandi que incluía parte de sus presupuestos para sus empresas. Pero, claro, eso no se decía. La Fiscalía nada hizo. Nada pasó a pesar de todas las evidencias contenidas en la investigación de Vanguardia. En cambio, la presión silenciosa contra la revista y sus economías se incrementó. Una noche, meses después, 5 hombres armados amarraron al personal y se llevaron los discos duros de los computadores del director y dos editores que tenían que ver con las investigaciones de la revista. En junio de 2013 Vanguardia cerró.
El informe de la Unidad de Análisis Financiero y Económico, que llevó al Fiscal Carlos Baca a abrir una indagación previa contra los Alvarado, no sorprende: Correa permitió que su gurú en publicidad y su hermano, el impresentable que usó para perseguir y podar -según su expresión fascista- a los medios de comunicación, se enriquecieran en su gobierno. Ellos y sus familiares. Por eso los llama empresarios. Y por eso los llama honestos. Con él lo fueron: se enriquecieron sin engañarlo. Él lo sabía y lo toleró.

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